Recién en 2022 la región regresaría a los niveles pre-crisis.
Por Revista Summa
MAP Economic and Business Advisors, en voz de su Socio Director Juan Pablo Ronderos, presentó un estudio cuyas estimaciones prevén una contracción de -5.2% en la economía de América Latina en el año 2020, convirtiéndose en la peor caída desde la Gran Depresión de 1930; superando el promedio de contracción global de -1.8% y la expectativa de -3.8% para Estados Unidos, resultando en un comportamiento económico
similar al de la Zona Euro (-5.1%).
Según el análisis, dicha contracción se debe a varias características propias de la región, que la hacen más vulnerable y endeble para enfrentar una crisis como la que se presencia actualmente. Entre estas características se encuentran:
- Una economía que ya venía con problemas. Latinoamérica registró en el período 2015- 2019 el peor desempeño en 40 años en términos de crecimiento (0.4% de promedio anual, vs 3.5% global).
- Una situación social frágil. En los últimos años se registró un deterioro de la pobreza y un aumento de la informalidad, que borró parte del camino ganado entre 2004 y 2014.
- Vulnerabilidad externa. La región muestra una elevada exposición al escenario externo, dada su dependencia a los precios de los commodities, el ingreso de remesas, el turismo y el financiamiento externo.
- Instrumentos insuficientes: Muchas economías de la región cuentan con poca capacidad de respuesta de la política económica, dada la presencia de déficits fiscales previos.
Juan Pablo Ronderos, Socio Director de MAP Economic Advisors, expresó que “excluyendo a México, el 70% de las exportaciones de América Latina son bienes primarios, cuyos precios han sufrido fuertes caídas recientes, destacándose en este sentido economías como Ecuador, Perú y Chile, donde esa participación trepa a 94%, 88% y 86% respectivamente”. Ronderos agregó que “el turismo, uno de los sectores más golpeados por la crisis, representa un 13.9% del PIB de las economías del Caribe, un 15.2% de sus empleos y un 20% de la generación de divisas externas – siendo particularmente relevante en países como República Dominicana y Panamá – mientras que en otros casos como Honduras y El Salvador, la dependencia está en buena medida en las remesas familiares, las cuales también se han visto ampliamente afectadas y representan ingresos de más del 20% del PIB”.
Tomando en cuenta estos elementos, MAP alerta sobre el riesgo de que la región transite una nueva década perdida, y plantea una guía para el diseño de políticas económicas orientadas a enfrentar la crisis, atendiendo distintos objetivos:
1) En lo inmediato (próximos dos meses), se debe evitar una destrucción masiva de valor, lo que podría implicar la implementación de cambios regulatorios temporales para que las empresas no cierren y mantengan a sus empleados en nómina.
2) En el corto plazo (segundo semestre), darle vigor a la recuperación para que el repunte económico sea más acelerado. Reactivar la economía requerirá una liberación inteligente de las restricciones sanitarias, por lo que activar la producción cuanto antes es clave, siempre y cuando se atiendan los riesgos sanitarios que van a perdurar.
3) En el mediano plazo (2021), desarmar aquellas políticas que puedan destruir los incentivos económicos para producir e invertir, de manera que la recuperación se sostenga en el tiempo.
Los gobiernos han implementado medidas fiscales y monetarias para contrastar los efectos adversos de la pandemia (y de las políticas de aislamiento social) sobre las economías. El foco principal está puesto en ayudar a las empresas para que mantengan a los trabajadores en nómina y puedan pagar sus salarios, y en compensar a las familias más vulnerables que pierden ingresos.
Pero no todos tienen la misma capacidad de respuesta. Las restricciones y desbalances presentes en Latinoamérica hacen difícil una salida similar a la de los países desarrollados. Es que una salida rápida e inteligente requiere, principalmente, usar el período de cuarentena para invertir en capacidad de testeo y de tratamiento. En este sentido, la fragilidad socioeconómica y el bajo acceso a la tecnología existentes a nivel regional demandan una salida rápida, pero la baja capacidad del sistema hospitalario requiere que la misma sea segmentada, al ser elevado el riesgo de sobrecarga.
En este contexto, para el año próximo se prevé que la economía regional logre una recuperación de 3.2%, que no será suficiente para alcanzar los niveles previos a la crisis.
Además, los riesgos sobre este escenario base son muchos e importantes.