Panamá abre sus puertas a la solución canadiense para el dilema educativo del siglo XXI.
Por Revista Summa
En 1999, el Foro Económico Mundial indicaba que las habilidades más necesarias para los ciudadanos del mundo eran leer, escribir y saber computación. Poco más de 20 años después y ante la llamada revolución industrial 4.0 impulsada por la expansión de la tecnología a todas las áreas profesionales, el mismo organismo ha modificado drásticamente sus recomendaciones, básicamente reconociendo que los sistemas educativos tienen que transformarse rápidamente para afrontar los desafíos profesionales y personales de este siglo.
De tres, ahora las habilidades necesarias suman ocho. Si antes se requería leer, escribir y conocimientos de computación, las habilidades ahora demandan conciencia de sustentabilidad; creatividad e innovación; conocimientos digitales como programación y el uso correcto de la tecnología; habilidades interpersonales como empatía, cooperación, negociación y liderazgo; educación verdaderamente personalizada, donde el sistema debe adaptarse a las necesidades individuales de cada estudiante; enseñanza inclusiva; aprendizaje colaborativo con el objetivo de resolver problemas; y enfoque en desarrollar la habilidad de aprender de por vida.
“El replanteamiento de la educación no es fácil de resolver”, comentó Mateo Cuadras, director de expansión internacional de Maple Bear Global Schools. “Sobre todo, considerando que hay muchos países que aún no han alcanzado niveles de suficiencia en las habilidades más básicas de lectura, matemáticas y ciencias”.
Dentro de este segmento cae Panamá. Los resultados de PISA 2018 para el país muestran que solo el 36% de los estudiantes de 15 años alcanzó los niveles mínimos de competencia en lectura. Por lo que se refiere a ciencias y matemáticas, los porcentajes de suficiencia son aún menores, con 26% para el primero y 19% para el segundo.
Esta situación seguramente se habrá visto agravada tras la pandemia. El Banco Mundial calcula que “la ‘pobreza de aprendizaje”’, definida como el porcentaje de niños de 10 años incapaces de leer y comprender un relato simple, podría haber crecido de 51% a 62,5%. Esto podría equivaler a 7,6 millones adicionales de niños y niñas en educación primaria ‘pobres de aprendizaje’ en la región”.
Ante este panorama, se abre una oportunidad de inversión en educación privada accesible, sobre todo en los niveles primario y secundario. Si bien el panorama económico actual se presenta desafiante, con una cantidad importante de escuelas en peligro de cerrar, la realidad es que las familias de clase media ven en una educación de calidad el salvoconducto a una mejor calidad de vida para sus hijos. Esta creencia se ve comprobada en diversos estudios, incluyendo uno del Banco Mundial de 2012.
Hay países, como Canadá, que destacan en la creación de metodologías educativas que conducen al desarrollo de los llamados Ciudadanos del Siglo XXI. “Inculcar curiosidad y hambre de conocimiento, así como habilidades socioemocionales -también conocidas como habilidades blandas- son parte fundamental de la pedagogía canadiense,” apunta Cuadras.
Dicha pedagogía se ve plasmada en el currículum de Maple Bear Global Schools, una franquicia educativa que recoge las mejores prácticas de las diversas provincias canadienses, para preparar a estudiantes de nuestra región a los desafíos del siglo XXI.
“Animamos a los niños a que asuman riesgos intelectuales; a que se sientan cómodos para hacer preguntas y experimentar sus ideas y teorías. Esa confianza anima a los alumnos a expresarse y a saber que sus ideas y discusiones serán valorizadas. Los alumnos desarrollan habilidades como raciocinio, cuestionamiento e investigación, observando y describiendo, comparando y conectando, encontrando complejidad y explorando puntos de vista. Esas habilidades ayudan a los alumnos a realizar conexiones y a comprender y usar lo que aprendieron en un sentido más amplio, para el resto de sus vidas”, añadió Cuadras.
Ante la realidad de que la gran mayoría de los niños que hoy cursan primaria van a estudiar carreras que todavía no existen y que esta transformación no hará más que acelerarse en los siguientes años, este es el momento idóneo para invertir en educación, tanto a nivel negocio como desde el punto de vista de la competitividad y el crecimiento económico de Panamá.