Los japoneses no tienen ninguna restricción para salir y volver al país, aunque deben someterse a una PCR a su llegada.
Por EFE
Japón levantará las restricciones de entrada al país que afectaban a sus residentes extranjeros a partir del 1 de septiembre, anunció este viernes el primer ministro, Shinzo Abe, en la reunión diaria sobre la gestión de la pandemia de COVID-19.
Los residentes extranjeros, que actualmente no pueden abandonar el país temporalmente con garantías de regresar sin la autorización de las autoridades y con un motivo excepcional (como el fallecimiento de un familiar), necesitarán una prueba PCR negativa antes de viajar a Japón y presentar la documentación pertinente a su llegada.
Una vez en el archipiélago, tendrán que someterse a otra PCR con resultado negativo, de lo contrario, deberán abandonar el país, según los detalles recogidos por la agencia de noticias Kyodo.
Si los resultados son satisfactorios y la documentación aceptada (Japón no admite los resultados de pruebas con cultivos realizados en determinadas áreas de la garganta o la faringe), los residentes extranjeros que hayan regresado tendrán que someterse a dos semanas de cuarentena y evitar utilizar el transporte público.
Hasta que el levantamiento de restricciones entre en vigor, Japón seguirá negando, en principio, la entrada de todos los no japoneses que hayan estado en los últimos 14 días en alguno de los 146 países afectados por su veto migratorio, adoptado como medida para tratar de contener la propagación por el país del nuevo coronavirus.
Esta cifra se elevará a 159 territorios a partir del domingo 30 de agosto, cuando se incluyan en esta lista a Belice, Trinidad y Tobago y otras 11 naciones, mayoritariamente africanas.
Los japoneses no tienen ninguna restricción para salir y volver al país, aunque deben someterse a una PCR a su llegada desde alguno de los territorios anteriores y se les pide dos semanas de cuarentena.
Este trato discriminatorio, que mantiene a unos 90.000 residentes legales varados en el exterior de Japón, ha sido criticado por esta comunidad dentro y fuera del país, y ha llevado al Consejo Europeo de Negocios en Japón y la Cámara de Comercio estadounidense a pedir que se revisara dicha política.