Las exportaciones de servicios aumentarán a una tasa de dos dígitos por cuarto año consecutivo.
Por Revista Summa
Tras caer 1% en 2023 en un contexto de contracción del comercio mundial, las exportaciones regionales de bienes se recuperarán en 2024, señaló hoy la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) al dar a conocer una nueva edición de su informe anual sobre el comercio exterior de la región.
El reporte Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe, 2024: Reconfiguración del comercio mundial y opciones para la recuperación regional fue presentado hoy en conferencia de prensa por el Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs. Según el documento, el valor de las exportaciones de bienes de la región crecerá un 4%, como resultado de una expansión del volumen del 5% y una caída de los precios del 1%. Para las importaciones, se proyecta un aumento del 4% de su volumen y una caída del 2% en sus precios, lo que resulta en un aumento proyectado de su valor del 2%.
Por sectores, el mayor aumento proyectado en términos de valor se producirá en las exportaciones agrícolas (11%), seguidas de las de minería y petróleo (5%) y manufacturas (3%). Por subregiones, se proyecta que las mayores alzas se produzcan en el Caribe (23%) y América del Sur (5%). El elevado guarismo para el Caribe se explica principalmente por el notable aumento del volumen de los envíos de petróleo de Guyana y Suriname. En América del Sur, se destacan los aumentos del volumen exportado de productos agrícolas como la soja, el maíz y el trigo. El aumento proyectado del valor de las exportaciones de México y Centroamérica —más intensivas en manufacturas— se ubica por debajo del promedio regional (2% y 1%, respectivamente). Por socios, se proyectan aumentos de las exportaciones a China (6%), Estados Unidos (4%) y la Unión Europea (3%); por el contrario, las exportaciones intrarregionales caerían 5%. Con ello, el coeficiente de comercio intrarregional caería del 14% en 2023 al 13% en 2024.
Por otra parte, la CEPAL proyecta que el valor de las exportaciones regionales de servicios aumente un 12% en 2024. Se trata del cuarto año consecutivo en que crecen a tasas de dos dígitos, impulsadas principalmente por el turismo y los servicios modernos suministrados digitalmente. En contraste, se proyecta un crecimiento de solo un 1% para las importaciones regionales de servicios en 2024, en línea con el escaso dinamismo de la actividad económica.
A pesar de la recuperación de las exportaciones regionales de bienes y servicios, el informe advierte que persiste el gran desafío de diversificarlas y hacerlas más intensivas en conocimiento. La complejidad de este desafío es aún mayor en un contexto mundial en que las tensiones geopolíticas y el creciente proteccionismo ponen en entredicho el tipo de globalización que ha prevalecido en las últimas décadas, agrega.
“La implementación de políticas de desarrollo productivo con un enfoque de clústeres, y basadas en una estrecha colaboración público-privada y en un esfuerzo sostenido en el tiempo, aparece como un mecanismo idóneo para avanzar en esa dirección, así como para posicionar competitivamente a la región frente a la reconfiguración en curso de las cadenas globales de valor”, señala el Secretario Ejecutivo del organismo regional de las Naciones Unidas, José Manuel Salazar-Xirinachs.
En su segundo capítulo, el informe de la CEPAL aborda el rol del comercio en la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe. Señala que las crisis sucesivas que ha sufrido la economía mundial en los últimos años han causado retrocesos en la consecución de la meta 2.1 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: de aquí a 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las personas a una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año.
De acuerdo con el documento, en América Latina y el Caribe, 41 millones de personas (6,2% de la población regional) sufrieron hambre en 2023 (4,7 millones de personas más que en 2019). La prevalencia del hambre en el Caribe (17,2%) triplica la registrada en América del Sur (5,2%) y en Centroamérica y México (5,8%). En 2023, el 30,3% de las mujeres adultas de América Latina y el Caribe sufrió inseguridad alimentaria moderada o grave, 5,2 puntos porcentuales más que los hombres. Asimismo, la inseguridad alimentaria golpea más a la población rural (32,2%) que a la urbana (26%).
