Sector educativo enfrenta actualmente una crisis silenciosa.
Por Revista Summa
La pandemia del COVID-19 abre una oportunidad para repensar y reestructurar los sistemas educativos de América Latina y el Caribe y enfrentar la “crisis silenciosa” y profunda que vive el sector, de manera de evitar una catástrofe generacional, coincidieron especialistas que participan en el Primer Seminario Regional de Desarrollo Social. Educación en América Latina y el Caribe: la crisis prolongada como una oportunidad de reestructuración, organizado por la CEPAL en colaboración con UNICEF/LACRO, OREALC/UNESCO, IIPE UNESCO Buenos Aires y el apoyo financiero de la cooperación noruega.
El encuentro fue inaugurado por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL; Jean Gough, Directora de la Oficina Regional para América Latina y el Caribe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF/LACRO); Claudia Uribe, Directora de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OREALC/UNESCO); Pablo Cevallos Estarellas, Director de la Oficina para América Latina del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la UNESCO (IIPE UNESCO Buenos Aires); y Jostein Leiro, Embajador de Noruega en Chile, con la moderación de Alberto Arenas de Mesa, Director de la División de Desarrollo Social de la CEPAL.
“La educación no ha estado en el centro del debate de la agenda de políticas públicas para abordar la crisis prolongada del COVID-19 y la recuperación en América Latina y el Caribe”, lamentó Alicia Bárcena en la apertura de evento. Esto, pese a que el 99% de las y los estudiantes de la región tuvieron, hasta mayo de este año, una interrupción total o parcial de al menos 40 semanas de clases presenciales, equivalentes a un año académico, debido a las medidas de control de la crisis sanitaria.
“Urge promover el regreso gradual y seguro a las escuelas, con una amplia coordinación con el sector salud. Volver a las escuelas es muy importante, especialmente, para los sectores más desfavorecidos. Las escuelas cumplen un rol de protección y monitoreo que va mucho más allá de los propósitos académicos, como sociabilidad y prevención de la violencia y salud”, enfatizó la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.
Bárcena alertó que “la discontinuidad de los estudios o la imposibilidad de acceder al mismo tipo de continuidad por la vía virtual, sumado a la crisis económica que afecta los ingresos de los hogares, amenazan con incrementar el riesgo de abandono escolar y de trabajo infantil, lo que generará retrasos en los procesos de aprendizaje, profundizando las brechas existentes y generando lo que hemos llamado una crisis silenciosa”.
“Hoy, 20 meses después del inicio de la pandemia, el cierre total o parcial de las escuelas sigue afectando a 2 de cada 3 niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe. Eso significa que un total de 86 millones de estudiantes siguen fuera de las aulas”, advirtió, por su parte, Jean Gough, Directora Regional de UNICEF/LACRO. “Estamos frente a la peor crisis educativa de la historia de América Latina y el Caribe. El costo es abrumador para los niños, niñas y adolescentes y para la productividad futura de los países”, recalcó.
Claudia Uribe, Directora Regional de OREALC/UNESCO, agradeció la oportunidad de participar en el seminario, “convencidos del rol central que tiene y que debe ocupar la educación en las estrategias de recuperación de los países para lograr superar la crisis económica y social derivada de la emergencia sanitaria de la COVID-19, y también para establecer los cimientos para una transformación de las personas y de la sociedad hacia esquemas de desarrollo más equitativos y sostenibles en nuestra región”.
“La crisis sanitaria nos ha dejado al borde de una verdadera catástrofe generacional porque agravó las disparidades educativas que ya existían”, coincidió Pablo Cevallos Estarellas, Director de IIPE UNESCO Buenos Aires. “A pesar de que los efectos derivados de esta crisis aún no se conocen con exactitud, es muy probable que tengamos una desaceleración en el avance hacia el cumplimiento de la agenda de educación 2030”, reconoció.
Por su parte, Jostein Leiro, Embajador de Noruega en Chile, destacó que “la pandemia nos ha brindado nuevos conocimientos sobre lo que funciona y lo que no funciona en la educación” y “representa una oportunidad que no podemos permitirnos perder para proteger e impulsar las inversiones en educación pública de manera de conseguir un mejor aprendizaje y un sistema educativo más resiliente y responsivo a las necesidades los estudiantes. En resumen: reconstruir mejor también en el sector de la educación”.
Tras la inauguración, Alicia Bárcena hizo una presentación sobre la crisis sanitaria y social en América Latina y el Caribe, los impactos observados en niñas, niños, adolescentes y jóvenes durante la pandemia y los desafíos y oportunidades para la reestructuración de la educación en la región.
“El impacto de la pandemia en niñas, niños, adolescentes y jóvenes ha sido multidimensional y desigual”, sostuvo Bárcena, e informó que más de 600.000 niñas, niños y adolescentes han perdido a sus cuidadores por causa de la pandemia.
Se estima que 3,1 millones de jóvenes, niñas y niños podrían abandonar la educación en la región por la crisis, y que más de 300.000 niñas, niños y adolescentes se podrían ver obligados a trabajar. También se prevé un aumento de la doble carga de malnutrición (desnutrición y sobrepeso) en la infancia, así como efectos negativos en la salud mental.
Según cifras de la CEPAL, cerca de la mitad de las niñas, niños y adolescentes viven en pobreza en América Latina (51,3% en 2020), lo que equivale a 91 millones de personas. De igual forma, estimaciones previas a la pandemia calculaban una prevalencia del 55% de agresión física y 48% de agresión psicológica en la crianza en la región.
Bárcena llamó a “invertir en la educación para terminar con el circuito perverso de vulnerabilidad y exclusión” que afecta a niñas, niños y adolescentes en la región, y subrayó que la obligatoriedad ha sido un avance, pero esta por sí sola no garantiza el derecho a la educación. Hay que avanzar en calidad y en la universalización del acceso digital: 33% de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes (entre 5 y 20 años) de 10 países de la región vivían en hogares sin acceso a Internet en 2019.
“En los últimos 20 años, la región ha mostrado un gran avance en la proporción de jóvenes que finalizan algún ciclo educativo. Pero los avances son dispares y las brechas se evidencian especialmente a partir de la secundaria. La diferencia en la conclusión de la secundaria entre los estudiantes que provienen de hogares del quintil más rico y del quintil más pobre fue de 46 puntos porcentuales en 2019. Y los niveles de conclusión en la educación superior son casi nulos (entre 2% y 4%) en la población de jóvenes (entre 25 y 29 años) de menores ingresos”, explicó.
“La educación no se resuelve solo en la educación, se requieren esfuerzos intersectoriales, vinculando la oferta formativa con las otras políticas de inclusión social y recuperación económica”, recalcó Bárcena. “Tenemos que definir acciones que atiendan la urgencia de esta crisis silenciosa, que aseguren el financiamiento requerido y el compromiso de todos los sectores. No podemos arriesgar una generación perdida”, concluyó.
Durante el seminario de tres días se presentan una serie de estudios sobre la escuela secundaria en América Latina, realizados desde 2019 por la CEPAL con el apoyo de IIPE UNESCO Buenos Aires y la cooperación Noruega, a los que se sumó UNICEF en 2020. Se trata de un informe regional y seis estudios nacionales (Argentina, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México y Uruguay).