Costa Rica se convierte en el primer país de Centroamérica y el segundo de Latinoamérica en restaurar ecosistemas de manglar mediante la rehabilitación, a escala, de las condiciones hidrológicas del área.
Por Revista Summa
De la mano de Conservación Internacional, Costa Rica se convierte en el primer país de Centroamérica y el segundo de Latinoamérica y el mundo, en restaurar ecosistemas de manglar mediante la rehabilitación, a escala, de las condiciones hidrológicas del área, para permitir que las especies vuelvan a repoblarla a un ritmo natural; creando nuevas oportunidades económicas para las comunidades locales y sostenibilidad de recursos para el país.
El proyecto, liderado por Conservación Internacional, en conjunto con el Programa Nacional de Humedales del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC/MINAE), en colaboración con el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE), y gracias al apoyo de la Fundación Tierra Pura, desarrolla acciones para rehabilitar el ingreso adecuado de las mareas en sitios dentro de los manglares del Humedal Estero Puntarenas y Refugio Nacional de Vida Silvestre Cipancí, que fueron deteriorados o completamente transformados en cultivos.
Con el ingreso de las mareas a través de los canales hechos, el suelo recobrará con el tiempo, la humedad y la salinidad necesaria para que las plántulas de las diferentes especies de manglar puedan asentarse y recuperar naturalmente estas áreas.
“Los manglares son los héroes entre los árboles, proveen una cantidad de servicios ecosistémicos vitales para la sociedad en general y más para las comunidades costeras aledañas, sin embargo estos bosques son muchas veces ignorados. Por ejemplo, son una barrera de protección contra las marejadas y tormentas, filtran el agua que viene de la tierra hacia el mar, y entre sus raices más del 80% de las especies de interés comercial se protegen y alimentan en algún momento de su vida. Además, son ecosistemas de carbono azul, los cuales por su naturaleza pueden almacenar hasta cinco veces más carbono que los bosques tropicales maduros” destaca Ana Gloria Guzmán, directora de Conservación
Internacional Costa Rica.
El proyecto es ambicioso, se basa y consolida en ciencia e investigación, combina ingeniería, compromiso y trabajo con las comunidades y colaboración con instituciones y gobierno. Se posiciona como un piloto para replicar a lo largo de las costas del país y el mundo. Se inició con el análisis de fotografías aéreas históricas de los manglares originales, con el objetivo de identificar el cauce original de los ríos, los cuales fueron alterados para el crecimiento del cultivo de caña de azúcar, el establecimiento de actividades productivas de sal y camarón, así como por causas naturales. Para la rehabilitación también se desarrollaron estudios topográficos, de las condiciones químicas del suelo y sobre la salud del ecosistema de manglar en la zona.
A noviembre de 2022, se ha logrado construir alrededor de 20,000m de canales dentro de las áreas abiertas y se limpiaron y ampliaron 1,300m de esteros, trabajo que incluyó la limpieza de taludes, remoción de obstáculos en los cauces construidos, apertura de nuevos canales, así como la limpieza de los canales existentes. El proyecto incorpora a las comunidades cercanas de la zona como El Establo, Pitahaya, Níspero y San Buenaventura, incluyendo su conocimiento sobre el área, sobre cómo solía ser este ecosistema antes de ser modificado, y sobre las condiciones que pueden facilitar su recuperación.
Tal como señala Danilo Torres Gómez, ingeniero forestal del CATIE, la restauración de manglares corresponde a un proceso paulatino: “Primero se hace una línea base, un estudio, para conocer las condiciones de un manglar de referencia cercano, para entender el contexto histórico y hacer un muestreo de carbono; porque el proyecto se enfoca en carbono. De forma paralela, se estudian las comunidades aledañas, en busca de entes colaboradores con el trabajo diario (apertura, canales, limpieza de los sitios…) y quienes, posiblemente a futuro ayudarán con el mantenimiento y monitoreo”.
“Las comunidades cercanas a los bosques de manglar son quienes se benefician más directamente de sus servicios, pero también las que sufren de forma inmediata las consecuencias de la pérdida de estos ecosistemas. Es por eso que el proyecto busca trabajar de la mano con las personas locales, para que se conviertan en los verdaderos protectores de los bosques de manglar y puedan desarrollar actividades sostenibles gracias a la conservación y recuperación de estos ecosistemas” amplía Guzmán.
De acuerdo con la Política Nacional de Humedales y demás politicas vigentes, el país tiene la responsabilidad de restaurar los ecosistemas de manglar. Según se ha definido recientemente, el país tiene el potencial de restaurar 14,336 hectáreas de manglares a lo largo de la costa pacífica del país, de las cuales 1,500 hectáreas están en el Golfo de Nicoya. Este proyecto ha logrado rehabilitar más de 300 hectáreas en el Humedal Estero Puntarenas y Refugio Nacional Cipancí, y representa una primera, pero clave, fase de apoyo para que el país alcance sus metas nacionales.
Con el objetivo de continuar fortaleciendo los esfuerzos del país, Conservación Internacional busca diseñar y apoyar la implementación de un Modelo de Desarrollo Comunitario basado en Carbono Azul. Este modelo, como una variante del Programa de Pago por Servicios Ambientales -iniciativa que en su momento fue pionera y ha generado amplio reconocimiento internacional para Costa Rica- permitirá avanzar hacia el alcance de las metas en Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs en inglés) asumidas por el país como parte del Acuerdo de París.
“Costa Rica ya monitorea manglares, tenemos una línea base ecológica y podemos estimar el secuestro de carbono. Con ello podemos determinar prioridades de restauración, algo fundamental para poder reportar nuestros aportes al Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero” resalta Jacklyn Rivera, Coordinadora del Programa Nacional de Humedales del Sistema Nacional de Áreas de Conservación.