Ir al espacio es el sueño de muchos. La industria espacial lo invita a abrocharse el cinturón y conocer el «ABC» para poder convertirlo en realidad, sin ser astronauta.
POR Daniel Rosales @danielrosales_4
Admirar la tierra, las estrellas o bien la luna desde el cielo, flotar durante varios minutos en ingravidez y experimentar hasta tres G de fuerza durante un despegue es una experiencia extrema ahora factible para cualquiera que pueda costearlo.
Con la acelerada evolución de la industria aérea, abordar una nave para ir al espacio ya es una opción abierta al público que toma cada vez más fuerza. Lo único que debe hacer es tener lista su billetera, prepararse físicamente, reservar con tiempo y poner a prueba su paciencia para aguardar en lista de espera porque las 300 plazas disponibles para el año 2024 están ya agotadas y apenas se están habilitando las solicitudes para el 2025.
Actualmente, la duración total de los vuelos es corta. Sin embargo, se continúan haciendo pruebas para ir mejorando las condiciones, extender los tiempos de desplazamiento y ampliar las distancias a recorrer, así como la cantidad de pasajeros, ante la alta demanda registrada en los últimos meses.
¿Es indispensable tener mucho dinero para ser un turista espacial?
La respuesta es sí. Con Space X el precio del viaje asciende a decenas de millones de dólares, mientras que con las otras dos compañías el monto ronda entre los US$200.000 y US$250.000. Sin embargo, si eso se sale de su presupuesto, existe otra opción algo más económica. Por cerca de US$125.000, puede abordar la nave EOS Space Perspective, una cápsula con vistas de 360o que asciende, lentamente, a una altitud de 30 kilómetros, suspendida de un globo aerostático del tamaño de un estadio de fútbol. A pesar del espectáculo para sus sentidos, estará lejos del límite del espacio y de experimentar la ingravidez.