En Guatemala, donde uno de cada dos niños sufre de desnutrición según organismos internacionales, el tema de la inseguridad alimentaria está siempre vigente.
Por EFE
El representante de la FAO en Guatemala, Ricardo Rapallo, manifestó en una entrevista su preocupación a corto plazo por el riesgo alimentario en el que se encuentran por diversos motivos 3,7 millones de personas en el país, incluidas 400.000 en «estado de emergencia o crítico».
Rapallo, nombrado en agosto pasado como representante para Guatemala del programa de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), aseguró durante una charla con Efe que esas 3,7 millones de personas «se encuentran en inseguridad alimentaria aguda» y «son personas que hoy ya tienen problemas para garantizar su alimentación».
«Teníamos algunos datos preliminares internos que señalan que en el último año personas que ingresaban a través de la agricultura en torno a 1.700 o 1.900 quetzales al mes (de 220 a 246 dólares), en los últimos meses están ingresando casi el 50 % menos, en torno a 900 quetzales (116 dólares)», indicó el representante de la FAO, de nacionalidad española.
Rapallo señaló que esas 400.000 personas requieren ser atendidas «de una manera urgente» y «van a necesitar de ayuda estatal».
De acuerdo con cifras oficiales, el 59 % de los 16,3 millones de guatemaltecos vive en la pobreza. Sin embargo, la cifra es previa a la pandemia, por lo que podría ser superior especialmente después de la destrucción provocada en algunos departamentos del país por los huracanes Eta y Iota en noviembre pasado.
EL PANORAMA A FUTURO
«Evidentemente, mientras se prolongue la pandemia y los efectos económicos negativos se profundicen, los pronósticos en relación a la inseguridad alimentaria y del hambre no son positivos», precisó Rapallo durante la entrevista, celebrada en las oficinas de la entidad al sur de la Ciudad de Guatemala.
«Todo parece indicar que en Guatemala, junto al resto de los países de la región, los niveles de pobreza, pobreza rural e inseguridad alimentaria van a incrementarse en los próximos meses», añadió el ingeniero agrónomo.
Es por ello que desde la FAO, afirma Rapallo, «hacemos un llamado para que efectivamente se sigan manteniendo las políticas y los programas de apoyo social para garantizar al menos una alimentación digan para los grupos de la población que se están viendo afectados de manera severa».
El representante del programa de la Organización de Naciones Unidas (ONU) detalló que actualmente trabajan en tres áreas distintas en busca de erradicar problemas a corto, mediano y largo plazo.
Rapallo explica que en la parte «más grave, la de la desnutrición crónica», apoyan al Gobierno guatemalteco «en seguir impulsando su Cruzada Nacional por la Nutrición» y con los «sistemas alimentarios».
La segunda área abarca la colaboración al Estado en «reactivación económica y la generación de empleos», pero «ojalá una generación de empleos más inclusiva en el área rural».
«Crear climas de negocios para que los comerciantes se incorporen a cadenas con buen rendimiento económico e incentivar a los jóvenes a que trabajen en la agricultura y no migren ilegalmente», indicó.
Y por último, la última área de apoyo de la FAO radica en «el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales y contribuir a una mayor resiliencia en el área rural».
EL CASO ESPECÍFICO DE GUATEMALA
En Guatemala, donde uno de cada dos niños sufre de desnutrición según organismos internacionales, el tema de la inseguridad alimentaria está siempre vigente dentro de la población, en opinión de Rapallo.
«En los últimos 20 años que he podido seguir el contexto político del país, el hambre y la desnutrición siempre están en las campañas electorales», subraya.
«Es un tema que preocupa desde un punto de vista político y mediático. El problema es después, cuando esa preocupación no la vemos reflejada de manera suficiente en los presupuestos públicos y en los programas», apostilló.
Rapallo indica que pese a la pandemia ha podido viajar a varias regiones de Guatemala donde constata que «los problemas y los desafíos siguen estando presentes», especialmente en el Corredor Seco y departamentos como Alta Verapaz y Baja Verapaz.
«Es un poco la realidad, esa doble cara que te da Guatemala, de una riqueza, belleza y biodiversidad. Es también oportunidades dinámicas y económicas, pero ves también que permanecen rezagos y desafíos enormes en términos de servicios públicos y calidad para la zona rural», concluyó.