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Luz en la pandemia

Oct 6, 2020 | Energia, Noticias de Hoy

Revista SUMMA
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El sector energético ha redoblado esfuerzos para cumplir con las necesidades y expectativas de la población durante estos tiempos de crisis sanitaria.

POR Carolina Barrantes y Luis Solís

Poder contar con electricidad en nuestras casas y hospitales para poder hacerle frente a la emergencia por la pandemia es vital. Ariel Yépez, jefe de la división de energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sostiene que la región se ha movido bajo tres grandes objetivos: garantizar la seguridad ocupacional de los trabajadores para la operación y mantenimiento de las empresas del sector eléctrico, crear mecanismos de soporte a la asequibilidad del servicio de energía y establecer una estrategia para garantizar la sustentabilidad económica del sector.

“La tensión financiera a la que están sometidas las empresas eléctricas puede ser extrema en el caso de las pequeñas comercializadoras, muchas de las cuales no pueden soportar por mucho tiempo una reducción generalizada de ingresos. Esta situación es particularmente compleja para comercializadoras cuya base de clientes tiene una alta composición de mipymes”, comenta Yépez.

Cambio de consumo

Enrique Chueca, consultor del tema de energía del BID, apunta que el confinamiento ha conllevado a un consumo de energía diferente al que solía presentar la región centroamericana. Los patrones de consumo han oscilado a lo largo del día, en parte porque esta situación de enclaustramiento indujo a reorganizar muchas de las tareas cotidianas, antes restringidas a otros momentos del día.

De la misma forma, la evidencia apunta a que se está produciendo una transformación de los patrones de sueño y trabajo de las personas. Por un lado, tendemos a acudir a dormir a horas más tardías y, por el otro, a levantarnos más tarde.

“Entender cuáles son los cambios del comportamiento humano vinculados a las nuevas condiciones impuestas por la pandemia permite tener un mejor conocimiento acerca de cómo se están asimilando las medidas de distanciamiento social y restricciones a la movilidad. Este conocimiento también es relevante para mantener la operación normal del sistema eléctrico. Su buena marcha está basada en la predictibilidad, a través de modelos que indican cuáles serán los cambios en los niveles de consumo que los ciudadanos van a demandar de la red en tiempo real. Sin embargo, con el golpe exógeno de la epidemia, esos patrones cambiaron. Como resultado, se ha requerido una rápida adaptación por parte de los operadores”, enfatiza.

Típicamente, los hogares tenían un patrón de consumo con un doble ciclo de uso a lo largo del día: un pico en la mañana y otro en la tarde. Ahora, se observa en ellos un uso más continúo de la electricidad, lo cual exige una operación más eficiente ininterrumpida y constante de las instalaciones de la red eléctrica, en aras de transportar la energía eléctrica requerida hasta cada residencia. Para impulsar el ahorro y poder mantener el suministro a precios asequibles se apuesta a la responsabilidad en el autoconsumo y la implementación de políticas de gestión de la demanda, las cuales pueden ayudar a reducir esos picos y valles que generan altos costos al sistema y retienen el efecto benéfico de poseer una curva de demanda eléctrica más plana de la habitual.

A futuro

El mundo posterior al COVID-19 se verá muy diferente al de antes de la pandemia y el uso de la energía estará entre las áreas afectadas por las transformaciones en curso. Las personas y las empresas seguirán con una alta propensión a hacer teletrabajo, al menos durante parte de la semana; los desarrolladores de aplicaciones de reuniones en línea, viendo el enorme mercado para ese software, lo harán cada vez más amigable con lo que viajar a reuniones o para participar en talleres y seminarios será cada vez menos necesario. Eso reducirá el consumo de petróleo y aumentará significativamente el uso de la teleconferencia y la computación en la nube, así como el uso de electricidad.

Mauricio Tolmasquim, consultor de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, puntualiza tres implicaciones de dicha tendencia:

1 .El crecimiento en el consumo de electricidad que se ha estado produciendo a través de la electrificación del transporte y la generación de calor se verá reforzado por la nueva tendencia en el trabajo a distancia.

2 .La mayor dependencia de la electricidad tendrá un impacto significativo en la naturaleza misma del consumo de combustible primario utilizado para su generación, acelerando la necesidad de reemplazar los combustibles fósiles con fuentes renovables.

3 .La adopción de tecnologías de energía renovable creará oportunidades de trabajo en toda la cadena de suministro.

El especialista añade que la gran limitación para el crecimiento de las fuentes renovables no convencionales ya no es el precio, ya que son más baratas que las energías fósiles, sino su intermitencia. La forma de acomodar cantidades crecientes de energías renovables pasa por aumentar la flexibilidad del sistema eléctrico a través de inversiones en transmisión, incrementar el almacenamiento (batería e hidrógeno verde) y responder a la demanda.

“El apoyo a la digitalización de los sistemas energéticos debería ser la segunda etapa del plan. Es funda- mental para aumentar la productividad, la seguridad, la accesibilidad y la sostenibilidad de los mismos. Con respecto a los generadores, transmisores y distribuidores de energía, la digitalización permite monitorear el sistema, determinar dónde hay problemas y adquirir los servicios y soluciones necesarios para mantener el sistema en funcionamiento, lo cual es cada vez más importante, como lo ha hecho ver el caso de pandemia”, manifiesta.

4 desafíos que los países de la región deben atender

1 Garantizar un suministro suficiente, continuo y de alta calidad en centros de salud y en otros servicios básicos, como el suministro y manejo de agua.

2 Garantizar la seguridad ocupacional de los trabajadores esenciales para la operación y mantenimiento del sistema eléctrico, incluidos los de centros de despacho y control.

3 Proveer mecanismos para garantizar la asequibilidad de los servicios de energía a la población vulnerable y a la población que sin ser vulnerable ha visto sus ingresos afectados de forma considerable como consecuencia de la pandemia.

4 Establecer una estrategia para garantizar la sustentabilidad financiera y operativa del sector, considerando las pérdidas de ingresos por la disminución de la demanda y los retrasos o la falta de pagos por provisión del servicio. El monto de las pérdidas dependerá, fundamentalmente, de las medidas adoptadas por los países y de la caída de la demanda eléctrica. Este reto será todavía mayor durante la recuperación. FUENTE: BID.

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