Estados Unidos alcanzó en 2019 con el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) acuerdos de cooperación de asilo migratorio.
Por EFE
El fenómeno de las caravanas de migrantes, que comenzó en octubre de 2018 en Honduras, ha representado un cambio en el sistema migratorio de Centroamérica, México y Estados Unidos y puso en evidencia «su inoperancia» para dar respuesta a la problemática, alerta un estudio divulgado este martes.
«Las caravanas de octubre de 2018 momentáneamente echaron abajo el sistema migratorio y mostraron su inoperancia», señala el estudio titulado «Geopolítica de las caravanas centroamericanas», cuyo principal investigador es el mexicano Leopoldo Santos Ramírez.
Destaca que el fenómeno obligó a los estados de la región a realizar cambios en su política, lo que «empeoraron las condiciones al intentar paralizar a las poblaciones migrantes dentro de los límites de contención de sus fronteras o desviar los flujos hacia lo que la administración (de Donald) Trump instrumenta como tercer país seguro».
Estados Unidos alcanzó en 2019 con el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) acuerdos de cooperación de asilo migratorio, con los que se busca desalentar la inmigración de personas que pagan a traficantes.
Esos acuerdos «no podrán sostenerse en el largo plazo y en realidad anuncia nuevas convulsiones no solo para Centroamérica sino para la región entera».
POLÍTICA ANTI INMIGRANTE
Desde el estado mexicano de Sonora, Ramírez dijo que las caravanas comenzaron en 2018 cuando la región centroamericana sufría una sequía severa, lo que afectaba a los agricultores, y altos niveles de violencia.
Destacó que el presidente estadounidense, Donald Trump, aprovechó las caravanas para «mantener su política antinmigrante y poner en crisis a los estados» de los países de tránsito de los migrantes centroamericanos.
La presentación del informe, apoyado por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Honduras, coincidió con la salida de una pequeña caravana de inmigrantes hondureños que se dirige hacia Estados Unidos en medio de la pandemia del coronavirus SARS-CoV-2.
Los inmigrantes, como en otras caravanas que salieron de Honduras desde octubre de 2018, partieron en pequeños grupos de la estación de autobuses del servicio interurbano de la ciudad de San Pedro Sula, en el norte del país, hacia el punto de Corinto, fronterizo con Guatemala.
CAMBIO DEL SISTEMA MIGRATORIO
El director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Rolando Sierra, dijo a Efe que las caravanas de migrantes han cambiado el sistema migratorio al pasar de «una migración por goteo o pequeños grupos a una migración masiva» a partir de 2018.
Destacó que en los últimos años se ha registrado en Estados Unidos y México «más control en las personas que intentan migrar» hacia territorio estadounidense.
«Frente a estas políticas que tienden a cerrar el flujo migratorio hacia el norte, las estrategias que la ciudadanía ha tomado es este sistema de caravanas que pretende desde una presencia masiva una respuesta humanitaria y real de los gobiernos», subrayó.
Las caravanas de centroamericanos demostraron que el sistema migratorio de la región «no estaba lo suficiente preparado y que no hay un enfoque realmente de migración desde la perspectiva de los derechos humanos», enfatizó Sierra.
Sobre el acuerdo de cooperación de asilo, Sierra dijo que Estados Unidos lo utiliza como «un medio de control» ante el aumento de solicitudes de refugio.
NUEVA FORMA DE MIGRAR
La ruta hacia Estados Unidos «es difícil y cada vez más compleja, sin mayor protección, lo que ha llevado el surgimiento de esta nueva forma migratoria a través de las caravanas», añadió.
Con la caravana que salió en octubre de 2018 de la ciudad hondureña de San Pedro Sula, «se dio comienzo a un cambio en la manera de migrar de los centroamericanos, lo cual propició varios giros en la política migratoria de México y Estados Unidos que no terminan de completarse y cuyos alcances no se perciben del todo», enfatiza el documento.
«Sea que las caravanas posteriores a la primera fueran inducidas o no, las condiciones asfixiantes persistentes en Centroamérica constituyen un aspecto de la estructura económica y política de esos países», señala la investigación.
Esas condiciones, añade, podrían provocar en el mediano plazo «nuevas avalanchas de migración para las que México no está ni estaría preparado en un futuro cercano», lo que causaría «consecuencias negativas» que se repartirían entre el país azteca y Estados Unidos.
TENSIÓN MIGRATORIA
Enfatiza que la barrera más eficaz de México contra el flujo migratorio fue «el crimen organizado y las bandas de asaltantes y secuestradores actuando en territorio nacional», así como «la corrupción de los agentes del Instituto Nacional de Migración y la Policía Federal».
Una de las características de las caravanas de 2018 fue «su vertiginosidad», pues a pesar de los «obstáculos diarios y no menores, se movieron rápidamente y a la vez hicieron que los resortes de la política internacional y las políticas de Estado de los territorios que iban transitando se tensaran y mostraran su verdadera naturaleza confrontando retóricas discursivas oficiales con los derechos humanos del migrante», indica el estudio.
Reinsertar a los migrantes retornados es uno de los grandes desafíos de Honduras, así como de El Salvador y Guatemala, países que no tienen las condiciones para atender a ciudadanos irregulares de otras naciones, enfatizó el director de Flacso.
Los tres países centroamericanos también tienen baja capacidad institucional, alto porcentaje de migración y problemas estructurales de pobreza, falta de oportunidades y violencia, según Flacso Honduras.