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Demanda global de energía sigue en aumento con una alta dependencia de combustibles fósiles

Oct 21, 2025 | Noticias de Hoy

Revista SUMMA
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La descarbonización llegará a cada país en función de las políticas, los recursos y las condiciones económicas locales.

Por Revista Summa

La presencia de los combustibles fósiles en la matriz energética mundial persistirá más allá del 2050, incluso en niveles más altos que lo estimado anteriormente, según detalla McKinsey & Company en su más reciente Informe sobre la Perspectiva energética mundial. Aunque sí se espera un descenso en la participación de los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón, la transición energética será más lenta ya que actualmente ronda un 64% del consumo energético y para mediados de siglo continuarán representando entre el 41% y el 55% del esquema.

Dentro de los hallazgos, se visualiza que la adopción generalizada de combustibles alternativos se verá hasta después del 2040, a menos que se imponga la obligatoriedad de su uso. Las energías renovables, especialmente la eólica y la solar son las que están siendo adoptadas en muchas regiones de forma más masiva y podrían representar más de la mitad de la generación eléctrica hacia mediados de siglo. El crecimiento de las baterías para almacenamiento energético crecerá 15 veces para el 2050.  

El informe también destaca la expectativa sobre el aumento mundial de la demanda de energía, impulsada por los centros de datos en Estados Unidos, Europa y China, y el transporte eléctrico en Europa, aunque se espera que la demanda aumente en todas las regiones a medida que se expande la digitalización. No obstante, las inversiones que se están realizando en tecnologías bajas en carbono en la mayoría de las regiones son insuficientes.

Desafíos de la descarbonización del sistema eléctrico. En el análisis se destaca que se requieren inversiones significativas en infraestructura, reestructuración de las redes eléctricas y tecnologías de respaldo firmes (geotérmica, hidroeléctrica o nuclear), y esto hace que la descarbonización sea más costosa. Para muchos gobiernos, asumir estos costos es una decisión pendiente y en muchos casos, se prioriza la asequibilidad y la seguridad por encima de la descarbonización, generando tensión entre los objetivos climáticos y el entorno económico. 

Las decisiones de consumo energético se debaten entre la seguridad, el acceso y reducción de emisiones. McKinsey plantea tres escenarios posibles para la transición energética proyectada hacia el 2050, con diferentes resultados en cuanto a la velocidad y el impacto climático esperado:

  • Evolución lenta: con políticas fragmentadas y poca coordinación internacional, donde los combustibles fósiles sostengan un 70% de la demanda energética y las emisiones se reduzcan solo en un 10% con respecto a los niveles actuales. La temperatura proyectada en el año 2100 aumentaría 2,7°C.
  • Impulso constante: con un avance parcial en objetivos climáticos e inversiones verdes y una mezcla de uso de energías renovables con combustibles fósiles, apuntando a reducir las emisiones hasta en un 45% para mitad de siglo. La temperatura en el año 2100 aumentaría entre 2,1°C y 2,4°C.
  • Transformación sostenible y carbono neutralidad: donde existan cambios drásticos en políticas y financiamiento masivo, y las energías renovables dominen la matriz energética. Se lograría una reducción de emisiones hasta de 75% para el 2050, y la temperatura proyectada se elevaría cerca del 1,5°C, en línea con la expectativa del Acuerdo de París, aunque requeriría inversiones anuales adicionales por u$s3,2 billones.

La planificación energética deberá considerar el crecimiento expansivo de los centros de datos, como un factor estructural y no necesariamente coyuntural.

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