Desde 2006 el Canal de Panamá apoya con asesoría y educación a los agricultores de esa zona de Capir.
Por EFE
En los alrededores de la cuenca del Canal de Panamá un pequeño grupo de agricultores ha visto potenciar sus fincas de café en los últimos años a la vez que cargan la responsabilidad de ser los «guardianes» ambientales de esa área boscosa, clave para la sostenibilidad de la vía interoceánica.
En medio del verdor autóctono que se dibuja a las orillas del Canal, las pequeñas comunidades viven de la agricultura de subsistencia entre las montañas y las fincas abarrotadas de árboles frutales.
Principalmente cosechan café robusta, una especie que se produce a bajos niveles de altura y fácil de comercializar en comparación con el ‘Geisha’, sembrado al norte en zonas altas y considerado como uno de los más caros.
Desde 2006 el Canal de Panamá apoya con asesoría y educación a los agricultores de esa zona de Capira, cercana a la cuenca y ubicada a apenas unos 50 kilómetros de Ciudad de Panamá, bajo el proyecto «Incentivos económicos ambientales» para mantener reforestada la cuenca y apoyar a los productores.
Uno de esos caficultores es Roberto Antonio Gómez, un campesino de 54 años con «toda una vida» de campo a sus espaldas en el pueblo de Las Gaitas, a unas dos horas de la capital y con una larga tradición de cosechar ese producto cada vez más en auge.
En su finca agroforestal «La Prometida» tiene con su familia una hectárea con 1.000 plantas de café y otras cuatro hectáreas para la protección de bosques: «Estamos especializándonos en el proceso del café y es uno de los principales rubros que ayuda a la sostenibilidad de las familias rurales».
Como las parcelas de Gómez hay 4.560 hectáreas alrededor de la cuenca hídrica (que mide 343.521,96 hectáreas) en la zona de Capira dedicadas a la cosecha de café de las 17.000 dispuestas para otros proyectos de sostenibilidad, según cifras ofrecidas a EFE por el Canal de Panamá.
Al año se producen hasta 14.000 quintales anuales, un número que refleja el potencial de cosechar café en Panamá, cuando al inicio del proyecto se sacaban unos 800 quintales cada año. Eso representa un ingreso directo a las comunidades campesinas de 1,1 millones de dólares.
Sabiduría compartida
Al año, Gómez está produciendo unos 10 quintales que espera aumentar con los «nuevos conocimientos» aprendidos gracias al acompañamiento del Canal de Panamá pues, admite, esa cifra «no es el rendimiento adecuado que se debe tener».
Tras ello, la cosecha se lleva a unas torrefactoras (empresas exclusivas de tueste de café) como las de la Asociación de Caficultores de la Subcuenca de los Ríos Cirí Grande y Trinidad del Canal de Panamá (Acacpa) que selecciona, seca, tuesta, muele y hasta empaca el grano gracias a la cooperación de los 23 miembros.
«Estamos tratando de llevar, compartir y dar el conocimiento con algunas técnicas para que todos empecemos a manejar el producto y que podamos tener la oportunidad todos y que el producto no se vaya a otro comprador o empresa», comenta a EFE el presidente de la asociación, Dionisio Delgado, que produce la marca «Cuencafé».
Compartir – y transmitir- los conocimientos adquiridos de la asesoría del Canal se ha vuelto un imprescindible en esa comunidad rural, que mantiene un fuerte sentido de colectividad y lucha por preservar su tradicional manera de vivir.
«Guardianes» de la cuenca frente a la crisis climática
La producción de café y otros productos – como yuca, plátano o, inclusive, orquídeas- no solo ayuda a que los agricultores de esa zona tengan un activo económico, sino que además protege ambientalmente la cuenca hidrográfica del Canal de Panamá, hoy en día de gran valor en medio de la crisis climática.
«Esto permite ayudar a la protección sobre todo de las fuentes de agua que contribuyen a que los barcos puedan pasar en el Canal y que la población de la ciudad pueda tener agua potable accesible», sostiene Gómez, que ahora además de caficultor es un «guardián» de la cuenca.
El gerente de la edición de sostenibilidad ambiental del Canal de Panamá, Raúl Martínez, explica a EFE que esa «alianza es un ganar – ganar», pues a esos campesinos «se le revierte un incentivo (que no es dinero, aclara) por proteger el bosque que están en sus predios» y no se encuentran dentro de áreas protegidas por ley.
Hasta el momento, la grave crisis hídrica del Canal que obligó el año pasado a reducir el número de buques diarios (pero restaurados este mes con los pasos «óptimos» de 36 al día) no ha afectado a la producción de café, aseguran tanto Gómez como Martínez.
«Ese gran déficit se da en los periodos secos, en los meses del verano nuestro, y las actividades aquí por ser agrícolas están ligadas al ciclo agrícola», detalla Martínez.
Sin embargo, los embates de la crisis climática ya han golpeado levemente a esos caficultores por la inestabilidad del tiempo y retrasar el inicio de la cosecha en espera de las lluvias: «El cambio climático sí nos afecta en los diferentes rubros, porque prácticamente nuestras plantas son muy susceptibles a los cambios», concluye el caficultor Gómez.