Para EE.UU., Rusia representa una amenaza inmediata para el sistema internacional libre y abierto.
Por EFE
El Gobierno estadounidense dejó claro este miércoles que la actual coyuntura geopolítica requiere profundizar la cooperación internacional y reforzar las inversiones nacionales para mantener su propia hegemonía y poder ser competitivos frente a países como Rusia o China.
Su estrategia nacional de seguridad apuntó que la Administración de Joe Biden prevé en esta década impulsar los intereses vitales estadounidenses y facilitar el camino para afrontar de forma conjunta los retos que se presenten.
«Estados Unidos es fuerte en el extranjero porque es fuerte en casa. Nuestra economía es dinámica. Seguiremos defendiendo la democracia alrededor del mundo mientras trabajamos en casa para estar a la altura del ideal consagrado en los documentos fundacionales», dijo el mandatario demócrata en la introducción de esa hoja de ruta.
En un mundo interconectado, según se admite, no hay línea divisoria entre la inversión extranjera y la nacional. Por ello, el país quiere promover una estrategia industrial «moderna e innovadora» en la que el sector público invierta en áreas donde el privado no se ha movilizado para proteger los intereses nacionales.
La Ley para la Reducción de la Inflación o la que prevé subsidiar la fabricación de microchips y fortalecer las cadenas de suministro para mejorar la posición de EE.UU. frente a la competencia china, recientemente aprobadas, son ejemplo de esa apuesta por el fortalecimiento interno.
De puertas afuera, el reto más inmediato, según esa visión, procede de países que combinan una gobernanza autoritaria con un «revisionismo» de la política exterior.
Para EE.UU., Rusia representa una amenaza inmediata para el sistema internacional libre y abierto, mientras que China es vista como el único competidor con la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, el económico.
La estrategia estadounidense frente a China gira en torno a invertir en las bases de su fortaleza en casa y alinear sus esfuerzos con su red de aliados y socios, subrayando que se está en un punto de inflexión y que la próxima década será crucial.
Al mismo tiempo, se advierte de que se hará que Pekín «rinda cuentas por los abusos» como «crímenes y genocidio contra la humanidad en Xinjiang y violaciones de derechos humanos en el Tibet».
El Ejecutivo estadounidense añade que aunque su política de una sola China no ha cambiado y se opone a cualquier cambio unilateral del status quo, mantiene su compromiso con la autodefensa de Taiwán y con su propia capacidad para resistir cualquier recurso a la fuerza o a la coerción contra esa isla.
Washington reprocha a Rusia haber optado por una política exterior «imperialista», que ha culminado con la invasión de Ucrania, y sostiene que presenta una amenaza inmediata y continua a la paz y la estabilidad internacional.
«Juntaremos al mundo para que rinda cuentas», recalca ese documento, que reitera su apoyo a Ucrania, a defender «cada centímetro» del territorio de la OTAN y, en caso de que sea necesario, a responder a las acciones de Rusia que amenacen los intereses estadounidenses.
La estrategia fue difundida un día después de que Biden avanzara que «revisará» su relación con Arabia Saudí por el acuerdo de Riad con Rusia para reducir la oferta petrolera, en contra de los intereses de Washington.
El consejero de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, sostuvo hoy que se consultará cualquier cambio con el Congreso y que se evaluará tanto si la relación mantenida con ese país responde a los intereses y valores de EE.UU. como qué se puede hacer para que lo hagan.