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La IA y el riesgo de atrofia cognitiva: La tecnología sin propósito es un atajo peligroso

Oct 1, 2025 | Columnas, Noticias de Hoy

Revista SUMMA
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La IA es un aliado poderoso, pero su verdadero impacto depende de cómo la usemos.

Por Fabián Salazar es CEO para Centroamérica y el Caribe de GFT Technologies

Vivimos en un momento fascinante de la historia, donde la Inteligencia Artificial (IA) está redefiniendo procesos, acelerando resultados y ampliando el alcance del conocimiento. Como CEO, veo a diario el potencial transformador de la IA. Sin embargo, también veo un desafío creciente: nos estamos volviendo excesivamente dependientes de las máquinas y, en algunos casos, no logramos ejercitar nuestras capacidades críticas y creativas. Ensayos nuevos respaldan esta preocupación. Un estudio reciente identificó que el uso excesivo de la IA Generativa puede conducir a una “atrofia cognitiva”: cuanto más confiamos ciegamente en las respuestas automatizadas, menos ejercitamos nuestro razonamiento analítico. Este fenómeno ya se ha documentado en la aviación, donde los pilotos altamente dependientes de sistemas automatizados experimentan un deterioro en habilidades manuales y cognitivas críticas.

Al fin y al cabo, la IA trabaja con el pasado. Reorganiza datos históricos para ofrecernos respuestas en el presente. Pero la creatividad y la innovación provienen de lo que aún no existe: lo nuevo. Para crear algo genuinamente nuevo, necesitamos fomentar el pensamiento crítico y valorar las experiencias humanas. Nuestra biología, experiencias sensoriales y emociones hacen a cada individuo único. Esto es lo que nos diferencia de cualquier agente de IA, que no siente, observa ni actúa con una intención genuina.

El futuro del trabajo estará determinado por esta diferencia. La automatización acelerada ya está impactando las tareas repetitivas, pero características como el juicio, la empatía y el liderazgo siguen siendo irremplazables. Como sociedad, necesitamos construir valores sólidos que guíen la tecnología, en lugar de dejar que ella nos guíe.

En este escenario, la educación cobra protagonismo. La alfabetización en IA es esencial, pero insuficiente. Necesitamos revivir la educación socrática, que valora la curiosidad y el cuestionamiento, y fomentar las habilidades humanas que nos permitan usar la IA como un amplificador cognitivo, no como una muleta. En este sentido, un estudio reveló que herramientas como ChatGPT pueden acelerar las tareas hasta en un 60%, pero reducir la carga cognitiva del aprendizaje en un 32%. Sin una cultura de reflexión, corremos el riesgo de crear una generación “perezosa” que simplemente consume tecnología sin generar o crear algo nuevo y revolucionario.

La IA es un aliado poderoso, pero su verdadero impacto depende de cómo la usemos. Si la usamos para aliviar la sobrecarga de información digital y liberar tiempo para la creatividad, tendremos profesionales más innovadores y una sociedad más resiliente. Pero si seguimos aceptando respuestas predefinidas sin cuestionarlas, perderemos la capacidad de pensar de forma independiente. En tiempos de avance exponencial, la habilidad más valiosa es mantenernos genuinamente humanos.

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