Panamá y Costa Rica implementaron en el 2016 el «flujo controlado» ante la avalancha sin precedentes de migrantes.
Por EFE
Centroamérica alista un protocolo para «acompañar» en su tránsito por el istmo a miles de migrantes extrarregionales que viajan hacia Norteamérica, un flujo que ha registrado en los últimos meses un crecimiento estacional, dijeron a Efe funcionarios de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Los países centroamericanos, con altos niveles de pobreza y violencia, afrontan un gran desafío frente a estos movimientos humanos, más tomando en cuenta que algunos de ellos, como Honduras y Guatemala, también son naciones de origen de migrantes que buscan llegar a Norteamérica.
Solo en los cuatro primeros meses de este año han llegado a Panamá, la puerta de entrada al istmo desde Suramérica, 11.370 migrantes extrarregionales en tránsito, según datos de la oficina de Migración panameña citados en una entrevista con Efe por el jefe de Misión de la OIM en este país, Santiago Paz.
Ante el hecho de que estos migrantes no tienen la intención de quedarse en Centroamérica – que tampoco presenta condiciones para acogerlos masivamente- y la perspectiva de que estos flujos no se van a detener, los países del istmo trabajan en «una serie de coordinaciones comunes», dijo por su parte Jorge Peraza, jefe de Misión para los países del norte de Centroamérica de la OIM.
Cada país centroamericano tiene procedimientos regulatorios propios, a lo que se puede atribuir por ejemplo que una vez que los grupos de migrantes «llegan al norte de Centroamérica, a Guatemala y Honduras, que es la ruta» que siguen, «los flujos tienden a ser más rápidos, que no es necesariamente lo que ocurre en el cruce Colombia-Panamá», explicó a Efe el funcionario de la OIM.
«Se está terminando un protocolo que refleja lo que es esta articulación entre autoridades migratorias de la región para dar este acompañamiento» a esta población en movilidad, «reducir al máximo la violación de los derechos humanos y particularmente combatir, en alguna medida, las situaciones de tráfico ilícito de migrantes y de trata de personas», afirmó Peraza.
Desde principios de este año se ha estado discutiendo en el marco de la Comisión Centroamericana de Directores de Migración cómo alinear las «coordinaciones» en esta materia, no para frenar sino «para que el acompañamiento del tránsito se dé en las mejores condiciones humanas».
El funcionario internacional recalcó que ya «en el pasado se han establecido criterios de coordinación entre las autoridades migratorias», como es el caso del llamado plan de flujo controlado «que todavía es efectivo entre Panamá y Costa Rica, donde hay un acompañamiento en el tránsito» de los migrantes extrarregionales.
Panamá y Costa Rica implementaron en el 2016 el «flujo controlado» ante la avalancha sin precedentes de migrantes cubanos que llegó al istmo en su viaje hacia EE.UU., lo que generó una crisis humanitaria en la región.
UNA NUEVA OLA, ESPECIALMENTE DE MIGRANTES HAITIANOS
El jefe de Misión para Panamá de la OIM dijo que el alza en la cifras de migrantes extrarregionales que se ha observado en los últimos meses obedece a un comportamiento cíclico, asociado con la época seca que facilita el paso por la peligrosa selva del Darién, la frontera natural entre el país centroamericano y Colombia.
«Esta es una ola que se produce todos los años durante la temporada seca, que va desde noviembre del año anterior hasta abril o mayo del siguiente, pero en el transcurso del año hay un número inferior de migrantes» extrarregionales llegando a Centroamérica, dijo Paz.
Obviamente en este patrón hubo una «excepción en el 2020 por la restricción de la circulación» a través de las fronteras por la pandemia de la covid-19, precisó.
La mayoría de esta población en movilidad es de origen haitiano, personas que salieron de la isla caribeña tras el terremoto de 2010 y estuvieron afincados en Brasil y Chile aprovechando lo pujante de esas economías y que ahora salen debido a la crisis derivada de la pandemia.
«En su trayecto pasan por países como Perú, Ecuador y Colombia y llegan a la selva del Darién, que no solo es peligrosa por su vegetación sino también por sus condiciones hidrográficas (…) es por eso que buscan la temporada seca (para cruzar). Es un territorio peligroso porque además por ahí hay muchos negocios ilícitos como tráfico de armas, de drogas y de personas», añadió Paz.