El estudio proyecta que al final del año habría alza de deuda, desempleo y pobreza, además de una caída en los ingresos.
Por El Salvador
Luego de hacer un exhaustivo e integral diagnóstico de la economía, la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) elaboró un plan para reabrir la economía de forma gradual en cuatro fases, el cual fue entregado como un insumo al Gobierno y retomado también por la Asamblea Legislativa en la nueva ley aprobada el lunes.
En la primera fase, que duraría dos semanas, proponen hacer una preparación para la reapertura en la que se vaya haciendo una liberación de restricciones, pero cumpliendo protocolos específicos.
Por ejemplo, el inicio restringido de actividades comerciales, recreativas o físicas residenciales con distanciamiento social. Además de hacer una reapertura de guarderías para quienes deben retornar a sus trabajos y no tienen con quién dejar a sus hijos y mantener el esfuerzo por desarrollar clases en línea.
En esta fase también plantean la reapertura del aeropuerto para salvadoreños en el exterior y que vuelva a operar el transporte, pero con protocolos sanitarios y con pocos pasajeros a los que se les exija el uso de mascarilla.
En la fase 2, la cual proponen que dure tres semanas, el plan de la ESEN indica que se amplíe la operación comercial limitada a un 30% de la capacidad, en caso de no cumplir protocolo de distanciamiento y protocolos específicos por sector.
Se suman en esta etapa el sector construcción, comercios y manufactura, así como los restaurantes (en 30% de su capacidad), pero guardando distanciamiento de mesas y clientes en locales. Además contempla diferentes horarios de trabajo e inspecciones de Salud.
También se permiten actividades religiosas y culturales con una operacion limitada y autorizar reuniones familiares de 10 personas.
La fase 3, cuyo plazo también es de tres semanas, las operaciones comerciales aumentan a un 50%, pero manteniendo protocolos y distanciamiento.
En esta etapa se siguen permitiendo las actividades culturales, religiosas y funcionamiento de guarderías, pero ya las reuniones pueden ser de hasta 50 personas.
Además se integran otros sectores como el de turismo y se permite reapertura de hoteles que no han funcionado como centros de cuarentena y se excluye uso de áreas comunes.
Para la fase 4, el plan contempla que la operación comercial limitada suba a un 75% de capacidad y se mantienen abiertos los sectores y actividades de las tres fases anteriores, pero ya se autorizan reuniones de 100 personas. Y se permite que abra el 75% de los hoteles.
José Everardo Rivera Bonilla, director de la ESEN, destaca que el plan es un aporte desde la academia para que sirva de insumo a los que deben tomar decisiones para una reapertura de la economía que evite el panorama descrito y explica que les llevó tres semanas de trabajo y busca hacer un balance entre “proteger la vida y ganarse la vida”.
Economía cuesta arriba
Además el estudio plantea el panorama económico que se esperaba a inicios de año cuando la pandemia de COVID-19 no había llegado al país y cómo se proyecta que pueda terminar el 2020 por los efectos de la emergencia por el nuevo virus, en índices de ingresos, deuda, déficit, desempleo y pobreza.
El futuro es crítico a la luz de las cifras y en un escenario en el que no se tomen medidas para frenar la fuerte caída económica por la paralización del comercio, la industria y todos los sectores productivos que apagaron sus operaciones debido a las restricciones en decretos Ejecutivos y Legislativos.
Entre los primeros impactos potenciales que la ESEN plasma en su estudio es que el nivel de endeudamiento externo pasaría del 70.2%, que se preveía a comienzos de este año, a más de un 90% al concluir el 2020, si la economía tiene una caída del 8%, lo que implicaría “el mayor endeudamiento en la historia del país”.
Eso significaría, por ejemplo, que de cada $100 que ingresen al país, los salvadoreños deberán pagar $90 en concepto de deuda. Y en el escenario más optimista, el endeudamiento sería del 82.2% en caso que la economía se contraiga 5.4%, como han vaticinado ya varios organismos internacionales.
Y en el caso de la deuda interna, la estimación que se tenía era que fuera de $936 millones en Letras del Tesoro (Letes) y en Certificados del Tesoro (Cetes), que son préstamos de corto plazo que puede adquirir el gobierno sin necesidad de aprobación de la Asamblea, como en el caso de los créditos internacionales. Pero al terminar el año esa deuda podría alcanzar los $1,600 millones.
A eso se le podría sumar que el pago de intereses por lo que el país le debe a bancos internacionales también aumentaría. Por ejemplo, de pagar $1,000 millones que se tenían presupuestados, pasaría a pagar $1,500 millones en 2024, es decir que son $500 millones con los que el país no contaría en este quinquenio para realizar obras, por ejemplo. Y eso es fuera del pago de capital por el dinero que ha prestado el país afuera.
El diagnóstico de la ESEN también ha medido los efectos en el déficit fiscal. Según los datos, de tener una brecha entre los ingresos y egresos de $640 millones, es decir el 3.1% del PIB, que se proyectaban a principios de año, la estimación más optimista es que al final de 2020 sería de $2,200 millones, el 8.7% del PIB, pero podría incluso llegar a ser del 12% si la economía cae hasta un 8%.
Cuando analizan los ingresos, el estudio de la institución académica también plasma una fuerte caída de los fondos con los que podría contar el Ejecutivo para todos los gastos. De esperar a inicios de año que iba a recaudar $5,047 millones podría pasar a recolectar $3,647 millones, es decir que $1,400 millones no ingresarían a las arcas del Estado y eso complicaría las finanzas de las instituciones.
El mismo gobierno ha reconocido que podría recaudar $1,000 millones menos en concepto de impuestos. Según los mismos datos del Ministerio de Hacienda, hasta abril tenía una caída de $338 millones menos en la recaudación.
“Esto llevaría a mayores presiones en el flujo de caja del gobierno y que no sea suficiente para hacer frente en caso de un desastre natural”, explica José Everardo Rivera Bonilla, director de la ESEN.
Ante todos estos indicadores, el diagnóstico plantea que el nivel de desempleo y pobreza aumentarán al final del año.
Indica que solamente entre sector industria manufacturera y comercio, restaurantes y hoteles, en los que se concentra la mitad del empleo formal del sector privado, hay aproximadamente 303,000 empleos en alto riesgo.
Y destaca que 1.5 millones de personas estarían en riesgo de ingresar a la pobreza, lo cual dejaría al país con una tasa de pobreza podría llegar a 54%.