2026 será un año particularmente desafiante por el endurecimiento de regulaciones ambientales que exigirán una mayor trazabilidad, reducción de residuos textiles y compromisos verificables de descarbonización.
Por Revista Summa
La edición más reciente del informe The State of Fashion 2026, publicado por McKinsey & Company junto a The Business of Fashion (BoF), proyecta un año decisivo para la industria global de la moda. Tras un periodo de crecimiento inestable y un consumidor cada vez más cauto, el sector entra en 2026 con la necesidad de reordenar prioridades, fortalecer su resiliencia y acelerar la adopción de tecnologías que prometen redefinir su futuro inmediato.
El reporte señala que la confianza del consumidor seguirá bajo presión durante 2026, afectada por la persistencia de tensiones geopolíticas, la desaceleración económica en mercados clave y un comportamiento de compra más racional. Aunque el gasto no se detiene, los consumidores están revalorizando lo que significa “calidad” y “valor”, favoreciendo a las marcas que ofrecen durabilidad, transparencia y precios coherentes con su propuesta. Este cambio en el patrón de consumo impulsa un reajuste en la estructura misma del mercado, donde segmentos como valor y mid-market recuperan protagonismo, mientras que el lujo —especialmente el lujo aspiracional— enfrenta un entorno menos expansivo que en años anteriores.
Geográficamente, el impulso del crecimiento se está redistribuyendo. En Estados Unidos y Europa prevalece un consumo más moderado, con mayor sensibilidad al precio y un énfasis en promociones. En contraste, India y el Sudeste Asiático emergen como polos dinámicos gracias al aumento del ingreso disponible y la expansión de la clase media urbana. China, aunque sigue siendo crucial para la industria, avanza con una recuperación menos acelerada, obligando a las marcas a replantear estrategias de omnicanalidad y engagement para sostener competitividad en el mercado.
En cuanto a la cadena de suministro, McKinsey anticipa un 2026 marcado por un avance firme hacia el nearshoring y una diversificación más agresiva. La incertidumbre logística de los últimos años, combinada con mayores exigencias regulatorias y de sostenibilidad, está impulsando a las marcas a acortar distancias, reducir inventarios y apostar por modelos más flexibles. Este cambio estructural también responde a una presión creciente por rentabilidad, ya que los costos laborales y de materias primas continúan elevándose en varios mercados productores tradicionales.
La sostenibilidad sigue en el centro del debate global. El informe subraya que 2026 será un año particularmente desafiante por el endurecimiento de regulaciones ambientales, especialmente en la Unión Europea, que exigirán una mayor trazabilidad, reducción de residuos textiles y compromisos verificables de descarbonización. Las marcas que no logren adaptarse a este nuevo marco regulatorio podrían enfrentar restricciones comerciales, sanciones y un deterioro de la confianza del consumidor. De forma paralela, los eventos climáticos extremos están comenzando a afectar zonas productoras clave, lo que refuerza la urgencia de cadenas de abastecimiento más resilientes.
Uno de los puntos más transformadores del informe es el papel de la inteligencia artificial generativa en 2026. McKinsey destaca que la IA ya no será una herramienta experimental, sino un motor central de eficiencia y creatividad. Las marcas líderes están utilizándola para acelerar el diseño de colecciones, predecir tendencias con mayor precisión, optimizar precios y reducir drásticamente el tiempo y costo de muestreo. En el entorno físico, la IA potenciará la personalización en tienda, mientras que, a nivel de marketing, permitirá experiencias más inmersivas y segmentadas. Sin embargo, el reporte también advierte que las brechas entre empresas que adopten la IA de forma estratégica y las que no lo hagan podrían ampliarse de manera significativa a partir de 2026.
Finalmente, el informe destaca el crecimiento del segmento de consumidores mayores de 50 años, un grupo que continúa aumentando su poder adquisitivo y su presencia digital. Este colectivo se convierte en un motor silencioso de la demanda, especialmente en categorías como lujo silencioso, bienestar, calzado y moda funcional, con comportamientos de compra más estables y menos sensibles a ciclos económicos que los consumidores más jóvenes.
En conjunto, The State of Fashion 2026 revela un escenario en el que la incertidumbre no desaparece, pero sí abre paso a oportunidades claras para las empresas capaces de reorganizar sus prioridades. La combinación de disciplina financiera, innovación tecnológica y una visión centrada en el consumidor será determinante para quienes busquen liderar en un entorno cada vez más competitivo y complejo. Para McKinsey y BoF, 2026 será el año en que la industria decida si su estrategia se adapta a una nueva realidad o queda rezagada frente a los cambios que ya están redefiniendo el sector.