En este sentido, el comercio internacional juega un rol crucial en la seguridad alimentaria. Las importaciones permiten acceder a alimentos cuya producción local resulta imposible o demasiado costosa debido a condiciones climáticas o insuficiente disponibilidad de tierra o tecnología. Asimismo, pueden suplir la producción local ante choques temporales como plagas, conflictos o fenómenos climáticos extremos. Por otra parte, los ingresos generados por las exportaciones pueden destinarse a la adquisición de alimentos.
América Latina y el Caribe es la principal región exportadora neta de alimentos a nivel mundial. Sus envíos de alimentos alcanzaron los 349.000 millones de dólares en 2022, su máximo nivel histórico. América del Sur explica el grueso de las exportaciones y del superávit regionales, mientras que la subregión de Centroamérica y México es levemente superavitaria y el Caribe registra un persistente déficit. El valor de las importaciones de alimentos supera el 20% de las exportaciones totales de bienes y servicios en 15 países de la región, de los cuales 12 pertenecen al Caribe.
La CEPAL sostiene que el fortalecimiento de la integración regional es esencial para un suministro regional de alimentos más estable y de menor costo. Por una parte, un mercado regional integrado amplía la oferta de alimentos e insumos de procedencia cercana, disminuyendo la exposición a perturbaciones en la oferta desde terceros mercados. Por otra, una mayor integración regional favorece la creación de encadenamientos productivos que promueven el desarrollo económico y social mediante la generación de empleo, contribuyendo así a una mayor seguridad alimentaria.
Para fortalecer la contribución del comercio a la seguridad alimentaria en la región, el informe recomienda avanzar en las siguientes áreas: 1) facilitación del comercio de alimentos (plena implementación de las ventanillas únicas, agilización de inspecciones fronterizas, etc.); 2) armonización o reconocimiento mutuo de reglamentaciones sanitarias, fitosanitarias y técnicas; 3) mejora de la logística del comercio de alimentos, especialmente en el Caribe; 4) fortalecimiento de la red de acuerdos comerciales entre países y agrupaciones de la región; y 5) coordinación en foros multilaterales.
En su tercer capítulo, el documento de la CEPAL examina el potencial de los servicios para dinamizar las exportaciones regionales. En un contexto del estancamiento del ingreso per cápita en América Latina y el Caribe en la última década y de bajo crecimiento del volumen de sus exportaciones de bienes (un 1,6% anual en igual período), las exportaciones de servicios podrían ser un nuevo motor de crecimiento del sector externo. En 2023, las exportaciones regionales de servicios llegaron a 221.700 millones de dólares, superando su nivel de prepandemia. Sin embargo, los servicios representan solo el 14% de las exportaciones de bienes y servicios de la región, por debajo de su peso a nivel mundial (25%).
Entre los sectores destacados de servicios se encuentran el turismo, el transporte y los servicios modernos suministrados digitalmente. Estos últimos tuvieron su mayor participación en las exportaciones del MERCOSUR (59%) y la menor en los envíos de la Comunidad del Caribe (CARICOM) (10%). El turismo es la principal exportación de servicios en todas las agrupaciones subregionales excepto el MERCOSUR.
El informe concluye que para aprovechar el alto crecimiento de la demanda mundial de servicios modernos, los países de América Latina y el Caribe deberían fortalecer las políticas productivas en colaboración con el sector privado. Entre las áreas prioritarias están mejorar la medición del comercio de servicios, fortalecer las habilidades digitales y de idiomas de la población, cerrar las brechas de infraestructura digital, e implementar programas orientados a promover las exportaciones de servicios y a atraer inversión extranjera directa (IED). Esta última es clave para traer nuevas tecnologías, mejorar la productividad y generar clústeres y cadenas de valor en torno a los servicios.