Las votaciones del domingo en Nicaragua dejaron en evidencia la disminución de Ortega en su popularidad, su incapacidad de movilizar hasta a sus mismos simpatizantes.
Por EFE
El exguerrillero Daniel Ortega asumirá su quinto mandato de cinco años y cuarto consecutivo el 10 de enero de 2022, con lo que podrá permanecer en el cargo hasta 2027 y cumplir 20 años seguidos en el poder, un caso inédito en la historia de Nicaragua, con el apoyo de Bolivia, Cuba, Irán, Rusia y Venezuela, pero no del resto de la comunidad internacional, opinaron este lunes analistas consultados por Efe.
El líder sandinista, que retornó al poder en 2007 tras coordinar una Junta de Gobierno de 1979 a 1985 y presidir por primera vez el país de 1985 a 1990, se encamina hacia su quinto mandato tras ser reelegido con el 75,92 % de los votos en los comicios de este domingo, pero no ha logrado el reconocimiento de la mayoría de la comunidad internacional, incluido Estados Unidos y la Unión Europea (UE), que este lunes desconocieron ese proceso.
El proceso ha sido desconocido bajo el argumento de que se cerraron los espacios democráticos con los arrestos de siete aspirantes a la Presidencia por la oposición que se perfilaban como los principales contendientes de Ortega, la disolución de tres partidos políticos, el control sandinista sobre el órgano electoral, entre otros.
ENTRE APERTURA O ATRINCHERAMIENTO
Para el analista para Centroamérica del International Crisis Group, Tiziano Breda, las votaciones del domingo en Nicaragua dejaron en evidencia la disminución de Ortega en su popularidad, su incapacidad de movilizar hasta a sus mismos simpatizantes, y que se impuso la percepción de que «se había cerrado la vía electoral en el país».
«Creo que es un mensaje que llegó fuerte y claro a El Carmen (el residencial en donde viven en Managua) y tendremos que ver cuál será la respuesta» del mandatario, señaló.
A juicio del analista, Ortega está claro de que difícilmente podrá sostener su Gobierno si no intenta recuperar parte del apoyo de ciertos sectores y de la población, y, por tanto, debe intentar cambiar sus tácticas «por lo menos para asegurar la gobernabilidad de un Gobierno de un mandato que no goza de legitimidad ni interna ni internacional».
Es decir, continuó Breda, el proceso, que ha sido cuestionado por la comunidad internacional, debería generar «algunas aperturas» por parte de Ortega, «en lugar de algún atrincheramiento cada vez más sistemático».
LA VULNERABILIDAD DE ORTEGA
Por otro lado, el analista explicó que si bien Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, «han dejado claro que para ellos permanecer en el poder es una cuestión elemental» y que «están dispuestos a todo», están expuestos a recibir mayor presión externa.
«Primero es que han cruzado líneas rojas, han excedido la represión electoral, han ido más allá de muchos otros Gobiernos autoritarios, y la segunda es que la economía de Nicaragua y los recursos que tienen a su disposición, internos y externos para mantenerse en el poder y mantener la maquinaria estatal, no son extensos como los de otros países», y eso es una vulnerabilidad, anotó.
«Dependiendo de como ciertos sectores internos, principalmente el económico, y externos, en la comunidad internacional, respondan a esta farsa electoral, pueda la presión jugar un papel» en Nicaragua, apuntó.
El representante de Crisis Group dijo que han sugerido «que la presión tiene que ser coordinada, robusta, pero también integrada como parte de una estrategia más amplia de acercamiento a la crisis de Nicaragua», que estalló en abril de 2018.
La comunidad internacional no debe anhelar únicamente acorralar al Gobierno y a sus funcionarios, «sino que intente, deje algún tipo de hoja de ruta con demandas claras», planteó.
De esa forma, según Breda, la pelota estaría en la cancha de Ortega y Murillo y serán ellos quienes decidirán si «quieren ser recordados como unos dictadores más en el país, o si quieren guardar algún tipo de memoria en cierta parte de la población».
NICARAGUA CAMINO AL AISLAMIENTO
Para Eliseo Nuñez, analista político de tendencia liberal, es notorio el rechazo internacional hacia los comicios organizados por los sandinistas, porque «tienen un problema de credibilidad serio».
A juicio de Núñez, Ortega encamina a Nicaragua a un «aislamiento total» internacional, cuyos países no compran el «mundo alternativo» que ha creado la narrativa oficial.
«No se da cuenta de que ese mundo sólo existe para él y su gente. El resto del mundo ni le cree, ni lo quiere», dijo Núñez a Efe.
En tanto, para Amnistía Internacional la anunciada reelección de Ortega augura un nuevo y terrible ciclo para los derechos humanos en Nicaragua.
«Este nuevo y consecutivo mandato de Daniel Ortega y Rosario Murillo, como presidente y vicepresidenta, vaticina la perpetuación de las estructuras que han implementado la estrategia represiva contra voces críticas y garantizado la impunidad de crímenes del derecho internacional», dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de AI.
Además, este nuevo periodo presagia la continuidad de la migración nicaragüense, agregó.