Uno de los grandes atractivos de Hong Kong para los inversores internacionales fue su condición de puerta de entrada a China.
Por EFE
Hong Kong celebra 25 años de su regreso a China tras la era colonial británica con la duda de si mantendrá su estatus de centro financiero internacional ante la mayor influencia de Pekín en los asuntos locales y el declive de su economía desde las protestas de 2019 y la pandemia de la covid.
Uno de los grandes atractivos de Hong Kong para los inversores internacionales fue su condición de puerta de entrada a China: desde 1997 su soberanía volvió a manos de Pekín, pero bajo el paradigma conocido como ‘un país, dos sistemas’, que permitía a la ya excolonia mantener su modelo capitalista durante 50 años, con autonomía en áreas como el control de fronteras o la política monetaria.
La economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico, Alicia García Herrero, con base precisamente en Hong Kong, explicó a Efe que los años previos a la retrocesión estuvieron marcados por la «incertidumbre sobre el futuro» y que «no fueron fáciles».
A pesar de las altas tasas de emigración de hongkoneses a países como Reino Unido o Canadá en los años 90 por los temores a la vuelta a China -especialmente, tras la masacre de Tiananmen de 1989-, las dos décadas posteriores al final de la era colonial fueron «absolutamente prometedoras y exitosas», en opinión de la experta.
En esos años, recuerda la economista española, se desarrolló un «importante centro financiero ‘offshore'» y otros sectores como el inmobiliario -el metro cuadrado en Hong Kong es de los más caros del mundo- o el del lujo vivieron su auge, empujado en parte por la inmigración china y la atracción de talento para la industria financiera.
DECLIVE ECONÓMICO EN LOS ÚLTIMOS AÑOS
Sin embargo, el producto interior bruto (PIB) de Hong Kong comenzó a mostrar síntomas de desaceleración ya en 2018, año en el que el entonces presidente estadounidense, Donald Trump, declaró una guerra comercial contra China cuyos efectos también se sintieron en la antigua colonia británica.
No obstante, el declive de las cuentas comenzó tras el movimiento de protesta prodemocrática que sacudió la ciudad en la segunda mitad de 2019, con un desplome en el segundo semestre que hizo que la economía local se contrajese un 1,7 % en el total del año.
Por ejemplo, ese año las llegadas de turistas -la mayoría, provenientes de la China continental- cayeron un 14,2 % interanual claramente debido a las protestas, que en varias ocasiones derivaban en enfrentamientos entre antidisturbios y los sectores más agresivos de los manifestantes.
Y, aunque el conflicto se terminó de diluir con el inicio de la pandemia de la covid -en Hong Kong todavía perduraba el trauma por el brote de SARS, una enfermedad similar, en 2002 y 2003-, también provocó un derrumbe todavía mayor del PIB en 2020: del 6,5 %.
En 2021 se produjo, al igual que en numerosas economías mundiales, un «efecto rebote estadístico», en palabras de García Herrero, con una importante recuperación (+6,3 %) gracias a la reducida base comparativa del año anterior pero tras la llegada de la contagiosa variante ómicron la economía volvió a sufrir al caer un 4 % interanual en el primer trimestre del presente año.
CHINA MIRA A HONG KONG, HONG KONG MIRA A CHINA
García Herrero cree que no se deben tener en cuenta estos «‘shocks’ externos» a la hora de analizar las perspectivas económicas de Hong Kong, pero sí apunta a una gran «incertidumbre» sobre el «imperio de la ley» ante la creciente influencia de Pekín en la gestión de la ciudad, especialmente tras la imposición de la polémica Ley de Seguridad Nacional en 2020 como respuesta a las protestas.
Así pues, Hong Kong se vuelve a enfrentar a un panorama de «emigración bastante masiva» e incluso a cambios de sede de algunas empresas extranjeras, provocado en parte también por la insistencia de las autoridades locales en el ‘covid cero’.
Siguiendo los pasos de la China continental, Hong Kong es uno de los pocos territorios del mundo que siguen apostando por una política de tolerancia cero contra el coronavirus, lo que le ha llevado a una situación de relativo aislamiento internacional y de incertidumbre, por ejemplo para directivos extranjeros que se exponían a ser separados de sus hijos si se contagiaban.
El FMI advirtió recientemente de que los rebrotes -y las consiguientes restricciones- podrían ralentizar los flujos de personas y debilitar así la recuperación del consumo privado en Hong Kong, aunque la fortaleza de sus reservas fiscales y de divisas ayudarían a mitigar los impactos adversos sobre la estabilidad financiera.
Otro «colchón», según García Herrero, es la Bolsa de Hong Kong, una de las más importantes del mundo, y refugio para cada vez más empresas chinas que, presionadas por Pekín y Washington, salen de los parqués estadounidenses o descartan salir a bolsa en ellos, dejando al mercado hongkonés como «único lugar claro» para financiarse en divisas «fuertes» como los dólares.
Precisamente debido a esto, la economista española ve una oportunidad de crecimiento para Hong Kong como plaza ‘offshore’ para China, aunque «no ya como un centro financiero global», pero con capacidad para «mantener y crear riqueza» todavía.
«Es un cambio de modelo, pero no una catástrofe, ni muchísimo menos», sentencia.