Hasta us$1.600 millones estarán a disposición de Honduras, Guatemala y Nicaragua en los próximos dos años para invertir en la reducción de la vulnerabilidad frente a desastres.
Por Revista Summa
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó hoy un plan integral para apoyar los esfuerzos de prevención y respuesta ante desastres naturales para Centroamérica, que pondrá a disposición de Guatemala, Honduras, y Nicaragua hasta US$1.600 millones en los próximos dos años. Los países pueden utilizar parte de estos fondos para financiar sus prioridades en áreas como el desarrollo de infraestructura resiliente, la gestión del riesgo de desastres y la provisión de servicios básicos a poblaciones vulnerables.
A estos recursos se suma la creación de facilidades financieras para responder a estos desafíos, así como la generación de una agenda de conocimiento en torno a resiliencia y problemas estructurales vinculados con la gestión de riesgos de desastres naturales.
“Los huracanes Eta e Iota remarcaron la necesidad urgente de contar con infraestructura resiliente, la mitigación al cambio climático y la gestión de riesgos en Centroamérica que reduzca el impacto en las poblaciones afectadas”, dijo el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone. “Cuando llegaron los huracanes, respondimos de forma inmediata y coordinada con el resto de multilaterales, y hoy presentamos un plan para seguir apoyando a la región”.
El BID, como socio estratégico, lleva más de una década acompañando el desarrollo de políticas e inversiones orientadas a mejorar la gestión de riesgos y adaptación al cambio climático en Centroamérica. Esto ha fortalecido los sistemas de alerta temprana y los protocolos de evacuación, así como a las agencias encargadas de estas tareas. Sin embargo, si bien el Índice de Gobernabilidad y Políticas Públicas en Gestión de Riesgo de Desastres (iGOPP) desarrollado por el BID muestra mejoras sustanciales, también confirma que la mayoría de los países de la región tienen aún brechas significativas en la gobernanza de este tipo de riesgos.
En este contexto, el BID ha preparado un plan integral de prevención y respuesta ante desastres naturales. En base a las lecciones aprendidas tras la respuesta ofrecida ante los huracanes Eta e Iota, el plan se implementará de forma coordinada con otras agencias multilaterales como el Banco Mundial, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL); así como otros socios regionales como el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y socios a nivel de cada país.
Además de los recursos financieros puestos a disposición de Honduras, Guatemala y Nicaragua, con el pilar del plan, el BID desarrollará nuevas facilidades financieras para apoyar más tanto a la atención de las emergencias, como a la cobertura de riesgos y adaptación al cambio climático. Así, en diciembre pasado, el BID aprobó la postergación del pago de intereses sobre sus préstamos a raíz de un desastre natural y se lanzaron como piloto los llamados “bonos por catástrofe”, que ofrecen cobertura contra riesgos vinculados a desastres y se adaptan a aquellos riesgos sobre los cuales los países quieran tener cobertura.
Además, BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID, aprobó una nueva facilidad para atender de forma ágil a las micro y pequeñas empresas afectadas por las emergencias. Esta iniciativa, que cuenta como socio a la Fundación Covelo, proporcionará US$60 millones para beneficiar a 40.000 micro y pequeñas empresas afectadas tanto por la pandemia, como por los huracanes, para acceder a préstamos que ayudan a reactivar sus negocios de forma inmediata.
A manera de tercer y último pilar del plan, el BID trabaja en la generación de una agenda de conocimiento para difundir buenas prácticas en materia de gestión de riesgos, mediante una serie de diálogos en la región, en los que se compartirán lecciones aprendidas en otros países, como, por ejemplo, la experiencia de Nueva Orleans en Estados Unidos.
Si bien los países han desarrollado sistemas de alerta ante desastres naturales, el desafío es avanzar hacia la prevención y manejo de la vulnerabilidad frente a estos eventos, acelerando así la implementación de una agenda de adaptación y desarrollo de infraestructura resiliente.