La economía global se ha visto afectada desde 2020 por la escasez de microchips.
Por EFE
Intel anunció este martes que firmó con Brookfield Asset Management, un importante fondo canadiense, un plan de inversión de 30.000 millones de dólares para impulsar la fabricación de semiconductores en Estados Unidos y competir así con países asiáticos.
La tecnológica estadounidense dijo en un comunicado que la financiación irá dirigida a un proyecto de construcción de dos fábricas en su campus en Chandler (Arizona), con el que quiere ampliar su capacidad de producción y su presencia en el país.
El máximo ejecutivo de Intel, David Zinsner, señaló que el acuerdo sigue a la reciente aprobación de una ley para subsidiar con 52.700 millones de dólares la fabricación de microprocesadores y mejorar la posición de EE.UU. frente a la competencia china.
Según la nota, Intel financiará un 51 % del costo total del proyecto en Arizona y será propietario mayoritario con control operativo sobre las dos fábricas, con las que espera suplir la demanda a largo plazo y reforzar los sus servicios de fundición.
Brookfield se compromete a invertir un 49 %, o 14.700 millones, en esta operación con cierre previsto a finales de 2022 que muestra el interés del mercado en el potencial financiero del sector de los chips y sus infraestructuras.
La colaboración con Brookfield, uno de los principales gestores de inversiones alternativas con una cartera de 725.000 millones de dólares, permite a Intel acceder a financiación sin perjudicar su balance, ya que evita contraer deuda y protege su liquidez.
«Este tipo de coinversión también muestra cómo se desbloquea el capital privado y se convierte en un multiplicador de fuerza para los incentivos gubernamentales a la expansión de la producción de semiconductores», agrega Intel.
La economía global se ha visto afectada desde 2020 por la escasez de microchips, causada en parte por los efectos de la pandemia de covid-19, las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y factores climáticos, que han puesto en evidencia la alta dependencia mundial de las plantas de producción asiáticas.