Se coincidió que es necesario contar con una agenda para el fortalecimiento de los mercados de carbono, generar capacidades y crear espacios de cooperación entre los países.
Por Revista Summa
El desarrollo de mercados de carbono puede ser una herramienta positiva no solo para alcanzar las metas globales de mitigación y adaptación al cambio climático, sino también para contribuir al desarrollo sostenible e inclusivo de América Latina y el Caribe.
Así lo señalaron expertos de organismos internacionales e instituciones financieras públicas y privadas, en un foro que tuvo lugar en Buenos Aires en el que se discutieron las perspectivas que abren los mercados de carbono para la región con participación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
La actividad fue organizada por el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) y el argentino Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) y puso el foco sobre las oportunidades que brinda el artículo 6 del Acuerdo de París, norma que fija la pauta de los mercados de carbono, regulados y voluntarios, que se presentan como una oportunidad para movilizar financiación hacia los países de América Latina y del Caribe, gracias a su aporte a la mitigación del cambio climático, asegurando la integridad y la transparencia de las operaciones.
En ese sentido, los participantes coincidieron en que es necesario contar con una agenda para el fortalecimiento de los mercados de carbono, la generación de capacidades nacionales y regionales, y la creación de espacios de cooperación entre los países y los distintos actores del mercado para un mejor posicionamiento de la región en este tema.
“Ante el desafío global que plantea el cambio climático, muchas veces se dice que nuestra región no es un problema sino una solución. Y efectivamente lo somos desde muchas perspectivas, pero para transformar el potencial en realidad uno de los temas es el financiamiento y para ello los mercados de carbono representan una oportunidad”, afirmó Jorge Srur, Gerente Regional Sur de CAF.
Por su lado, Mariano de Miguel, presidente BICE señaló que “hasta hace unos años, el desarrollo podía prescindir del cuidado del ambiente e incluso verlo como un escollo. Hoy eso ya no es así. Al contrario, el cuidado del ambiente puede ser una herramienta para el desarrollo y los mercados de carbono pueden ser muy importantes”.
En la jornada también participó la Secretaria de Cambio Climático de Argentina, Cecilia Nicolini, quien aseguró que ocuparse de la adaptación al cambio climático es atender las necesidades de las personas más vulnerables.
“En la gestión climática –dijo- hay oportunidades para el desarrollo sostenible. La primera es encontrar ahorros donde hoy existen las pérdidas. En el sector agropecuario de la Argentina padecimos este año una sequía que costó más de 20.000 millones de dólares. Esos fenómenos van a tender a repetirse y por eso lo que hoy invirtamos en acción climática nos va a permitir ahorros futuros”.
Nicolini explicó que actualmente se está negociando a nivel internacional el uso de los mercados de carbono y aseveró que deben ser justos “para que puedan ser un mecanismo que nos equilibre y compense las injusticias históricas de una situación climática que los países de América Latina y el Caribe no hemos causado y de la que somos víctimas”.
El papel del agro
Kelly Witkovski, Gerente del Programa de Acción Climática y Sostenibilidad Agropecuaria del IICA, se refirió a los desafíos que enfrenta el sector agrícola para tener una mayor participación efectiva en los mecanismos de mercados de carbono.
“Es muy importante tener el agro representado en todos los espacios de debate nacionales e internacionales sobre mercados de carbono. Para ser parte de la solución al cambio climático tenemos que estar presentes y hacernos escuchar en los lugares de decisión. El agro tiene un papel fundamental para jugar no sólo en cuando a la resiliencia ante las catástrofes naturales, sino también en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”, sostuvo.
Witkovski precisó que el sector AFOLU (Agricultura, Ganadería, Forestación y otros Usos de la Tierra) representa casi el 50% de las emisiones en América Latina, y que a su vez, el agro aporta la cuarta parte. “Vemos hoy que el agro no es una parte tan importante de los mercados de carbono y creemos que el sector puede expandir su oferta de créditos si supera varios desafíos”.
“El productor agropecuario –explicó- vive en un contexto de constantes riesgos y es difícil determinar si los mercados de carbono le ofrecen una oportunidad o si los riesgos son mayores al incentivo. Hay mucha incertidumbre, ya que se están acercando muchos desarrolladores de proyectos, con diferentes propuestas, y esa fragmentación quita confianza. Los productores tienen dudas en cuanto a por qué deben compartir tantos datos de su producción, quién los va a usar y para qué”.
La especialista del IICA también afirmó que el precio del carbono en América Latina y el Caribe debe elevarse significativamente para constituir un verdadero incentivo para los productores y puntualizó que los países de la región aún pueden trabajar mucho para darle mayor envergadura a los mercados voluntarios en el agro.
En ese sentido, Alejandra Mazariegos, especialista en mercados de carbono del Banco Mundial, presentó un relevamiento del que surgió que los precios en la región siguen por debajo de los niveles necesarios para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.
“En la región todos los precios están por debajo del rango recomendado, a excepción del impuesto al carbono de Uruguay, que se aplica a la gasolina”, precisó Mazariegos, quien informó que, si bien los mercados regulados fueron reglamentados en la COP 26 de Glasgow, aún quedan distintas cuestiones a resolverse, en cuanto a los mercados voluntarios.