El estudiante juega un papel clave, la responsabilidad y esfuerzo de los jóvenes es vital para lograr resultados favorables.
Por Revista Summa
La educación a nivel mundial ha tenido la necesidad de adaptarse a los grandes retos derivados de la contingencia por COVID-19. La pandemia ha obligado a las instituciones académicas a reevaluar sus modelos educativos, aprovechando esta situación como una oportunidad para lograr una mejora continua en los planes de estudio, ampliando el acceso y cobertura digital e integrando herramientas que reafirmen los beneficios establecidos de la educación a distancia.
La inmediatez en la respuesta ha sido crucial para responder de manera adecuada, garantizando la cobertura de los planes académicos a distancia y así evitar la pérdida del año escolar. La necesidad actual, regida por los lineamientos de salud pública, han empujado a todas las instituciones a ser más fluidas digitalmente. Un ejemplo de esta situación, son los programas de estudio en el extranjero, ya sean para corto o largo plazo, estas experiencias han tenido que adecuarse a una movilidad electrónica que en un primer momento se convirtió en una alternativa pero que quizá la misma contingencia nos ha permitido evaluar la posibilidad de implementarlo como modelos establecidos de educación para el futuro.
Pero la implementación de modelos de educación flexibles, que incluyan clases presenciales y en línea, representa también desafíos relacionados principalmente con mantener como eje primordial el impulso de las relaciones interpersonales. Y es ahí donde las instituciones, docentes y alumnos tenemos que trabajar de manera conjunta para lograr un cambio de paradigma que nos permita repensar la forma de educar desde una perspectiva más amplia cumpliendo roles específicos.
Por ejemplo, en CETYS se ha iniciado este ciclo escolar bajo el modelo Flex360, un modelo híbrido y flexible que busca asegurar la integridad del alumnado y los docentes que conviven en la institución de una manera planeada y estructurada adecuándose de manera paralela al sistema de semáforos definido por la autoridad sanitaria.
Lograr este modelo implicó para el caso de los docentes llevar a cabo sesiones de inmersión centrada en aprender una nueva forma de estar cerca a través de la tecnología, además de desarrollar habilidades para fomentar el interés del estudiante pensando en que la virtualidad es ahora la nueva realidad, evitando que la modalidad virtual se convierta en una simple conferencia y sea llevado a una actividad que reinvente el proceso educativo en función de metas y objetivos claros pensando fuera de la caja.
Pero también el estudiante juega un papel clave, la responsabilidad y esfuerzo de los jóvenes es vital para lograr resultados favorables. Uno de los aspectos más relevantes es su salud anímica, es importante que los estudiantes se sientan parte de una comunidad, que mantenga la experiencia de la vida estudiantil a distancia haciendo uso de las herramientas tecnológicas que se le ofrecen.
Es decir, la contingencia debe ser vista como una oportunidad para innovar, desarrollar esquemas académicos que ofrezcan clases de manera presencial, híbrida y/o en línea, dependiendo la fase de la contingencia, pero que en determinado momento pueda retomarse la actividad académica formal. Manteniendo siempre los pilares que destacan a un programa académico de excelencia como lo es el emprendimiento e innovación, internacionalización, vinculación, responsabilidad social, cultural de la información y sustentabilidad.
Lo que ahora se construye, no reemplazará ni debería reemplazar los modelos educativos tradicionales, se trata de evolucionar, de probar y aprender en el camino mejorando los enfoques y aportando ideas relevantes que impacten en el aprendizaje y experiencia del alumnado, no sólo a nivel local sino también internacional.
Se trata de un momento nunca vivido, en el que se deben evaluar todos los desafíos y oportunidades para proveer a la sociedad profesionales capacitados, con una visión internacional y capaces de adaptarse a los retos generados por la incertidumbre. Esta crisis ha obligado a realizar cambios para lograr la satisfacción de las necesidades únicas de los estudiantes.
Se tiene que responder de manera inmediata, pero certeramente, la rapidez garantiza el éxito del trabajo de las instituciones académicas ante una variedad de incógnitas, algunos cambios serán temporales, pero otros sin duda permitirán mejorar el enfoque educativo a largo plazo.