El trabajo infantil es uno de los principales obstáculos para el acceso a la educación.
Por EFE
Más de 500.000 niños, niñas y adolescentes se ven obligados a trabajar en Honduras para subsistir, lo que supone el 20 % de la población de entre 5 y 17 años, según la organización humanitaria Visión Mundial, que este lunes pidió más esfuerzos para acabar con el trabajo infantil.
«Más de 500.000 niños y niñas se encuentran trabajando en Honduras» para sobrevivir, dijo a EFE el director del proyecto Futuros Brillantes de la organización Visión Mundial, Jorge Valladares.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el número de niños en situación de trabajo infantil alcanza los 411.000 en Honduras, pero Valladares señala que la cifra es mayor debido a que el Estado no incluye en sus datos la cantidad de menores que se dedican al «trabajo oculto», es decir, un empleo informal o doméstico.
En 2022 la población infantil de 5 a 17 años en el país ascendió a cerca de 2,5 millones, de acuerdo a cifras oficiales.
PRINCIPAL OBSTÁCULO PARA ACCEDER A LA EDUCACIÓN
A pesar de que el Convenio 182 de la Organización Internacional del Trabajo (OPI) “sobre las peores formas de trabajo infantil” está ratificado por Honduras, muchos de los niños se desempeñan como recolectores de basura o pescadores, son explotados sexualmente o están en la mendicidad, lamentó.
Otros niños trabajan como agricultores, sirvientes, comerciantes o mineros, mientras que a las niñas se les recargan las labores domésticas no remuneradas, según la organización humanitaria.
«El trabajo infantil es uno de los principales obstáculos para el acceso a la educación», enfatizó Valladares, quien indicó que, según proyecciones del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y Visión Mundial, más de 1,5 millones de niños «se encuentran fuera del sistema educativo» en Honduras.
Muchos niños y niñas, según el experto, «se sumaron a las actividades de sobrevivencia familiar en diferentes modalidades de trabajo» debido al impacto de la pandemia de la covid-19, enfermedad que también obligó a los menores a abandonar las aulas de clases.
Acabar con el trabajo infantil «es un desafío de país», subrayó Valladares, quien considera que uno de los «epítetos que tiene esta crisis es la generación perdida en términos de educación».
Cuestionó también que en el país «no hemos medido todavía con seriedad, el impacto que nos ha dejado la pandemia, además del incremento, que sin duda tuvo, la pobreza».
TRABAJO INFANTIL SI SE PUEDE ELIMINAR
Valladares aseguró que se puede eliminar el trabajo infantil, tal y como establece la meta 8,7 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero el país centroamericano requiere «planes, presupuesto y estrategias».
«Si se combate la pobreza, rebaja el trabajo infantil y, por ejemplo, si se incrementan estrategias de inclusión educativa, rebaja el trabajo infantil, pero si se deja de atender la pobreza, la educación, la salud, la protección y el fortalecimiento de economía familiar, incrementa», explicó.
En su opinión, la pandemia provocó «un tsunami» en Honduras porque dejó al país «sin infraestructura escolar» y niños que se estaban «acostumbrando a estar fuera del sistema educativo y nos dejó también desafíos estructurales serios para atender adecuadamente a la niñez en todas estas dimensiones».
Valladares confía que este año el Estado y las organizaciones de sociedad civil y humanitarias puedan «retomar una estrategia centrada y focalizada en la niñez trabajadora».
Para conocer la magnitud del problema, el INE y Visión Mundial, con apoyo del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, llevan a cabo la primera Encuesta Nacional sobre Trabajo Infantil.