En Costa Rica, la precipitación anual se reducirá hasta en un 65% en Guanacaste para 2080.
Por Revista Summa
Con ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente y como un llamado urgente ante la catástrofe provocada por la triple crisis del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), plantea una serie de soluciones a desafíos ambientales que deben ser prioritarios en Costa Rica si queremos asegurar un futuro para las generaciones presentes y futuras.
“Es difícil conmemorar el día del ambiente sin reflexionar en el hecho que cincuenta años después de la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, continuamos sin entender que puede haber naturaleza sin sociedad, pero no sociedad sin naturaleza. Requerimos acciones urgentes para revertir la emergencia global que nos dirige a la extinción. Estamos ante una crisis de humanidad, de empatía y de supervivencia”, remarcó José Vicente Troya Rodríguez, Representante Residente del PNUD en Costa Rica.
“Hoy cada institución, cada sector y cada persona, desde sus hogares, lugares de trabajo, comunidades y espacios de poder, deben asumir la responsabilidad de cambiar la historia porque tenemos Una sola Tierra y lo que suceda en cada territorio nos afecta de manera directa. Debemos asegurarnos de no dejar a nadie atrás. La transición hacia una economía verde, resiliente y en igualdad de género sólo puede hacerse si se realiza de forma inclusiva. No hay otra forma, es justicia social y una obligación moral», puntualizó.
Ante esta realidad, el PNUD señala la urgencia de:
- Empoderar e incluir a las mujeres en la toma de decisiones a todos los niveles; más mujeres en la toma de decisiones históricamente ha preservado más la naturaleza.
- Respetar los conocimientos y saberes ancestrales de los pueblos indígenas y aprovecharlos para recuperar nuestra relación con la naturaleza;
- Reorientar la producción agrícola hacia formas más eco-amigables y sostenible no sólo atendiendo los intereses económicos del sector productor, sino también con menor impacto para la salud de las personas y el ambiente. Esto implica, por ejemplo, un manejo integrado de plagas a través de la reducción del uso de plaguicidas así como su peligrosidad;
- Apoyar la agricultura familiar, especialmente donde participan mujeres y jóvenes, con esquemas de producción sostenible que promueven una seguridad y soberanía alimentaria a la vez que fomentan circuitos de comercialización y consumo local;
- Fortalecer capacidades, análisis de mercado, enlaces comerciales y acceso a financiamiento para emprendimientos turísticos sostenibles rurales cuyo impacto negativo es menor sobre el ambiente y permite mayores beneficios socio-económicos para las comunidades;
- Prevenir la contaminación de fuentes de agua, generando información hidrogeológica para saber qué sitios son prioritarios de proteger, adquirirlos para su conservación, regenerar su cobertura verde con especies nativas de árboles, arbustos y hierbas. También garantizar los acuerdos y recursos para su constante manejo y monitoreo;
- Hacer respetar las normativas relacionadas con planificación del territorio, para garantizar la protección efectiva de zonas de interés ambiental y ecosistémicas, así como reducir las vulnerabilidades del territorio que producen desastres;
- Acelerar la implementación de medidas urgentes para la protección de áreas de recarga hídrica y fuentes de agua, así como incrementar el agua disponible en los acuíferos mediante estrategias de infiltración asistida que coadyuven a la filtración natural;
- Impulsar paralelamente con los calendarios de eliminación de gases refrigerantes, opciones tecnológicas de climatización centralizada que operan con refrigerantes de bajo potencial de calentamiento global y de mayor eficiencia energética, transformando conceptos arquitectónicos y de construcción de obra civil en edificaciones;
- Dar un giro estratégico hacia la promoción de nuevos modelos de negocio que incluyan en su fórmula de valor la generación intencional de impactos positivos para la naturaleza y las personas;
- Fortalecer las capacidades del país para llevar a cabo la transición hacia una economía verde, azul circular e inclusiva, basada en la producción y consumo responsables y la adecuada gestión integral de residuos en un encadenamiento de nuevos emprendimientos que puedan estimular la creación de fuentes de trabajo verdes, seguras, dignas y formales;
- Fomentar el consumo, caza y recolección sostenible de organismos marinos, especialmente los considerados invasivos, generando alternativas tecnológicas, educativas y económicas para reducir la presión sobre especies de alto valor ecológico y poblaciones reducidas o en peligro crítico de extinción, al tiempo que se generan beneficios económicos a las comunidades costeras;
- Impulsar el modelo de agricultura sostenible y orgánica sobre el de agricultura convencional. Más y mejores semillas, resistentes a plagas, controladores biológicos, agricultura de precisión, diversificación y rotación de cultivos, reducción de la carga química, control de plaguicidas y agroquímicos que ponen en peligro la salud humana y los ecosistemas;
- Acelerar la migración del parque automotriz principal y transporte público principales consumidores de hidrocarburos, hacia energías renovables.
“Creemos que si lo hacemos juntas y juntos es posible. Es nuestra oportunidad de llevar a cabo estas transformaciones”, finalizó Troya Rodríguez.