Especies de flora y fauna tendrán más espacios para migrar en busca de alimento y refugio.
Por Revista Summa
Una gran parte de la biodiversidad del país se encuentra fuera de las áreas protegidas, por lo que los corredores biológicos juegan un papel importante para garantizar la movilidad de la flora y fauna entre los distintos hábitats, ayudando a la conservación de especies, de los ecosistemas y de los servicios que nos brindan.
Por esta razón es que Costa Rica apuesta por mejorar la efectividad de los corredores biológicos existentes, en miras de la protección de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático.
Actualmente el país cuenta con 51 corredores biológicos, lo que representa un 38% del territorio nacional.
Ese es el objetivo del Proyecto Corredores Biológicos, del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), el cual ha mejorado en un 20% la efectividad de los corredores biológicos, pasando de un 38% a un 58%. Este proyecto se desarrolla en cooperación con el Ministerio Federal de Medio Ambiente, Protección de la Naturaleza y Seguridad Nuclear de la República Federal de Alemania, con la implementación de la Cooperación alemana GIZ.
“Pese a su importancia para la conservación, las áreas protegidas son pequeñas en extensión y se encuentran relativamente aisladas, lo cual representa una amenaza para las mismas. Los corredores biológicos articulan a las áreas protegidas entre sí y sirven como puentes para muchas especies de fauna y flora. Con este Proyecto logramos cumplir las metas de la Estrategia Nacional de Biodiversidad”, destacó Jairo Sancho, Coordinador del Programa Nacional de Corredores Biológicos del SINAC.
Como parte de la iniciativa, el SINAC cuenta además con un Sistema de Monitoreo Participativo para medir el avance de la implementación de los Planes de Gestión de los Corredores Biológicos, así como la identificación de rutas de conectividad definidas a nivel nacional.
“Con el cambio climático los corredores biológicos se convierten en una estrategia vital para la conservación del medio ambiente y de los servicios que nos brindan a los seres humanos, la naturaleza no nos necesita somos nosotros los humanos quienes la necesitamos a ella. Solo con la implementación del Proyecto, se lograron conectar territorios productivos sostenibles con Áreas Silvestres Protegidas en un área superior a las 650 mil hectáreas”, manifestó Michael Schloenvoigt, director de la iniciativa.
Aire limpio, agua, almacenamiento de carbono y alimento son algunos de los muchos beneficios que brindan el medio ambiente al ser humano.
Para Schloenvoigt, el gran reto en mantener esta conectividad consiste en la gobernanza y gestión compartida de los recursos naturales en estos paisajes. En esa gestión están involucrados los gobiernos y municipios locales, el sector privado, asociaciones y cámaras productoras y la sociedad civil.
“Ahora el SINAC dispone de un marco político, legal y administrativo ajustado a las necesidades de la gestión de los corredores biológicos y de los instrumentos necesarios de gobernanza eficaz. Existen y se aplican guías metodológicas reformadas para la creación de nuevos corredores, estudios técnicos, la elaboración de los planes quinquenales, la gestión de los CB, aplicación de protocolos y procedimientos conforme a la legislación pública, y el monitoreo de la gestión eficaz”, agregó el director del Proyecto.
Además, estos procesos requieren de financiamiento, por lo que a través del Proyecto Corredores Biológicos se movilizaron más de $10 millones, de forma directa e indirecta, para la conservación y transformación a una producción verde.
Uno de los mecanismos financieros establecidos para este fin es la Tarifa Protección Recursos Hídrico (TPRH) de la ARESEP, con la cual se adapta el sistema tarifario incorporando por primera vez en Costa Rica e institucionalizando en el cobro de la tarifa del agua el costo para la gestión y conservación de las zonas recaudadores y nacientes de agua en los corredores biológicos. Esta tarifa genera más de 1 millón de dólares anuales para la conservación de las zonas protectoras de agua en los corredores biológicos.