Los precios de los alimentos llegaron a los niveles más altos en décadas, junto con el colapso de ingresos familiares por la pandemia.
Por Revista Summa
Los precios globales de los alimentos alcanzaron su nivel más alto en una década en mayo del 2020, una tendencia que no ha mermado desde entonces. El impacto del incremento de los precios de alimentos ha sido mayor en lugares como Siria, África del Este y Myanmar, aunque también en Latinoamérica, donde los precios de los alimentos subió, en promedio, cuatro veces más que otros productos del índice de precios al consumidor (IPC) entre enero y mayo del 2020.
En Myanmar, Siria y África oriental, el precio de los alimentos aumentó en más del 50% desde el inicio de la pandemia, multiplicando las tasas de pobreza, según el más reciente reporte de World Vision, que indagó sobre los precios de los alimentos como disparador de niveles crecientes de hambre y malnutrición a nivel global.
Price Shocks es el reporte que comparó el precio de una canasta 10 productos básicos en 31 países y halló, que, en Estados Unidos, un ciudadano debe trabajar, en promedio, una hora para poder cubrir esos productos, mientras que en Siria, alguien debe trabajar durante 3 días y en Sudán del Sur una semana entera para poder adquirir esos 10 productos.
El costo de unas bananas, en Sudán del Sur representa el 58% del ingreso diario promedio y el 61% en Chad. En ambos países, miles sufren de hambre. Mientras los precios aumentaron un promedio de 2,9% en Inglaterra, en EE.UU. subieron 3,6% y 4,8% en Japón and Canadá entre febrero 2020 y julio 2021.
Para Latinoamérica y el Caribe, la inseguridad alimentaria moderada o grave alcanzó a 40,4% de la población en 2020; es decir 6,5 puntos porcentuales más que en 2019. Esto significa que hubo 44 millones de personas más en inseguridad alimentaria moderada o grave en la región, y 21 millones pasaron a sufrir inseguridad alimentaria grave, apunta la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Los precios aumentaron 54% en Myanmar, 48% en Líbano, 38,3% en Mozambique 38.3 y 30,9% en Vanuatu y 92,2% en Siria 29.2 afectando a las personas con menor nivel de ingresos. El alza de precios y la caída de los ingresos han puesto una alimentación balanceada y nutritiva fuera del alcance de más de 3.000 millones de personas, según la ONG, World Vision.
Joao Diniz, Líder Regional de World Vision en Latinoamérica y el Caribe expresó que “es necesario fortalecer los sistemas de protección social, en especial las transferencias monetarias a las familias pobres para asegurar el acceso a alimentos, en especial para los niños y niñas a la alimentación. Vemos con preocupación cómo la pandemia ha deteriorado la capacidad adquisitiva de millones de familias y el hambre y la malnutrición reaparecen en países en vías de desarrollo, como Brasil, mientras que se agudiza en otros como Guatemala”, afirmó.
Andrew Morley, Presidente de World Vision International agregó que “los precios crecientes de los alimentos están amenazando a los niños y niñas más vulnerables, cuyas familias no pueden comprar una comida básica. Rompe el corazón saber que 14 millones de niños y niñas adicionales podrían sufrir por emaciación y la malnutrición, robándoles el pleno potencial que deberían alcanzar”.
El reporte de World Vision reveló, que, desde la declaratoria de la pandemia, los aumentos de precios de los alimentos, combinados con la pérdida de empleos inducida por el confinamiento y la interrupción de los servicios de nutrición, se ha desatado una crisis global de hambre, con más gente muriendo, en la actualidad de hambruna, que por COVID-19. La hambruna aguda se estima que cobra la vida de 11 personas cada minuto[i], en comparación con 7 personas por minuto por el coronavirus .[ii]
“Las réplicas del COVID-19 tiene el potencial de exacerbar el número de víctimas que el virus mismo. La pandemia ha diezmado los empleos y cercenado los ingresos de los hogares de las familias más pobres, obligándolas a prescindir de uno o varios tiempos de comida, o bien, adquirir alimentos más baratos, pero menos nutritivos. Esto, junto con el impacto el cambio climático y los contextos donde hay conflicto, ha creado la tormenta perfecta, que podría conducirlos a la peor crisis de hambruna en generaciones, advirtió, Justin Byworth, Director Global de asuntos humanitarios de World Vision.
“Como siempre, los niños y niñas llevan la peor parte, son los más vulnerables al hambre y tienen la mayor necesidad de nutrientes, por lo tanto, enfrentan la desnutrición más rápido que los adultos y están en mayor riesgo de morir de hambre. Y la malnutrición no es el único efecto negativo para las familias, que son forzadas a acudir a medidas altamente perjudiciales como el trabajo infantil, o el matrimonio infantil para poner comida sobre sus mesas”, concluyó Byworth.
Otros estudios también activan las alarmas, estimando que para finales del 2022, la crisis de la nutrición causada por la COVID-19 resultará en 283.000 muertes adicionales de niños y niñas menores de cinco años y de 13,6 millones de niños y niñas adicionales sufriendo de malnutrición aguda o emaciación y 2,6 millones adicionales que sufrirán retardo del crecimiento. Esto equivaldrá a 250 niños y niñas muriendo –diariamente- por problemas de desnutrición asociados a la pandemia.
El estudio Price Shocks de WV también reveló que alrededor de 161 millones de personas sufren hambre en el 2020, en comparación con el 2019; es decir un aumento del 25%. Más preocupante aún, 41 millones de personas sufren niveles de inseguridad alimentaria, o condiciones similares de hambruna en Latinoamérica, África y Medio Oriente.
La respuesta de World Vision a esta crisis alimentaria ha alcanzado a 12 millones de personas vulnerables en 29 países con acceso a alimento y nutrición durante el 2020. La ONG hace un llamado a los gobiernos para hacer todo lo que esté a su alcance para paliar los efectos del incremento de los precios de los alimentos y proteger a los más vulnerables.
“Hay suficiente alimento para todos. Por lo tanto, es un claro y catastrófico fallo moral que la niñez sufra más. Debemos continuar apoyando y protegiendo a los más vulnerables y urgimos a los gobiernos y a los líderes mundiales fortalecer las cadenas de abastecimiento para garantizar el acceso de las familias y sus niños y niñas a alimentos saludables”, concluyó Morley.