Japón llegó a superar los 25.000 contagios diarios durante la segunda mitad de agosto.
Por EFE
Tras cerrar en la víspera un ciclo olímpico marcado por la pandemia, Japón afronta ahora los retos de frenar el continuo auge del virus y de superar la nueva época de incertidumbre política que se abre con la inminente salida del primer ministro, Yoshihide Suga.
Los controvertidos Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Tokio terminaron sin grandes sobresaltos durante la competición y habiendo logrado evitar una explosión de contagios dentro de la burbuja olímpica, tras ser retrasados un año por la crisis sanitaria global y después de incesantes dudas sobre su posible cancelación.
Al margen de las medallas conseguidas por los atletas nipones, los Juegos han dejado pocos motivos para la celebración en Japón, un país que sufre la peor ola de contagios hasta la fecha y que acogerá unas elecciones en los próximos meses sin que haya por ahora ningún claro favorito a suceder a Suga.
DEBERES CUMPLIDOS
El Ejecutivo nipón da por «cumplidas sus responsabilidades como país anfitrión» al haber podido sacar adelante el evento pese a los «muchos obstáculos» que han tenido que afrontar, según dijo hoy el ministro portavoz del Gobierno nipón, Katsunobu Kato, en rueda de prensa.
Preguntado por el balance del evento, Kato señaló que «han sido unos Juegos con muchas limitaciones», entre ellas el veto al público en los estadios que a su juicio no impidió un «fuerte» apoyo de los nipones a los atletas.
Pese a que las encuestas antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos a finales de julio mostraban un escepticismo mayoritario de los japoneses por su celebración en plena pandemia, otras consultas realizadas más adelante reflejan un cambio del sentir de los nipones.
El último sondeo realizado por la agencia de noticias Kyodo apunta a que un 69,8 % de los encuestados se mostraron contentos de que los Juegos se celebraran según lo previsto incluso con Tokio bajo estado de emergencia sanitaria, mientras que un 26,3 % se manifestaron en contra.
VACÍO DE PODER
Aunque la percepción pública de los Juegos haya cambiado recientemente, la decisión de seguir adelante con ellos en un momento de crisis sanitaria fue uno de los factores que socavaron el respaldo popular al primer ministro de Japón, unida al sentimiento generalizado de que su gestión de la pandemia ha sido ineficaz.
En este contexto Suga anunció el pasado viernes su renuncia a presentarse a la reelección como líder del partido gobernante nipón en los comicios internos que celebrará esta formación el próximo día 29, lo que en la práctica supone que no podrá optar a la reelección como primer ministro.
El conservador Partido Liberal Demócrata (PLD) buscará a un nuevo rostro para recuperar la confianza de los japoneses, que saldrá de un elenco de candidatos entre los que están el exministro de Exteriores Fumio Kishida o la exministra de Interior Sanae Takaichi, quien aspira a convertirse en la primera mujer que lidera un Ejecutivo nipón.
De cara a las elecciones generales que deben convocarse antes de fin de noviembre, el PLD parte con ventaja frente a una débil y fragmentada oposición que aunque por ahora no amenaza su hegemonía, si podría despojarle de la amplia mayoría parlamentaria con la que ha gobernado cómodamente durante los últimos 8 años.
PROBLEMAS HEREDADOS
Suga afirmó que su decisión de retirarse de la carrera por el liderazgo político se debe a que quiere «concentrarse» en los esfuerzos para contener la pandemia en los próximos mese, lo que ha supuesto precisamente la tara principal del Ejecutivo desde hace ya año y medio.
En todo ese tiempo, Japón ha evitado cifras de contagios y fallecimientos comparables a las que se han visto en países de Europa o en Estados Unidos, y sin aplicar el confinamiento obligatorio de su población, una medida que no contempla su marco legal.
No obstante, el virus ha continuado propagándose en sucesivas oleadas por el archipiélago nipón, poniendo en jaque al sistema sanitario y causando un daño sostenido a la economía nacional.
Japón llegó a superar los 25.000 contagios diarios durante la segunda mitad de agosto, sus peores cifras en lo que va de pandemia, aunque desde inicios de septiembre la tendencia de las infecciones parece ir a la baja.
En el debe de Suga y entre los principales retos que heredará su sucesor también figura la lentitud de la campaña nacional de vacunación, que hasta la fecha ha cubierto a un 47,1 % de la población.