Con el propósito de entregar valor a las comunidades, las personas, las familias y el planeta, esta multinacional suiza demuestra porqué sigue siendo la marca de alimentos más valiosa del mundo.
POR Rocío Ballestero
La receta de Nestlé para ser una empresa con más de 150 años, número 1 en Alimentos y Bebidas del mundo, con presencia en 188 países y con un portafolio de más de 2.000 marcas, se basa en generar valor compartido en todos los territorios donde está presente, ser un buen ciudadano en cada comunidad y liderar transformaciones sociales y ambientales para mejorar las condiciones sociales y del planeta. Con ese propósito, ha asumido el liderazgo en la transición hacia prácticas regenerativas en su cadena de valor, apoyando a los productores agrícolas para restaurar el suelo, cuidar el agua, promover la biodiversidad y mejorar sus medios de vida y el bienestar de las comunidades.
La compañía, como la principal compradora de café verde a nivel global, extiende su compromiso a toda su cadena de valor para ser cero emisiones netas al 2050 y alcanzar y mantener el 100% libre de deforestación en las cadenas de suministro primarias de cacao y de café al 2025. Además, al año 2030, el 50% de sus ingredientes clave deben provenir de agricultores que adopten prácticas agrícolas regenerativas.
“Se proyecta que al 2050 habrá en el mundo 50% menos de áreas aptas para el cultivo de café por variaciones en los ciclos de lluvias, efectos del calentamiento global y plagas, mientras que la demanda crecerá en esa misma proporción. Eso significa que tenemos que producir más y mejor con menos”, sostiene durante nuestra entrevista Laurent Freixe, CEO de Nestlé para América Latina. “Transformar la agricultura para que sea más productiva y sostenible es clave para mejorar la calidad de vida de nuestras comunidades. Los esfuerzos de Nestlé van en ese sentido, queremos compartir nuestro conocimiento con los productores y brindarles herramientas de avanzada para que puedan obtener ingresos justos, vivir dignamente y asegurar el futuro del negocio”.
Caficultores de todas partes del mundo están siendo impactados por esa determinación corporativa. Dos ejemplos, uno en el sureste de Asia y el otro en la región de Centroamérica, permiten ver la profundidad del reto y los beneficios que se pueden lograr con la transición a prácticas regenerativas. Se trata de Vietnam y Honduras, que avanzan en modelos de cultivo responsables para mantener el liderazgo en la producción y la exportación de café, que sus productores puedan obtener mejores ingresos y proteger el futuro de una actividad de tanta importancia económica para sus comunidades.
El futuro es regenerativo o no será
Las metas de sostenibilidad de Nestlé están alineadas a su propósito de “desarrollar todo el poder de la alimentación para mejorar la calidad de vida hoy y para las futuras generaciones”. Además, son una condición primordial para cumplir con estándares internacionales, nuevas regulaciones que implementará la Unión Europea y tendencias orientadas a que los proveedores tengan que demostrar de dónde vienen sus productos y si se producen cuidando del planeta y con respeto a los derechos humanos.
Otra consideración de fondo es que el café, al igual que otras cosechas, está en drástico peligro de sufrir escasez de suministro por el cambio climático, con la disyuntiva adicional de que, en general, la producción, distribución y consumo de alimentos son causantes de casi un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero que se generan hoy. De ahí que, de manera responsable, Nestlé haya optado por adelantarse, desde hace más de 10 años, a impulsar mejores prácticas, técnicas agroindustriales de avanzada, planes de adaptación y mitigación mediante el Plan Nescafé, trabajando mano a mano con los productores e involucrando a socios estratégicos, mediante alianzas público-privadas.
Hacia el 2030, la meta del plan es fortalecer la cadena de suministro de café cultivado responsablemente, acompañando al sector cafetalero a contar con los requisitos del mercado, especificaciones y/o estándares internacionales y mejores prácticas relacionadas con la calidad, plena trazabilidad física y financiera, equidad de género e igualdad, inclusión juvenil, trabajo justo y protección infantil. Este círculo virtuoso permite impactar económica y socialmente a las comunidades, a los agricultores y a sus familias.
Siendo los jóvenes el motor del presente y futuro en el cambio, Plan Nescafé integró el programa Iniciativa por los Jóvenes de Nestlé, ideada y liderada a nivel global precisamente por Laurent Freixe.
