Centroamérica y República Dominicana es una de las áreas más vulnerables al cambio climático.
Por EFE
Centroamérica y la República Dominicana, una de las áreas «más vulnerables al cambio climático», parecen ser la región «perfecta» para instalar un «gran laboratorio de acción climática» que permita recoger experiencias basadas en la naturaleza para mitigar los impactos ambientales, sociales y económicos de la crisis climática.
Así lo plantearon este miércoles los participantes en el «Diálogo de alto nivel: Soluciones basadas en la naturaleza en el Corredor Seco de Centroamérica y las zonas áridas de República Dominicana», organizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD).
«Centroamérica y República Dominicana es una de las áreas más vulnerables al cambio climático y es el sitio perfecto para, lo que yo denomino, el gran laboratorio de acción climática», dijo el director ejecutivo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), Carlos Manuel Rodríguez.
En Centroamérica se encuentra el Corredor Seco, una extensión en el litoral Pacífico expuesta a prolongadas etapas de sequías y, por su contrario, catastróficas inundaciones, y en la que viven unos 10 millones de personas a lo largo de El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, la gran mayoría dependiente de la agricultura y con inseguridad alimentaria.
La gran mayoría de los cerca de 50 millones de habitantes de América Central son pobres, una parte de ellos vive en áreas rurales y solo come lo que produce, generalmente maíz y fríjol, en lo que se llama agricultura de subsistencia.
«Lo que sucede en Centroamérica y República Dominicana puede pasar en el resto del planeta, eso significa que lo que hagamos (aquí) es un laboratorio de acción climática para recoger experiencias y replicarlas a nivel global», añadió Rodríguez.
SOLUCIONES BASADAS EN LA NATURALEZA
Rodríguez explicó que es «un proyecto a nivel regional que usa la naturaleza como un método eficiente para resolver los problemas económicos y sociales».
Las soluciones basadas en la naturaleza pueden ayudar a restaurar «los servicios ecosistémicos» garantizando el suministro de agua, la prevención de desastres y la continuidad de la agricultura para contribuir a largo plazo a «combatir» el hambre y crear fuentes de ingresos para las comunidades, dando alternativas a la migración, mientras se protege la biodiversidad, según la ONU.
«Las soluciones basadas en la naturaleza son necesarias con prácticas como la reducción de la desforestación, manejo de orgánica, uso de variedades criollas o reforestar partes altas de la cuenca», señaló el director regional del PNUMA en América Latina y el Caribe, Leo Heileman.
Para el representante regional para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas de la Alimentación y la Agricultura, Julio Berdegué, estas soluciones hay que vincularlas con «acciones relacionadas con las desigualdades».
«ESPANTOSA» INSEGURIDAD ALIMENTARIA EN EL CORREDOR SECO
«El tema de seguridad alimentaria en Centroamérica y en concreto en el corredor seco es espantosa», expresó preocupado Berdegué.
Según datos citados por Berdegué, en el Corredor Seco, 7,5 millones de personas padecen inseguridad alimentaria severa y 5,8 millones que padecen hambre.
Solo en Guatemala y Honduras 2,5 millones de personas están en una situación de inseguridad alimentaria «crítica, que son donde estas personas empiezan a poner en riesgo su vida», apuntó Berdegué.
El 11,6 % niños y niñas de Centroamérica sufren desnutrición, con tasas del 46,5 % en Guatemala y del 22,6 % en Honduras, agregó el funcionario.
«Tenemos casi 2 millones de agricultores en el corredor seco, y estas personas solo en 2014 perdieron 465 millones de dolares por la sequía; en 2019, otra vez sequía y lluvia, 2,2 millones de personas perdieron sus cosechas. Ahora tenemos el huracán Eta y veremos cuántos productores terminan afectados», añadió.
Estos cambios climáticos «cada día más agudos, severos y frecuentes generan el 50 % de la migración en las zonas rurales», y la mitad son jóvenes, por lo que «quienes podrían resolver el problema están optando por irse», afirmó Berdegué.