El Tapón del Darién es la peligrosa selva que sirve de frontera entre Panamá y Colombia. Está siendo utilizada por miles de migrantes procedentes de todo el mundo.
Por EFE
Panamá, por donde han pasado este año 145.000 migrantes irregulares con dirección a Norteamérica, se prepara para afrontar «cualquier efecto» que tenga el fin del Título 42 en EE.UU., que permitía las expulsiones en caliente de estas personas con el argumento de la pandemia de la covid-19.
Tras el fin la víspera del Título 42, EE.UU. aplica ahora el Título 8, la norma que históricamente ha regido la migración, y, además, Washington anunció nuevas medidas que restringen el acceso a pedir asilo en su frontera sur, con México.
«Ahora, con el cambio del Título 42 y el Título 8, nosotros debemos prepararnos para cualquier efecto que tenga ese cambio en los EE.UU., y en eso estamos hoy, evaluando, viendo esas capacidades que tenemos», dijo el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino, durante un recorrido por el Tapón del Darién.
El Tapón del Darién es la peligrosa selva que sirve de frontera entre Panamá y Colombia. Está siendo utilizada por miles de migrantes procedentes de todo el mundo que viajan desde el sur del continente hacia Estados Unidos, en una crisis migratoria sin precedentes en la región.
Muchos relatos de las vivencias en la selva son pavorosos: muertes, violaciones, asaltos, suicidios, ocurren en este trayecto plagado de peligros propios del entorno salvaje de una selva inhóspita y los devenidos de los grupos criminales que campean en ella.
«Todavía vemos un flujo de migrantes que viene en aumento», dijo Pino, que recordó que el año pasado Panamá recibió en sus estaciones migratorias a casi 250.000 personas en movilidad, una cifra inédita y que se podría duplicar este año si se mantiene el ritmo de llegadas.
Panamá «lo ha hecho bien. El año pasado casi 250.000 personas, este año ya van 145.000 personas». Todas han sido procesadas en las estaciones migratorias, donde se les ofrece sanidad y alimentación, dijo Pino.
«La seguridad, el trato humanitario, hay un engranaje en conjunto que estamos atendiendo», destacó el ministro panameño.
Pino junto con el jefe del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront), Oriel Ortega, y la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, recorrieron este viernes en helicóptero la selva y llegaron hasta el sector de Cañas Blancas, situado a dos kilómetros de la frontera colombiana, según explicó el ministro.
En los 30 minutos que estuvieron en el lugar «pasaron aproximadamente 100 migrantes», de los que «50 eran bebés y menores de edad. Eso es una irresponsabilidad», afirmó Pino, que recalcó que el «Darién no es una ruta, es un parque nacional» de Panamá.
«Yo pienso que hacia el Sur tienen que evitar que estas personas pasen» hacia la selva, agregó.