Los modelos del Banco Central proyectan que la inflación general y subyacente retornarían al rango de tolerancia alrededor de la meta de inflación en el 2024.
Por Revista Summa
La Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica (BCCR), en sesión del 27 de julio del 2022, acordó por unanimidad aumentar el nivel de la Tasa de Política Monetaria (TPM) en 200 puntos base (p.b.), para ubicarla en 7,50% anual. Además, reiteró su firme compromiso con el control de la inflación y por ello estima necesario continuar con el proceso de incrementos en la TPM, iniciado en diciembre pasado, y que busca que la postura de política monetaria sea al menos neutral.
El Banco Central ejecuta su política monetaria sobre la base de un esquema de metas de inflación. Bajo este régimen, las decisiones de política monetaria y, en particular, los ajustes en la Tasa de Política Monetaria se fundamentan en un análisis del entorno macroeconómico actual, que incorpora la evolución prevista de la inflación, de sus determinantes y de los riesgos alrededor de esas proyecciones. Por ello se afirma que el Banco Central conduce su política monetaria de manera prospectiva.
Además del movimiento en la TPM, la Junta Directiva acordó fijar la tasa de interés bruta de los depósitos electrónicos a un día plazo (DON) en 5,56% anual. Ambos ajustes rigen desde el 28 de julio del 2022.
Consideraciones que fundamentan las decisiones de política
El Banco Central da seguimiento continuo a la evolución de los distintos indicadores macroeconómicos, con el fin de ajustar de manera oportuna su política monetaria, en caso de ser necesario.
Como resultado de ese seguimiento, se tiene que las presiones inflacionarias observadas globalmente desde el 2021 se intensificaron en lo que transcurre del 2022, en buena medida, como consecuencia del choque sobre los precios de las materias primas causado por el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Ambos países tienen una participación relevante en las exportaciones mundiales de combustibles, granos básicos y metales.
En este contexto, la inflación se ha situado en valores superiores a las metas definidas por la mayoría de los bancos centrales del mundo, que los ha llevado a acelerar el proceso de salida de las posturas de política monetaria laxa, que les caracterizó durante la pandemia del COVID-19. Ello ha quedado de manifiesto en la finalización de programas de compra de activos, así como en incrementos en las tasas de interés de referencia, más frecuentes y de mayor magnitud a lo inicialmente estimado.
Costa Rica, como economía pequeña e integrada al mundo comercial y financieramente, no es ajena a esta realidad. Desde febrero pasado la inflación se ubica por encima del límite superior del rango de tolerancia alrededor de la meta de largo plazo (3% ± 1 punto porcentual). En particular, en junio último la inflación general alcanzó 10,1% en términos interanuales, mientras que el promedio de indicadores de inflación subyacente fue de 6,4%; ambos valores corresponden a los más altos en los últimos 13 años.
Además, la encuesta dirigida a analistas financieros, consultores en economía y empresarios, realizada el pasado mes de junio, denota el comportamiento creciente de las expectativas de inflación; la mediana registró valores de 6,6% y 5,0%, en ese orden, a 12 y 24 meses. Precisamente, ese comportamiento llevó al Banco Central a adoptar una postura de política monetaria más restrictiva, con el fin de aminorar o evitar efectos de segunda ronda que hagan persistir la inflación.
Los modelos del Banco Central proyectan que la inflación general y subyacente retornarían al rango de tolerancia alrededor de la meta de inflación en el 2024.
Existen otros factores que introducen riesgos alcistas sobre la inflación, de los cuales destacan:
a) Que se prolongue, en el tiempo, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Esto acrecienta el riesgo de que la presión sobre los precios internacionales de las materias primas sea de mayor magnitud y persistencia a lo actualmente previsto.
b) Los precios internos del productor de manufacturas continúan al alza, con una variación interanual de 17,6% en junio último, lo que indica que el efecto del choque inflacionario de las materias primas aún no ha completado su potencial transmisión hacia los precios al consumidor.
c) Que las expectativas de inflación se desanclen con respecto a la meta de largo plazo, lo que retardaría la convergencia de la inflación a dicha meta.
De acuerdo con las expectativas de inflación a 12 meses plazo, disponibles al 27 de julio, la TPM vigente expresada en términos reales es negativa, lo que denota una política monetaria aún en terreno expansivo.
Por otra parte, la tasa de crecimiento de la actividad económica del primer semestre es relativamente alta, pero con tendencia a desacelerarse. En mayo último el Índice mensual de actividad económica registró una variación interanual de 5,4% y una tasa media anual de 7,2%. No obstante, y según lo previsto, se estima que la producción crecerá a un ritmo de 3,4% al término del presente año.