El área de la bahía de San Francisco ha perdido vecinos tan ilustres como el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, que hace solo unos días informó de que se había marchado a vivir a Texas.
Por EFE
En febrero, era uno de los lugares de EE.UU. más apetecibles para vivir. En diciembre, trabajadores, ejecutivos y empresas históricas como Hewlett Packard y Oracle lo están abandonando a marchas forzadas. La pandemia ha desnudado Silicon Valley y su futuro empieza a ponerse en duda.
Según datos del Servicio Postal de Estados Unidos, entre marzo y noviembre 90.000 vecinos de San Francisco notificaron un cambio de domicilio fuera de la ciudad (en su mayoría con destino a Florida, Nevada y Colorado).
De acuerdo con la estimación del censo, la ciudad tenía en 2019 881.500 habitantes, por lo que una pérdida de 90.000 vecinos equivaldría, de confirmarse, a una reducción de la población de más del 10 % en menos de un año, y por el momento no hay señales de que esta se haya visto compensado con la llegada de nuevos residentes.
ADIÓS A LAS ESTRELLAS
Y luego están los casos anecdóticos, pero de importancia simbólica: el área de la bahía de San Francisco ha perdido vecinos tan ilustres como el consejero delegado de Tesla, Elon Musk, que hace solo unos días informó de que se había marchado a vivir a Texas.
Los mismos pasos ha seguido el máximo directivo de Dropbox, Drew Houston, así como el fundador de Oracle y quinta fortuna del mundo, Larry Ellison, que se ha mudado a una isla de su propiedad en Hawái.
Antes de marcharse, sin embargo, Ellison se aseguró de que hacía lo propio con la compañía que dirige, Oracle, que tras más de 40 años en Silicon Valley y con 6.500 empleados en sus oficinas de Redwood City, también ha trasladado la sede a Austin (Texas).
Un golpe si cabe más duro a nivel simbólico es la marcha, también a Texas, de Hewlett Packard Enterprise, una de las firmas herederas del histórico fabricante Hewlett-Packard, la compañía considerada el origen de Silicon Valley.
UN CAMBIO DE 180 GRADOS
La duda que surge inmediatamente al contemplar estos datos es cómo es posible que la pandemia haya derivado en un cambio de tendencia tan radical y esta región haya pasado en cuestión de meses de ser uno de los principales polos de atracción de población en EE.UU. a estar perdiéndola de forma acelerada.
La respuesta cabe encontrarla en varios factores, pero en líneas generales todos ellos comparten un punto en común: una parte sustancial de trabajadores y empresas aterrizaban y permanecían en el área de San Francisco porque consideraban que no les quedaba más remedio, pero, cuando ha surgido la oportunidad, la han abandonado.
Uno de los costes de vida más altos de todo EE.UU., el intenso tráfico, la fuerte carga impositiva para empresas e individuos, la ubicuidad reguladora de la Administración, la sensación de que la ciudad ha perdido gran parte de su carácter… Los motivos que alegan quienes se marchan son de lo más diversos y dan a entender que hasta ahora vivían en San Francisco, en parte, contra su voluntad.
EL FIN DE UN MITO
«Hasta ahora, si eras un programador muy capacitado, pero tu pareja tenía un buen empleo en Chicago y no os queríais trasladar a Silicon Valley, tenías las puertas de Facebook prácticamente cerradas», cuenta a Efe Rob Atkinson, fundador y presidente del centro de pensamiento especializado en políticas científicas y tecnológicas Information Technology and Innovation Foundation (ITIF).
La pandemia ha acabado con ese mito: con prácticamente todo el mundo en la industria tecnológica trabajando de forma remota -y con visos de seguir haciéndolo durante mucho tiempo o incluso permanentemente-, la necesidad de estar físicamente en el área de San Francisco ya no se justifica.
«Sabemos que hay talento tecnológico fuera de estos ‘hubs’ y el empleo remoto abrirá muchas puertas que hasta ahora permanecían cerradas», indica el investigador.
Es un golpe duro para la región, que está notando cómo los años de vacas gordas ya son cosa del pasado. Tras años de superávits, el Ayuntamiento de San Francisco ha pasado a los números rojos -entre otras cosas, los ingresos por impuestos indirectos se han desplomado un 43 %- y ya ha alertado de que es posible que se produzcan despidos en el sector público.