Conille lamentó que América Latina y el Caribe también esté fallando «en calidad y acceso a la educación.
Por EFE
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) estima que más de 3,7 millones de infantes y adolescentes en América Latina y el Caribe corren el riesgo de no recibir educación por ser refugiados o migrantes, dijo este miércoles Garry Conille, director regional del organismo de Naciones Unidas.
«Más de 3,7 millones de niñas, niños y adolescentes en movilidad y forzados a desplazarse, se encuentran en riesgo de exclusión educativa» de acuerdo con estimaciones recientes de Unicef, señaló Conelly en la capital panameña durante el lanzamiento de la campaña regional «Educación sin límites», que aboga por la inclusión educativa de los niños y niñas migrantes.
Conille, exprimer ministro de Haití, resaltó que esta cifra «es el equivalente a más o menos toda la población de Panamá que pudieran no estar asistiendo a la escuela o que si asisten aprenden muy poco».
Reiteró en ese sentido que «son millones y millones que no tienen esta oportunidad, millones y millones de niños y niñas invisibles, silenciosos, que lamentablemente se quedan sin educación, o que aprenden muy poco, por su condición de refugiados y migrantes».
Además, Conille lamentó que América Latina y el Caribe también esté fallando «en calidad y acceso a la educación, ya que, afirmó, «la gran mayoría de niños de menos de diez años en la región no comprenden lo que leen», citando un informe reciente de Unicef, Unesco y el Banco Mundial (BM).
Esta situación se concentra mayormente entre la población de niñas y niños indígenas y los afrodescendientes, así como entre los que viven con discapacidad y los infantes y adolescentes refugiados y migrantes, que igualmente enfrentan «violencia, xenofobia, falta de cupos educativos, trámites complejos en los países destino y falta de medios económicos para seguir estudiando», apuntó.
Conille alertó que la exclusión educativa de la niñez en movilidad puede aumentar en «cuestión de años», y también «la mano de obra no calificada, el desempleo, la criminalidad y la inmigración forzada e irregular en busca de mejores oportunidades» de vida.
Por ello, el director regional de Unicef destacó la importancia de la campaña presentada hoy porque, afirmó, con acciones inclusivas e integradoras como las que promueve «se puede cambiar la vida de millones de niños y niñas, y, por lo tanto, el rumbo de la región».
La campaña «Educación sin límites», lanzada este miércoles en Panamá es liderada por la ONG Save the Children, en conjunto con Unicef, la Plataforma de Coordinación Intergencial para Refugiados y Migrantes, Plan Internacional y la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/UNESCO).
Esta iniciativa parte de la premisa de una «educación más allá de las fronteras» en el sentido de que «el derecho a la educación debe garantizarse sin importar la condición migratoria y ciudadana de las niñas, niños y adolescentes», según sus principios generales.
«Es una campaña para sensibilizar a Gobiernos, a los tomadores de decisiones y al público de que hay una población en movilidad humana de niños, niñas y adolescentes que no tienen acceso a la escuela», dijo a EFE Victoria Ward, directora regional para América Latina y el Caribe de Save the Children.
Ward indicó que si bien hay Gobiernos que lo están reconociendo y tratando de dar acceso educativo a los infantes y los adolescentes en movilidad, todavía «hay muchas barreras de discriminación, de xenofobia, y (otras) barreras puramente técnicas y burocráticas»
«Entonces tiene que haber un esfuerzo muy fuerte y ampliado, para asegurar que la niñez tenga el derecho a la educación», dijo Ward, quien remarcó que si no se tiene acceso a la escuela para la niñez en movilidad se tendrá una generación de niños, niñas y adolescentes que «estarán perdidos sin la posibilidad de contribuir a la sociedad y de tener vidas más felices».
Juan Camilo Pinzón, especialista regional de Educación de UNICEF, dijo a EFE que la expectativa que se tiene con esta campaña es la de que muestre que la educación es «un derecho universal que debe cumplirse sin importar el lugar en el mundo en donde se encuentren las niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad».
«Esperamos ver un efecto positivo en la inclusión y matrícula» de niños y niñas migrantes y refugiados, visibilizando la crisis educativa que viven, promoviendo su acceso y permanencia educativa, dando a conocer sus beneficios y también informando a las comunidades de acogida sobre los recursos y mecanismos disponibles para su continuidad educativa, expresó Pinzón.