La IA pondrá un poder inabarcable en manos de gente con cualquier intención en cualquier ámbito del ser.
Por EFE
El cineasta Bennett Miller, artífice de filmes como «Capote» (2005) o «Moneyball» (2011) y que lleva años preparando un documental sobre tecnología, es la discreta firma de una exposición de arte en Nueva York que está dando que hablar por su autora más visible: la inteligencia artificial (IA).
La muestra sin título en la prestigiosa galería Gagosian consiste en una veintena de obras, también sin titular, que parecen fotografías antiguas ambientadas en el Lejano Oeste y retratan, en color sepia y medio desenfocadas, figuras saltando al vacío, paisajes áridos y rostros de niños que dejan una sensación nostálgica e inquietante.
Para su proyecto cinematográfico, del que ha trascendido que se llamará «A better world» (Un mundo mejor), Bennett tuvo acceso temprano al programa DALL-E de la empresa OpenAI gracias a una entrevista con su creador, Sam Altman, y dio algunas pistas a EFE sobre lo que ha aprendido y lo que quiere transmitir.
«La IA pondrá un poder inabarcable en manos de gente con cualquier intención en cualquier ámbito del ser. ¿Estamos listos para estos poderes inminentes que parecemos estar impelidos a crear?», dijo en un correo el artista, que ha entrevistado a «numerosas» figuras involucradas con la IA en los últimos cinco años.
«Estamos en un precipicio de transformaciones que desafían la imaginación y no parece haber adultos en la sala. Aunque el potencial para hacer el bien es extraordinario, no creo que nadie pueda entender por completo los problemas que estas tecnologías están creando, ni mucho menos cómo gestionarlos», advirtió.
En la galería, Miller cede la palabra al escritor chileno Benjamín Labatut para un manifiesto que ahonda en su proceso de creación de las obras y señala que «tienen algo que raramente hemos visto antes en imágenes generadas digitalmente, algo que también falta en buena parte del arte moderno: un aura innegable».
«La gravedad del pasado presta su peso a estas imágenes. Es como si las hubieran sacado de la oscuridad, conjurado desde el vacío con ayuda de la tecnología. Son extrañas y familiares al mismo tiempo, como fantasmas de un mundo que nunca fue, almas capturadas por una red neural», abunda el autor de novelas distópicas.
CRUZAR EL RUBICÓN DIGITAL
Labatut revela que el cineasta generó más de cien mil imágenes a través de una versión de DALL-E que pronto dejará de existir por la evolución de los algoritmos, y considera que el fruto de esta «interacción» con un ser superior -al que logró convencer de que tenga «alucinaciones»- se convertirá en una «reliquia» de su tiempo.
DALL-E, cuyo nombre es un juego de palabras entre Dalí y Wall-e, el simpático robot de Pixar, es una herramienta de AI generativo capaz de crear imágenes a partir de una descripción de texto y, como sus rivales Midjourney o Stable Diffusion, ofrece aplicaciones que para algunos son una ventaja y para otros, una amenaza.
Su uso está dando lugar a preocupaciones de carácter cultural, legal y económico en torno a la originalidad, el plagio y la viabilidad de algunas especializaciones profesionales; problemas que se suman a los que reviste a mayor escala la IA, como los fallos de sesgo o la susceptibilidad a la manipulación.
«Las nuevas obras de Miller son testigo de que estamos cruzando el Rubicón digital», señala la galería en una nota de prensa, en la que reconoce el «poder transformador de la nueva tecnología» y anticipa un gran cambio de percepción que llevará a la sociedad a «replantearse lo que significa exactamente ser humano».
«Con esta exposición, espero que los espectadores se vean animados a considerar la importancia de cómo estas obras fueron creadas y espero que haya una apreciación de cómo las obras en sí son producto no solo de la IA, sino de esas mismas preocupaciones», concluyó el cineasta.