La caravana de 9.000 hondureños entró ilegalmente entre la noche del viernes y el sábado por el puesto fronterizo El Florido, en el mismo departamento de Chiquimula.
Por EFE
El Gobierno de Guatemala continuó este miércoles con la deportación de cientos de migrantes hondureños que ingresaron ilegalmente en el país la semana pasada con el objetivo de llegar en caravana a Estados Unidos.
En los últimos seis días han sido obligados a volver a su país un total de 3.661 hondureños, incluidos 510 menores de edad, según el Instituto Guatemalteco de Migración.
Hasta el pasado martes la cifra era de 3.300 hondureños deportados, por lo que fueron poco más de 360 personas en las últimas 24 horas, aunque cientos de hondureños continúan retornando a sus hogares de manera voluntaria.
Según la portavoz y directora de Comunicación del Instituto Guatemalteco de Comunicación, Alejandra Mena, se «han identificado grupos de integrantes de la caravana en la Ciudad de Guatemala».
Hasta el momento, desde el otro extremo del país, en la frontera de Tecún Umán entre México y Guatemala, se reporta la llegada de algunos grupos de hondureños a cuentagotas.
RETORNO SIN ÉXITO
El lunes, el Gobierno guatemalteco disolvió a la fuerza a una parte una la caravana migrante compuesta por 6.000 hondureños que huyen de la pobreza en su país y que pretenden llegar a Estados Unidos en busca de trabajo.
Más de 500 agentes de la Policía Nacional Civil y decenas de soldados del Ejército de Guatemala desalojaron la carretera donde los migrantes se encontraban varados en el departamento de Chiquimula, cercano a la frontera con Honduras, a unos 200 kilómetros al este de la capital del país.
El Gobierno guatemalteco ya había advertido de que no dejaría avanzar a los hondureños sin cumplir con los requisitos migratorios, principalmente una prueba negativa de la covid-19.
La caravana quedó disuelta después del operativo y cientos de hondureños se adentraron en un poblado de Chiquimula, Vado Hondo, acorralados por los gases lacrimógenos lanzados por la Policía.
Los hondureños forman parte de una caravana migrante conformada por más de 9.000 personas, según cálculos oficiales, que salió desde San Pedro Sula, norte de Honduras, en distintas fases los pasados miércoles, jueves y viernes.
El grupo que fue disuelto este lunes estaba compuesto por alrededor de 6.000 migrantes, mientras que los otros 3.000 hondureños que conforman la caravana han logrado avanzar en algunos casos y, en otros, la multitud se ha ido diluyendo o ha emprendido el viaje de vuelta a su país.
Los 6.000 migrantes estaban varados en Chiquimula desde el pasado sábado cuando las fuerzas de seguridad impusieron una barrera y detuvieron su paso para evitar que lleguen a México y a Estados Unidos.
La caravana de 9.000 hondureños entró ilegalmente entre la noche del viernes y el sábado por el puesto fronterizo El Florido, en el mismo departamento de Chiquimula.
El objetivo de los migrantes es llegar a Estados Unidos para tener mejores condiciones de vida, alejados de la pobreza y la violencia que azotan el istmo centroamericano, especialmente después de la pandemia y los huracanes Eta y Iota, en noviembre pasado.
El 13 de octubre de 2018 salió la primera caravana procedente de Honduras, con más de 4.000 migrantes, de los que algunos pudieron llegar hasta Estados Unidos.
Honduras es uno de los 15 países más violentos del planeta, según organismos internacionales, y casi la mitad de sus 9,2 millones de habitantes viven bajo el umbral de la pobreza.
ISMAEL MORENO: LA REPRESIÓN FUE UN PLAN DE HONDURAS Y GUATEMALA
La represión en Guatemala contra miles de migrantes hondureños fue un plan entre el Gobierno de Honduras y el guatemalteco «para quedar bien con la política estadounidense», dijo este miércoles a Efe en Tegucigalpa el sacerdote Ismael Moreno.
El religioso hondureño es director del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (Eric) de la Compañía de Jesús, que tiene su sede en El Progreso, norte de Honduras, ciudad de la que muchos jóvenes se fueron en la caravana del pasado día 15.
«Lo que destaco en esta experiencia de las caravanas es la respuesta represiva por parte del Ejército y los cuerpos de seguridad del Gobierno de Guatemala, en plena articulación con la política discriminatoria del gobierno de Honduras. Es un aviso que dejan muy claro: las caravanas como método bajo ninguna circunstancia se va a permitir que continúen», enfatizó Moreno.