El debate sobre la reducción del consumo de carne no es nuevo, pero se ha intensificado en particular desde la presentación el pasado mayo de la estrategia «De la Granja a la Mesa».
Por EFE
La preocupación por el medioambiente y por la salud está llevando a la Unión Europea a plantear cambios en el consumo hacia una dieta más sostenible, con menos carne, un objetivo políticamente sensible en el que Bruselas avanza poco decidida ante los recelos que despierta, sobre todo entre los productores.
PLAN CONTRA EL CÁNCER
El asunto volvió a estar en primera línea esta semana, durante la presentación del plan europeo contra el cáncer.
Un primer borrador de ese plan, al que tuvo acceso Efe, incluía como objetivo «poner fin de manera progresiva» a las campañas europeas de «promoción de alimentos vinculados con el cáncer, como la carne roja y procesada».
En el documento definitivo, ese objetivo quedó diluido en una referencia a una política de promoción europea que esté «en línea con el cambio a una dieta más basada en plantas, con menos carne roja y procesada y otros alimentos vinculados al riesgo de cáncer».
«No hemos abandonado (el objetivo). Proponemos apoyar las dietas saludables. Sabemos de qué manera el consumo de carne roja puede tener un impacto sobre la salud y el cáncer y eso está en el plan», dijo la comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, el pasado miércoles tratando de quitar importancia a los cambios de última hora.
Desde Greenpeace Europe argumentan que, pese a que «hay voces en la Comisión Europea y la Eurocámara a las que les gustaría ver palabras más contundentes», se trata de un asunto político «muy delicado» en el que resulta difícil avanzar.
«Es un debate entre la transición hacia la sostenibilidad y seguir con la situación actual. Todo cambio es difícil pero necesitamos esa transicion», añaden las fuentes.
ESTRATEGIA DE LA GRANJA A LA MESA
El debate sobre la reducción del consumo de carne no es nuevo, pero se ha intensificado en particular desde la presentación el pasado mayo de la estrategia «De la Granja a la Mesa», que pretende impulsar una producción agroalimentaria y un consumo más sostenibles.
En el marco de esa iniciativa, Bruselas quiere revisar el programa de promoción para productos agrícolas y promover la investigación de fuentes de proteínas alternativas a la carne, en particular las de origen vegetal, marino o el consumo de insectos.
También el borrador de la estrategia establecía metas más ambiciosas que el documento final, con una propuesta para dejar de estimular la producción y consumo de carne.
Finalmente se obvió esa idea, aunque se incluyó como objetivo ayudar a paliar el impacto de la producción animal.
Esta semana, en una audiencia sobre esa estrategia celebrada en la Eurocámara, Massimiliano Giansanti, vicepresidente de las cooperativas agrarias Copa-Cogeca, consideró injustificadas las críticas al sector que, explicó, se esfuerza por producir de forma más sostenible y al que se le acusa de destrozar el futuro.
«Si alguien tiene interés en proteger el medioambiente y el futuro, somos nosotros», subrayó Giansanti.
IMPUESTO A LA CARNE
Una de las ideas apoyadas por los ecologistas en este contexto es aplicar un impuesto para compensar por los costes medioambientales de la producción de carne y lácteos, iniciativa que apoya la coalición de Países Bajos «True Animal Protein Price» (TAPP), que recientemente expuso sus argumentos en un evento celebrado en el Parlamento Europeo.
Jeroom Remmers, director de TAPP, explicó a Efe que con esa tasa la demanda de carne bajaría y también lo harían los precios de ese producto.
«Se puede encontrar un nuevo equilibrio si se produce menos carne en Europa cuando la demanda baje. Pero los precios para los ganaderos se mantendrían estables tras el impuesto a la carne si la UE exportara más», indica.
Según una encuesta realizada a petición de esa coalición en Francia, Alemania y los Países Bajos, la mayoría de los ciudadanos (80 % de los alemanes, 63 % de los neerlandeses y 67 % de los franceses) estarían dispuestos a pagar más por la carne si eso sirviera para compensar a los productores por sus esfuerzos para mejorar el bienestar animal y paliar el impacto ambiental.
Jeroom considera que los resultados de la encuesta en esos tres países se pueden extrapolar a toda la UE, aunque precisa que «quizá en el este y el sur de Europa la mayoría sería menor que en el oeste y norte».
La eurodiputada socialista Clara Aguilera discrepa, sin embargo, de los argumentos de esta organización.
En conversación telefónica explica a Efe que no comprende las conclusiones de ese análisis y cree que los agricultores sufrirían las repercusiones del alza de precio de la carne.
«Estoy de acuerdo en que hay que reducir el consumo de carne por temas de salud, al igual que el del azúcar o las grasas», dice la eurodiputada, que subraya la necesidad de aumentar el consumo de productos frescos, frutas y hortalizas.
«La carne no es mala si se hace un consumo adecuado», recalca Aguilera.
En lugar de un impuesto sobre la carne opina que sería beneficioso «discriminar pero a favor a los productos más saludables» y llevar a cabo «una buena labor de concienciación» entre los consumidores.
«Hay que actuar pero a favor de dietas equilibradas y poniendo a disposición del consumidor precios asequibles para los productos sanos, incluida la carne, la fruta y el pescado», considera.
Por su parte, el eurodiputado del PPE Juan Ignacio Zoido dijo a Efe en conversación telefónica que el Partido Popular «no comparte el planteamiento que mantiene el grupo de los Verdes y los socialistas» en relación con el consumo de carne.
«No se puede criminalizar la carne y subir los impuestos», no sería una manera de mantener las condiciones del sector, considera el eurodiputado.
«Si se quiere facilitar el consumo de frutas y vegetales lo mejor es bajar el IVA de esos productos», añade.
Zoido subraya que «no es el momento de que se impongan criterios ideológicos, máximo en un periodo de crisis» y asegura que en este tipo de peticiones de los ecologistas hay «mucha demagogia y pocos datos científicos».
«El bienestar animal es bueno porque redunda en un producto final mejor», indica el diputado, que incide en la «calidad altísima» de la carne en la UE, muy superior a la de otras regiones, y lamenta que «no se reconozcan los muchos esfuerzos del sector» para producir de manera más sostenible y respetuosa con el ganado y el entorno.