Experiencia de Vietnam: ejemplo de éxito global en regeneración
En los últimos 30 años, la economía de este país dio un giro radical. De ser en la década de 1990 uno de los más pobres del mundo, con 70% de la población en esa condición; hoy, dicha tasa es inferior al 3%. Solo Vietnam y China han logrado revertir la pobreza en tan corto tiempo. La transformación en el café también impresiona. Planes gubernamentales impulsaron la recuperación de fincas colectivas que habían quedado en el abandono tras la guerra (1955-1975), las cuales pasaron a manos de pequeños propietarios. Después de suplir solo 0,1% de la producción global, ahora 70% del café robusta que se comercializa en el mercado internacional procede de Vietnam, convertido en el 2o productor del mundo (después de Brasil), con un producto de fama por la calidad.
Por doquier se encuentra dónde disfrutar de una buena taza de café, desde puestos en cada esquina hasta sofisticadas cafeterías, enfocadas en brindar experiencias con preparaciones únicas.
Allí la huella de Nestlé es profunda. No solo es el mayor comprador de su cosecha de café, sino que ha invertido más de US$830 millones en dos centros de distribución y cuatro fábricas que operan bajo el modelo de economía circular (incluida la de Trị An, una de las más grandes y modernas del continente), genera más de 2.300 empleos directos y 10.000 indirectos en su cadena de suministro. Además, desde el 2011, sus estrategias de transición hacia la agricultura regenerativa involucran al 18% de los caficultores, quienes registran grandes avances en materia de eficiencia, rentabilidad y calidad del grano.
En esas parcelas modelo, la mayoría ubicadas en la provincia de Dak Lak, en las tierras altas centrales de Ho Chi Min, lo primero que se hizo fue sustituir plantas viejas por variantes de alto rendimiento, resistentes a las plagas y enfermedades, la sequía y otras condiciones locales. Para esa labor cuenta con el apoyo de un aliado científico: el estatal centro de investigación agroforestal Western Highlands Agriculture & Forestry Science Institute (WASI). Ese organismo, mediante procesos de polinización cruzada, ha puesto a disposición 74 millones de plantones mejorados de café premium con los que los campos pasaron de tener rendimientos de 2,5 toneladas por hectárea a 4.
También adoptaron el cultivo intercalado. Allí el café convive con pimienta negra, durian, nuez de betel y en menor medida aguacate, productos que se están cotizando muy bien en el mercado.
“Es como volver a lo básico. La pimienta y los demás árboles dan sombra al café y son el hábitat ideal para depredadores naturales de las plagas, lo que reduce la necesidad de pesticidas, ayuda a mantener la humedad del suelo y eleva su capacidad de absorción de CO2. Como resultado, los agricultores han reducido la cantidad de agua de riego entre un 40% y un 60% y la cantidad de pesticidas y fertilizantes químicos en un 20%. Además, en los últimos 8 años, han triplicado sus ingresos”, explica con entusiasmo Philip Navratil, director global de la Unidad Estratégica de Café de Nestlé.
Otro plus es que todo el café que suministran a Nestlé cumple con las normas del Código Común para la Comunidad del Café (4C) que comprometen a proteger el entorno y los derechos laborales. “El cambio ha valido la pena.
Ahora el café nos da para poder vivir bien y se cotiza mejor en el extranjero. Yo, al igual que la mayoría de los que formamos parte del Plan Nescafé, pude abrir por primera vez una cuenta bancaria y hasta mandar a mis hijos a la universidad”, cuenta Tran Thi Lien, líder de un grupo de 100 caficultores.
“La demanda de productos sostenibles y comercio justo es tendencia. Cultivar café de manera responsable, aunque implica in- versiones incrementales, no solo es lo correcto de hacer desde el punto de vista ético, sino también desde el económico porque fomenta el desarrollo local, permite precios más altos y estables y producir más con la misma tierra”, reitera Navratil.
El caso de Honduras: enfoque holístico que nutre la esperanza
Honduras es el principal productor del grano de Istmo, 3o de Latinoamérica y 6o del mundo. La importancia socio-ecónomica del sector es clara: las exportaciones de café, que rondaron los 7 millones de sacos de 46 kg en la cosecha 2022-2023, representan el 5% del Producto Interno Bruto, más del 30% del PIB Agrícola y dan sustento a 102.000 familias. De ahí la necesidad de ir un paso adelante.
“El riesgo que se cierne sobre el país y la región por el cambio climático es serio. Si no hacemos algo, en unos años no va a haber café o va a ser una bebida muy cara. Por eso, estamos invirtiendo en investigación, desarrollo y tecnología para impulsar buenas prácticas y acelerar la transición a sistemas alimenticios regenerativos eficaces; en paralelo, contribuimos con el progreso de las comunidades”, destaca Freixe.
