Mientras en Europa y Asia, poco a poco, las personas están regresando a sus lugares de trabajo, Latinoamérica es el epicentro de la COVID-19 y quizás muchos no puedan (o no quieran) volver a la oficina en lo que resta del 2020.
Por Álex Torrenegra, CEO de Torre
A nivel digital, Latinoamérica está creciendo a pasos de gigante. Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), desde el 2000 el uso de internet creció alrededor de 10% cada año hasta 2015; en 2013 había poco más de 300 millones de personas conectadas y en 2019, el número se acercaba a los 454 millones de usuarios en la región. Este crecimiento no lo ha mermado la pandemia, quizá todo lo contrario.
Hoy estamos conectados más que nunca. Trabajamos desde casa como consecuencia del COVID-19 y estamos empezando a ver los beneficios de no tener que ir a la oficina o de estar atrapados en el tráfico para llegar a esta. La realidad laboral, sin duda, está cambiando. Ahora tenemos que preguntarnos cómo adaptarnos a esta nueva normalidad. Si estamos trabajando en remoto o estamos conduciendo a nuestras empresas por un camino en el que muchas operaciones permanecerán remotas indefinidamente debemos adaptar igualmente la manera cómo lideramos y cómo contratamos nuestra fuerza laboral.
El tema del liderazgo, por supuesto, se puede explorar con mucha más profundidad, pero quisiera resaltar un tema crucial para el éxito de una empresa en remoto: los indicadores de desempeño. Piense por un momento, ¿cómo está midiendo la productividad de su equipo de trabajo? Si está acostumbrado a medir a sus trabajadores por las horas que pasan en su cubículo de trabajo, seguramente no le está yendo muy bien ahora que no puede verlos.
Por el contrario, si ha empezado a ver los beneficios que trae trabajar en remoto o quiere prepararse para que su empresa no regrese cien por ciento a la presencialidad en las oficinas, tiene que repensar su modelo de liderazgo. Esto significa establecer un modelo que use las herramientas digitales que le permitan medir el desempeño de su empresa, comunicarse efectivamente con ellos y permitir que cada uno de los integrantes de su equipo tengan una relación saludable entre el trabajo y la vida.
Ahora, hablemos no de las personas que no fueron obligadas a trabajar desde casa a causa de la pandemia, sino de aquellas que tuvieron que dejar su trabajo dada la crisis económica que vivimos en nuestros países o que ya se encontraban desempleadas.
Un sistema laboral remoto abre muchísimas puertas para esas personas (y para todos los que cuenten con una buena conexión a internet). En reto es unir personas con ofertas de trabajo en cualquier lugar del planeta. Hay personas dispuestas a trabajar desde casa para una empresa que tal vez tenga trabajadores en varios países, las que llamo “naturalmente remotas”, dispuestas a construir una fuerza laboral global con el objetivo de encontrar a los trabajadores que más se acercan a su necesidad, sin limitarse a la frontera de una ciudad.
Esta es precisamente la oportunidad de Latinoamérica. Esos 454 millones de personas que hoy están conectadas al internet en la región y hacen parte del mercado laboral tienen la puerta abierta para trabajar, sin moverse de casa, en oportunidades que pueden ser mucho más enriquecedoras que contar horas, cada día, en una oficina.
