También, evidencia que los créditos en Costa Rica se destinan principalmente a refinanciar deudas, que la mitad de los consumidores con préstamos activos compromete al menos el 50% de sus ingresos.
Por Revista Summa
Endeudarse no solo compromete el bolsillo de los costarricenses, también genera un impacto emocional considerable. Específicamente, el 57% de los costarricenses que solicitan un crédito sufren de estrés a la hora de realizarlo.
Esta es una de las principales conclusiones que arrojó el reciente estudio “Radiografía del Consumidor Crediticio en Costa Rica”; elaborado por la firma STAMINA, y liderado por el investigador Carlos Meléndez. El estudio fue presentado en el marco del evento Fintech Summit 2025.
Durante su presentación, el investigador señaló que también existe entre los consumidores crediticios un uso recurrente del crédito para cubrir deudas anteriores, más que para generar nuevas oportunidades. Esto, añadió, genera una alta presión financiera.
“El crédito forma parte de la vida cotidiana de muchos costarricenses. Sin embargo, pocas veces se analiza con profundidad qué tan accesible es, cómo lo utilizan las personas y qué emociones despierta. Detrás de cada tarjeta, préstamo o financiamiento, hay historias de aspiraciones, esfuerzos por cumplir metas y también preocupaciones que pesan sobre los ingresos del hogar. En un país donde la educación financiera aún es una tarea pendiente, comprender la relación de los consumidores con el crédito es clave para identificar oportunidades de inclusión, innovación y confianza en el sistema financiero”, comentó Meléndez, quien además es el director de STAMINA.
Principales conclusiones del estudio
Específicamente, el estudio de STAMINA muestra que la mitad de los costarricenses encuestados con créditos activos compromete, al menos, el 50% de sus ingresos para pagar deudas.
Además, uno de los principales hallazgos es que los préstamos personales en Costa Rica se utilizan, en gran medida, para refinanciar deudas ya existentes. Meléndez explicó que esta práctica refleja una tendencia a recurrir al endeudamiento como mecanismo para atender obligaciones pasadas, lo que dificulta romper con el ciclo del sobreendeudamiento.
“En lugar de convertirse en una herramienta de crecimiento, el crédito se usa principalmente para cubrir huecos financieros inmediatos. También señala un nivel de vulnerabilidad financiera que limita la capacidad de ahorro e inversión y genera una fuerte carga emocional en las personas”, agregó el investigador.
Adicionalmente, el estudio muestra que un 46% de los encuestados considera contar con la información suficiente para tomar decisiones sobre créditos. Sin embargo, la percepción contrasta con la realidad. Esto porque una amplia mayoría reconoce que necesita fortalecer su preparación. Específicamente, el 71,3% de los entrevistados manifiesta necesitar más educación financiera.
Para el director de STAMINA, esto confirma la existencia de vacíos de conocimiento que afectan la forma en que las personas administran sus finanzas. “Este hallazgo es crítico: no basta con ampliar la oferta crediticia, se requiere acompañamiento y programas educativos que generen confianza y uso sostenible del crédito”, dijo.
Riesgo de créditos informales
Otro hallazgo relevante es que el 8% de los encuestados declaran haber recurrido a créditos informales. Estas opciones, al no estar reguladas, suelen implicar condiciones poco favorables y un riesgo mayor para los consumidores crediticios.
Según Meléndez, “aunque minoritario, esto revela que, ante la falta de acceso formal (requisitos, trámites, historial), todavía existe una brecha de inclusión financiera que cubren actores de alto riesgo y, en ocasiones, de condiciones poco transparentes”.
Perfiles crediticios
Adicionalmente, casi la mitad de los encuestados (48,2%) reporta tener un crédito activo. El informe señala que este dato refleja dos elementos clave. El primero es que la penetración del crédito aún es limitada, ya que más del 50% de la población no participa activamente en este sistema.
Además, el crédito está concentrado en perfiles específicos (personas entre los 30 y los 55 años, con educación superior a secundaria y vínculos laborales formales), lo que indica que el acceso sigue estando fuertemente relacionado al nivel educativo y la formalidad del empleo, lo que excluye a una parte significativa de la población.
A nivel de plataformas para acceder al crédito, las tarjetas de crédito (54,8%) y los préstamos personales (48,4%) son los instrumentos más comunes.
Oportunidades para las Fintech y proyecciones del crédito
Los resultados muestran que en la actualidad existe una gran oportunidad para las empresas Fintech. Ello porque más de la mitad de los encuestados manifestó interés en obtener créditos a través de este tipo de compañías, aunque todavía existe desconocimiento que genera desconfianza en el otro 50%.
Aquí hay una ventana estratégica. Las Fintech pueden diferenciarse en la agilidad, simplicidad y personalización del crédito. Adicionalmente, existe un mercado educable porque quienes hoy no confían en Fintech es, en gran medida, por desconocimiento, no por rechazo real. También, una estrategia de comunicación clara y programas de educación financiera digital pueden acelerar la adopción”, afirmó Meléndez.
Finalmente, el estudio de STAMINA analizó las principales motivaciones de adquisición de un crédito a futuro. Estas, añadió, están ligadas a proyectos de vida y movilidad social. Entre ellos, compra de vivienda, emprendimientos y vehículos.
Sin embargo, la investigación también menciona que los consumidores demandan condiciones más competitivas (tasas de interés más bajas), trámites simplificados y ágiles, y asesoría personalizada por parte de las entidades financieras.
“El mensaje es claro: la demanda existe, pero los consumidores evitan procesos engorrosos y condiciones rígidas”, concluyó el director e investigador de STAMINA.
El estudio se realizó utilizando una metodología con enfoque cuantitativo. En una primera fase se utilizó la técnica de Desk Research, o investigación de escritorio, donde se recopiló información de fuentes secundarias oficiales. En una segunda fase se aplicó una encuesta a 450 costarricenses entre 18 y 70 años, de todo el territorio nacional y de niveles socioeconómicos: bajo, medio bajo, medio-medio, medio-alto y alto, con un margen de error de ±4,6% y con un 95% de nivel de confianza.