Por EFE
Los neoyorquinos se han tomado con mucha cautela el levantamiento de la obligación de llevar mascarilla para los vacunados contra la covid-19, que entró en vigor este miércoles, y en la calle, centros comerciales y tiendas de barrio la mayoría de la gente prefería seguir cubriéndose la boca y la nariz.
«Los clientes que estén vacunados y quieran pueden entrar con mascarilla pero, de momento, casi todos la siguen llevando, porque siguen preocupados», asegura a Efe el dueño de la pescadería Ocean Fish Market, en Astoria, que se identifica como Nico, pertrechado con una pantalla protectora en el rostro.
Las autoridades anunciaron el lunes el fin del requisito de taparse boca y nariz en la mayoría de lugares públicos, con la excepción de los medios de transporte, hospitales, cárceles y geriátricos entre otros lugares, como parte de nuevas medidas encaminadas a recuperar la normalidad total de la actividad el próximo 1 de julio.
De hecho, en la tan fotografiada estación de trenes de Grand Central, en el corazón de Manhattan, decenas de usuarios atravesaban el amplio ‘hall’ bajo la decoración de las constelaciones de los signos del zodiaco luciendo sus mascarillas.
Dos policías de uniforme confirmaron a Efe que la obligación de cubrirse boca y nariz en todo el recinto de la estación continúa vigente.
Mientras tanto, por los altavoces se anunciaba en inglés y en español un oferta que comenzó hace varios días: billete de ida y vuelta gratis a cualquier destino dentro de la red de cercanías por ponerse una vacuna contra la covid-19, cuyo objetivo, como el de otras propuestas, no es otro que acelerar la vacunación en el estado.
«Hoy se marca un hito en la guerra del estado de Nueva York contra la covid. Con las tasas de positividad y hospitalización en sus niveles más bajos desde el otoño pasado, y con más de 10 millones de neoyorquinos con al menos una dosis de vacuna, hoy el estado de Nueva York está adoptando la guía actualizada de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, en inglés) sobre máscaras y distanciamiento social», dijo el gobernador, Andrew Cuomo, en su rueda de prensa diaria.
El pasado 13 de mayo, la directora de los CDC, Rochelle Walensky, aseguró que «todo aquel que esté completamente vacunado puede participar en actividades en el interior y el exterior, grandes y pequeñas, sin tener que llevar mascarilla o guardar una distancia física. Si está completamente vacunado, puede comenzar a hacer las cosas que dejó de hacer por la pandemia».
Según Walensky, el regreso a la normalidad en Estados Unidos es posible porque las vacunas contra la covid-19 han demostrado su eficacia y han logrado reducir el número de contagios.
Los datos oficiales más recientes reflejan que el índice de positividad de covid-19 en el estado de Nueva York se sitúa en el 1 %, casi el 53 % de los neoyorquinos adultos están totalmente vacunados y el 62 % ha recibido al menos una de las dos dosis necesarias para completar la inmunización.
Cuomo recordó que el uso de la mascarilla se impuso hace 399 días y advirtió que, a pesar de la relajación de las medidas, la gente debe permanecer «vigilante» y «seguir las medidas de seguridad impuestas».
«Desde hoy, las personas completamente vacunadas ya no necesitan cubrirse la cara en la mayoría de los lugares públicos. Nueva York está regresando (a la normalidad), y es una muestra de fuerza y el valor de los neoyorquinos que se unieron y se mantuvieron fuertes como uno solo para derrotar a esta bestia de la covid-19», subrayó el gobernados.
La entrada en vigor de esta medida coincide con el fin de las restricciones de aforo que han imperado para la hostelería, el ocio y otros muchos negocios como tiendas minoristas, gimnasios y peluquerías, aunque los restaurantes deberán mantener la distancia social de dos metros, a no ser que cuenten con mamparas que aíslen a los comensales.
Sin embargo, el ambiente en muchos barrios de la ciudad no refleja todavía el mismo entusiasmo que sus gobernadores por regresar a la normalidad anterior a la pandemia.
En muchas cafeterías del centro de Manhattan, los camareros siguen cubiertos y en un edificio de oficinas, el portero, mascarilla en ristre, asegura que no va a exigir a nadie que se la ponga si la persona asegura que ha sido vacunada, pero subraya que todavía no ha recibido ninguna directriz por parte de los administración del bloque.