Desde que el país realiza elecciones libres, esta es la primera vez que los salvadoreños otorgan el poder casi absoluto del órgano Legislativo al partido oficial.
Por EFE
El terremoto político iniciado por Nayib Bukele en El Salvador en 2019 con su triunfo en las elecciones presidenciales se extendió hasta el domingo pasado con una holgada victoria de su partido, el debutante Nuevas Ideas (NI), en los comicios legislativos y municipales.
Los resultados preliminares dan cuenta de que el partido NI, dirigido por un primo del mandatario, contaría con 56 legisladores y no necesitará de ninguna alianza para aprobar los proyectos del presidente, cuyo aval requieren de mayoría calificada (56 votos).
Desde que el país realiza elecciones libres, esta es la primera vez que los salvadoreños otorgan el poder casi absoluto del órgano Legislativo al partido oficial.
Estas son algunas de las claves de la victoria oficialista:
EL HARTAZGO
El hartazgo que los partidos tradicionales Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) han generado entre la población es el principal capital que explotó el mandatario en 2019 y en las elecciones del 28 de febrero.
Arena y el FMLN no lograron desmarcar su imagen de los casos de corrupción atribuidos a los expresidentes Francisco Flores (1999-2004), Elías Antonio Saca (2004-2009) y Mauricio Funes (2009-2014).
Flores falleció en 2016 antes de enfrentar un juicio por el supuesto desvío de 15 millones de dólares de donaciones taiwanesas y Saca guarda prisión desde 2018 tras confesar la malversación de más de 300 millones de dólares del presupuesto estatal, ambos mandatarios llegaron al poder con la bandera de Arena.
Mauricio Funes, quien gobernó por el FMLN y se encuentra en Nicaragua, enfrenta varios procesos penales y entre ellos se encuentra la supuesta malversación de más de 351 millones de dólares.
La cercanía del FMLN con figuras como el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y de Nicaragua, Daniel Ortega, también ha contribuido a su constante desgaste político.
El presidente Bukele, venido del mundo de la publicidad, logró poner en el imaginario colectivo a estos partidos como el enemigo común del «pueblo» y las constantes confrontaciones con estos han mantenido una tensión casi incesante desde que el mandatario se lanzó a buscar la Presidencia.
EL POLÍTICO CONVERTIDO EN CELEBRIDAD
El despliegue publicitario durante la campaña, que solo a Nuevas Ideas le costó 8,72 millones de dólares, se centró en reafirmar ante la población que la formación política oficialista era la de la «N de Nayib».
Las propuestas se vieron desplazadas, casi anuladas, y a la publicidad de NI se sumó la del Gobierno de Bukele que, incluso poco antes de las elecciones, pidió a los salvadoreños «diputados que se sumen» para que empujar «todos para el mismo lado».
Algo similar intentó en su tiempo Saca y Funes, pero sin obtener resultados ni por cerca similares.
A medio jornada electoral del 28 de febrero, Bukele buscó materializar su popularidad y rompió el silencio electoral para pedir a los salvadoreños que salieran a terminar lo que comenzaron con su victoria en febrero de 2019, «operación remate» lo llamó.
LA PANDEMIA
La pandemia de la covid-19 le permitió al Gobierno contar con recursos extraordinarios por más de 3.200 millones de dólares entre deuda externa e interna para atender la pandemia, según reportes de la prensa local.
El Gobierno entregó durante el confinamiento un bono de 300 dólares a unas 750.000 familias, además del reparto de «millones de paquetes alimentarios en todo el territorio», según la Presidencia.
La oposición criticó al Gobierno por continuar, previo a los comicios, con la entrega de comida y el inicio del reparto de computadoras por considerarlo parte de la campaña.
Estas entregas posiblemente difuminaron los señalamientos de posibles actos de corrupción que llevaron a la Fiscalía a realizar una serie de allanamientos y confiscar documentos en diversas carteras gubernamentales.
Lo anterior, por una supuesta malversación de fondos públicos destinados a la pandemia.
BAJA EN LOS HOMICIDIOS
A diferencia de otras elecciones, la situación de la violencia en el país no tuvo un especial protagonismo con la sensible baja en la cifra de homicidios.
De acuerdo con los reportes oficiales, el Plan Control Territorial le permitió al Gobierno bajar la cifra de asesinatos del 2020 a una tasa menor a los 20 homicidios por cada 100.000 habitantes, con lo que se convirtió en «el más seguro desde que se tiene registro».
El Salvador registró en 2015 su tasa de homicidios más alta en la historia reciente con un índice de 103 por cada 100.000 habitantes y llegó a 36 en el 2019.