Dinámica migratoria beneficia a las bandas de tráfico de personas que operan a nivel regional.
Por Prensa Libre
Las caravanas de migrantes hondureños ya no son noticia. La última intentó formarse en abril pasado, pero se diluyó por los múltiples bloqueos policiales; muy pocos se internaron por puntos ciegos, pero fueron detenidos y devueltos a Honduras por violar las normas sanitarias.
Sin embargo, esto no significa que la migración irregular ya no ocurra, simplemente ha cambiado de modalidad. Prueba de ello es el millón y medio de indocumentados que han sido aprehendidos por EE. UU. en su frontera sur en 10 meses.
Guatemala deberá prepararse para enfrentar el ingreso paulatino masivo de migrantes, no solo centroamericanos, sino también de otros países del continente e incluso del, opinan analistas.
Hasta hace poco unos 20 mil migrantes, principalmente haitianos, se encontraban varados en Necoclí, municipio fronterizo del departamento de Antioquia, Colombia, con la esperanza de cruzar a Panamá y seguir rumbo a EE. UU. Otras estimaciones hablan de 30 mil personas.
El trayecto de la mayoría de ellos incluye Centroamérica y, por supuesto, Guatemala.
La situación humanitaria comienza a tornarse complicada, según reportes de medios colombianos. Las autoridades de ese país y de Panamá han acordado permitir el paso de 500 migrantes al día, pero el problema es que a diario llegan entre mil y mil 500 más.
Poco les importa el temible paso por la reserva natural del Darién, una masa selvática de 575 mil hectáreas que cruzan con la ayuda de traficantes de personas. Volver a Haití, a vivir en condiciones miserables, no es opción.
Otro grueso de los haitianos está saliendo de Chile, país que hasta antes de la pandemia fue el referente de su migración y en el que tenían años de radicar, pero donde se les está haciendo imposible conseguir una residencia legal a raíz de una ley promulgada por el presidente Sebastián Piñera en abril pasado que les dio seis meses para regularizar su situación y se les pide requisitos casi imposibles de completar. El plazo vence este 17 de octubre.
Paso por Guatemala
A organizaciones humanitarias que protegen los derechos de los migrantes les preocupa el paso por Guatemala de estos grupos de migrantes, la poca capacidad institucional que existe para atenderlos y la gran trama de corrupción e ilegalidad que ronda estos movimientos migratorios.
Recientemente un reportaje de Prensa Libre develó el aumento de migrantes que han llegado a Esquipulas, Chiquimula, la mayoría haitianos. También dio a conocer cómo sufren de extorsiones, incluso, por parte de autoridades guatemaltecas para dejarlos pasar.
La Casa del Migrante José que normalmente atiende a muchos hondureños que llegan a Esquipulas confirma que desde hace unos tres meses se ha visto un aumento sostenido de viajantes de otras nacionalidades, sobre todo de Haití, Venezuela y Nicaragua.
En un mes pueden llegar a atender hasta 800 personas a quienes se les da alimentación, ayuda psicológica, hospedaje de una a tres noches y orientación si es que necesitan refugio o asilo.
Ese número no incluye a cientos que solo pasan por alguna refacción para continuar con su camino y tampoco a los haitianos, cubanos, y de otros países latinoamericanos y de otros continentes que viajan con coyotes y que son resguardados —por no decir ocultados— en hoteles de bajo costo.
Para la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) las autoridades, como mínimo, deben garantizar la seguridad de los migrantes y evitar que sean víctimas de violencia común o del crimen organizado o de abusos por parte de las fuerzas de seguridad.
Denuncias
“La PDH ha verificado y recibido denuncias, y hacen referencia a que la Policía les quita sus pertenencias, intimida y extorsiona —a los migrantes— con tal de sacar algún beneficio y esto habla muy mal de la sociedad”, dijo Eduardo Wolkte, defensor de las Personas Migrantes de esa institución.
Respecto a la migración de haitianos, Wolkte comenta que las autoridades deben poner atención a los mecanismos que se utilizan para trasladar a los migrantes puesto que, según testimonios, a estos les consiguen visas para ingresar a ciertos países, que luego resultan ser falsas.
Los testimonios de los que habla la PDH concuerdan con las de muchos indocumentados que llegan a la Casa del Migrante José. “Es lamentable que Guatemala se esté aprovechando de la pobreza y vulnerabilidad de estos miles de migrantes que transitan, en vez de tenderles la mano”, señaló Judith Ramírez, coordinadora de esa sede en Esquipulas.
Personas que llegan a pedir auxilio, dijo Ramírez, les han dicho que en el tramo de apenas 10 kilómetros desde la frontera hay tres retenes policiales y han tenido que dejar dinero para que les permitan pasar. Si tienen prohibido transitar, deberían regresarlos al lugar de donde vienen, pero “de ninguna manera sobornarlos”, añadió.
El director de la Policía Nacional Civil (PNC), Héctor Leonel Hernández, dijo que se investigaría a los agentes de la comisaría 23 que han participado en los retenes, pero hasta la fecha no se han dado resultados.
El ministro de Gobernación Gendri Reyes confirmó que “hay todo un proceso de investigación” y que se trata de identificar la existencia de estructuras de coyotaje y tráfico de migrantes que puedan operar en esa región del país.
Pero los números oficiales sugieren pocos resultados.
Este año, de acuerdo con autoridades panameñas, más de 96 mil migrantes han ingresado de forma irregular a ese país, sobre todo haitianos. En la frontera sur de EE. UU. hay una represa 30 mil, lo que hace pensar que 65 mil estarían en tránsito.
Sin embargo, el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) apenas reporta la detección de poco menos de 500 haitianos y 266 migrantes de otras partes del Latinoamérica, el Caribe y de otros continentes.
El director del IGM Estuardo Rodríguez expuso que están “muy preocupados” por el incremento del flujo de migrantes y aseguró que ya existen “buenas conversaciones” con los países involucrados para aplicar protocolos.
Esfuerzo regional
Úrsula Roldán, directora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales, de la Universidad Rafael Landívar, considera que este fenómeno migratorio debe de abordarse con un enfoque regional ya que Guatemala por si sola con sus condiciones “precarias” no puede hacerlo.
Dijo que se necesita mucha colaboración entre países y gobiernos responsables que trabajen de la mano de agencias como Acnur y la Organización Internacional para las Migraciones a fin de que se pueda recibir a los migrantes, documentarlos debidamente, facilitar albergues temporales, atender a aquellos que necesiten refugio y asilo y definir qué países pueden aceptarlos.
Pero cuando un país no tiene las condiciones óptimas y no coordina con otras naciones, a lo único que se limita es a la deportación, aseveró, cuando hay miles que no pueden regresar a sus países de origen porque sus vidas corren peligro.
Roldán cree que con este incremento de la migración irregular los grandes ganadores son las bandas de coyotaje ya que los migrantes, como la droga, “tristemente se están convirtiendo en una mercancía” y los tratantes se las arreglan para pasarlos de país en país a como de lugar.
“Hay muchos sectores ganando. Los mismos gobiernos han gastado grandes recursos en asegurar sus fronteras” y por supuesto, remarcó, “las redes ilícitas que ahora son transnacionales y ya no solo el coyote de una comunidad en Huehuetenango”.