Tras una década de conmemorar la puesta en marcha en Honduras del Plan Nescafé, se llevó a cabo el primer Encuentro Nacional de Jóvenes Caficultores, en San Pedro Sula. La actividad sirvió para brindar un balance de los principales logros a la fecha: más de 18.000 familias y 35.000 personas han sido positivamente impactadas, vía dotación de 6,5 millones de plantas resistentes a la roya y al cambio climático, asistencia técnica y capacitación en manejo integral del cultivo del café, emprendimiento, derechos humanos, prevención del trabajo infantil y empoderamiento económico de la mujer.
“8 de cada 10 productores enfrentan pobreza. Si queremos frenar la migración del campo a la ciudad o hacia otros países hay que generar trabajo digno en las zonas rurales, acabar con la inequidad, abrir mayores espacios para las mujeres e involucrar más a los jóvenes para que se vuelvan a enamorar del agro. Con la Iniciativa por los Jóvenes, por ejemplo, nos proponemos llegar a impactar a 100.000 de ellos al 2030 y generar 20.000 nuevos empleos”, recalca el CEO. Hace un énfasis particular en la necesidad de acelerar la transición generacional: “Sin jóvenes en la caficultura tampoco hay futuro para el café. La edad promedio de los productores de esta región es de 60 años. A ellos es más difíciles convencerlos para que asuman cambios de cómo han trabajado durante tantos años; los jóvenes son el puente, los llamados a ser agentes de cambio en sus comunidades porque son afines al tema ambiental, tienen grandes sueños y avalan la innovación. Por eso, estamos decididos a acompañarlos para que logren sus metas y puedan encontrar buenos trabajos o crear sus propios negocios. Así suman al proceso e inspiran al resto de los caficultores”.
Los ejes estratégicos del programa también incorporan la temática de la reforestación para la captura de CO2 en las fincas, mediante el programa Bosques del Mañana, y el fortalecimiento de la reputación de la marca. Asimismo, ha implicado otorgamiento de incentivos y un intenso trabajo con los productores, prácticamente de uno a uno, para demostrarles los beneficios del cambio y que acepten participar en el proceso. Quienes han dicho sí han logrado renovar los cafetos con mejores variedades que han elevado sus rendimientos hasta en un 50% y abandonaron el monocultivo para incursionar en el modelo de cultivos intercalados, donde el café convive con plátanos, chayotes y/u otros productos que interactúan entre sí de forma simbiótica. Eso reactiva los ecosistemas naturales y permite aprovechar una misma propiedad para producir más, lo cual se traduce en generación de ingresos adicionales y diversificación de riesgos ante eventos naturales y fluctuaciones en los precios internacionales.
Se suma que han aprendido nuevas técnicas para optimizar procesos, tienen acceso a herramientas de gestión digital para administrar mejor las fincas y están haciendo un mejor uso de los recursos. Como valor añadido, Nestlé se abastece de un grano amigable con el ambiente de más alta calidad, producido con responsabilidad.
Sumando alianzas para la transformación
La multinacional no está sola en el esfuerzo. Ha creado un ecosistema de alianzas que en Honduras incluye a Fundación CoHonducafé, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y Swisscontact, entre otros actores. “¡Creemos en el poder de la acción colectiva! No solo los productores deben comprometerse con el cambio, sino de toda la sociedad. En cada país trabajamos de la mano con distintos socios, con nuestras mismas ambiciones y valores, convencidos de que la colaboración es la única forma de lograr soluciones para los grandes problemas sistémicos que tenemos por delante en materia de la producción y medio ambiente”, dice Freixe.
Testimonios de beneficiarios confirman que la estrategia de la organización va por buen camino, como el de Lesly Argueta, una joven que asumió las riendas de la parcela de café familiar tras la muerte de su padre: “Pocos creían que yo pudiera continuar con su legado por ser mujer, joven y soltera; sin embargo, aproveché la oportunidad para formarme y salir adelante. Combinando la siembra del café con la apicultura y aplicando las técnicas y el conocimiento que me han brindado no solo logré mantener a flote la finca, sino que aumenté la producción, lo mismo que las ganancias, y emprendí un nuevo negocio con la miel. Si todos los productores tuvieran acceso a este tipo de ayuda el mundo sería otro”.
Para Freixe, esa labor holística reafirma el mensaje de que cada taza de Nescafé hace una diferencia: “Al elegirla, los consumidores, aparte de disfrutar de su excelente calidad y sabor, pueden saber de dónde viene, quién la produce y cómo. Se vinculan con un circulo virtuoso que vela por el bienestar de los pro- ductores y las comunidades, las buenas prácticas, el respeto de los derechos humanos, la inclusión y la protección infantil en toda la cadena de valor. ¡Eso es lo que hay detrás de nuestra taza de café!”.