Autoridades buscan discutir estrategias y líneas de acción frente a la actual coyuntura de aumento global del precio de los alimentos y la energía y la crisis del mercado de los fertilizantes químicos.
Por Revista Summa
El continente americano, como principal productor y exportador de productos agropecuarios del mundo, tiene una gran responsabilidad en el sostenimiento de la seguridad alimentaria global ante el complejo desafío que plantea el actual escenario de crisis simultáneas.
En esa visión coincidieron agregados agrícolas de países de las Américas ante la Unión Europea (UE), basados en Bruselas, Bélgica, y el Director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, en un diálogo virtual organizado por la Embajada de Argentina ante la UE para discutir estrategias y líneas de acción frente a la actual coyuntura de aumento global del precio de los alimentos y la energía y la crisis del mercado de los fertilizantes químicos.
Agregados agrícolas y comerciales de embajadas de otros continentes y funcionarios de la Comisión Europea también asistieron al debate, que tuvo una gran participación.
El embajador argentino ante la UE, Pablo Grinspun, fue el anfitrión de la actividad, convocada en el marco de la Presidencia Pro témpore argentina de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
“Abordar los desafíos actuales requiere un accionar coordinado de países, organismos internacionales, el sector privado y la sociedad civil. Muchas de las dificultades que han generado la crisis de seguridad alimentaria ya estaban presentes pero se han profundizado con la pandemia de Covid-19 y guerra en Europa”, señaló Grinspun, quien, tras considerar que el trabajo del IICA es especialmente valioso y necesario en la circunstancia actual, puntualizó que la lucha contra el cambio climático y la preservación de la biodiversidad ocupan la centralidad de la agenda europea en cuanto al impacto de la agricultura.
“Observamos con atención y preocupación la dimensión externa del Pacto Verde Europeo y el impacto de sus regulaciones ambientales en países productores y exportadores de alimentos, como lo son Argentina y muchos otros de América Latina”, advirtió Grinspun, quien enfatizó que el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas en el esfuerzo global de mitigación del cambio climático sigue vigente y que la producción de alimentos debe ser realizada de forma sostenible, pero no debe existir un modelo único. “Las transformaciones de la agricultura deben adaptarse a las prioridades y las necesidades de cada país y región”, afirmó el jefe de la misión argentina ante Bruselas.
Por su lado, Gastón Funes, Agregado Agrícola de Argentina ante la UE y moderador del debate, señaló que la integración regional y la solidaridad entre los países es clave en tiempos de crisis como los actuales y afirmó que es fundamental el trabajo que actualmente está realizando el IICA para coordinar una posición común del continente americano en cuanto a la transformación de los sistemas agroalimentarios, de cara a la Conferencia de las Naciones Unidas de Cambio Climático (COP 27), que se realizará en Egipto.
Funes, también, reforzó el concepto de un necesario equilibrio entre sostenibilidad ambiental, productividad y seguridad alimentaria, recordando que «hemos hablado mucho de cooperación y, en ese marco, la integración regional y la solidaridad es clave en tiempos de crisis. Debemos producir más con menos, para lo que es imprescindible la tecnología, la innovación y la ciencia, por lo que resalto el también la preparación que está haciendo el IICA para coordinar una posición común en el camino hacia la COP27. La seguridad alimentaria está al tope de la agenda mundial».
El papel de la región
El Director General del IICA explicó que, por la magnitud de sus recursos naturales, las Américas “tienen un papel estratégico en la seguridad alimentaria y ambiental global. Por lo tanto, lo que está pasando nos desafía de una manera muy particular y merece respuestas acorde a las circunstancias, no solo pensando en el corto plazo, sino también sobre aspectos más estructurales y con una visión dirigida a la construcción de un futuro que necesariamente tiene que ser más sostenible y resiliente”.
Otero hizo un análisis de la situación económica y social en América Latina y el Caribe para fundamentar que el desafío de la seguridad alimentaria en la región debe ser puesto en el contexto más amplio de crecientes preocupaciones sobre el crecimiento, la pobreza y la desigualdad, la sostenibilidad ambiental y las condiciones macroeconómicas en que está ocurriendo.
En cuanto a las políticas públicas que deben llevarse adelante, Otero señaló que, en lo referido a los consumidores, debe priorizarse “acciones de protección social y asistencia alimentaria hacia los sectores más vulnerables, y no subsidios generalizados a la energía, o restricciones al comercio internacional, que inevitablemente terminan incrementando la volatilidad en los mercados globales”.
Entre las acciones que el IICA está llevando adelante, explicó Otero a los agregados agrícolas, está la facilitación de diálogos entre los ministros de agricultura de sus países miembros, y el trabajo con otros organismos internacionales para tratar de aliviar la situación en los mercados de fertilizantes, ya que los países del continente los importan en gran medida para sostener su producción de alimentos.
Otero también explicó que el IICA está impulsando un esfuerzo conjunto de los países de la región a través de una alianza continental que contempla cinco ejes estratégicos de trabajo.
Ellos son: el diseño, financiamiento e implementación de una nueva generación de políticas públicas para el fortalecimiento de los sistemas agroalimentarios de los países de la región; el posicionamiento de la agricultura de las Américas en las discusiones climáticas enfatizando la necesidad de equilibrio entre las cuestiones ambientales y las de seguridad alimentaria; la promoción de la innovación y la bioeconomía a través del refuerzo del trabajo en ciencia, tecnología, e innovación, dirigido a cerrar las preocupantes brechas en productividad; la generación de condiciones para que la expansión productiva favorezca la inclusión de la agricultura familiar, de manera de que lleve al desarrollo territorial, a la reducción de la pobreza y la mejora de la situación de las mujeres y otros grupos vulnerables; y el apoyo a los países miembros en la promoción del comercio intrarregional y la integración.
A la exposición de Otero le siguió un rico intercambio de informaciones e ideas con los agregados agrícolas en Bruselas, en el que sobresalieron las referencias al rol de los países de América Latina como acreedores ambientales internacionales, en virtud de su enorme disponibilidad de recursos naturales.