También aboga por la reducción del costo regulatorio, mayor profundización financiera e inclusión de acceso a productos.
Por La Estrella
«El sistema financiero panameño es uno de los grandes activos del país. Ha acompañado la fuerte expansión económica que ha permitido a Panamá convertirse en la nación con mayor PIB per cápita de América Latina», señala el Banco Interamericano de Desarrollo en un nuevo estudio.
Sin embargo, reconoce que «en los últimos años ha venido perdiendo competitividad, presencia en la economía y atractivo para los inversores extranjeros y tiene carencias importantes para atender a determinados segmentos empresariales y de población, a pesar de las ventajas y el potencial que ofrece el país».
Frente a este panorama, el sistema financiero, requiere de una «modernización» y «a nuestro juicio, debería centrarse en varios aspectos clave: la reducción del costo regulatorio, el desarrollo del mercado de capitales como un hub regional, el aprovechamiento de la tecnología para lograr eficiencia y reducción de costos y la mayor profundización financiera e inclusión de aquellos grupos socioeconómicos con un limitado acceso a productos”.
Así lo concluyen Jhonatan Astudillo, Carlos Garcimartín y Christian Schneider, en el nuevo estudio del BID, “Hacia el desarrollo y la sofisticación del sector financiero de Panamá”, que analiza el desempeño reciente del sector financiero, se evalúa su nivel de desarrollo y competitividad y ofrece posibles alternativas para su modernización y para aumentar su capacidad como promotor de una recuperación económica sostenible post covid-19.
Hallazgos
Los hallazgos muestran que el sistema financiero tiene carencias importantes para atender a determinados segmentos empresariales y de población. La escasa internacionalización de la banca panameña, el bajo grado de desarrollo de los mercados de valores y de la industria Fintech, la alta concentración de la cartera crediticia o las dificultades de la MiPymes para acceder al crédito son algunos ejemplos de ello.
“Todo ello ha reducido la capacidad del sistema para convertirse realmente en un centro financiero regional atractivo para el establecimiento de grupos financieros importantes. La concentración del negocio bancario en pocos sectores muy dinámicos en años anteriores, pero que en la actualidad ya no arrojan los rendimientos de los últimos años, ha promovido el desarrollo de un sistema conservador, con una limitada oferta de productos y sin la capacidad de adaptarse rápidamente y ofrecer soluciones innovadoras a otros sectores relevantes de la economía”, señalan.
Consideran que el costo regulatorio podría ser uno de los factores importantes en la pérdida de competitividad del sistema financiero panameño y en la salida de participantes extranjeros. Por ello, “el sistema requiere una modernización que, entre sus componentes, incluya cambios que permitan mejorar la eficiencia regulatoria, lo que, a su vez, requiere de un debate que contribuya a generar un consenso a nivel país”.
Por otra parte, destacan que pese a su menor tamaño, “el mercado de valores ha venido mostrando un dinamismo importante y las políticas públicas pueden desempeñar un rol relevante para darle aún más impulso”.
Algo parecido sucede con la tecnología. En línea con la tendencia mundial de incluirla como parte fundamental de la calidad de los sistemas financieros, Panamá hace ya algunos años que se encuentra promoviéndola. Para ello, creen que “es necesario disponer de un sistema y medios de pagos robustos, que faciliten la transaccionalidad de los participantes”. De igual forma, se requiere un marco regulatorio que permita atraer empresas FinTech.
Sin embargo, “como paso previo es fundamental avanzar en una agenda donde se busque la integración de todos los protagonistas del sistema en estructuras que permitan una mayor transaccionalidad”.
Asimismo, “la formación de talento local mediante apoyos en generación de conocimiento y la atracción de capital humano calificado son piezas importantes en esta industria”.
Finalmente, y más aún en el actual contexto de crisis, opinan que es importante aumentar la inclusión financiera de la población y reducir la brecha de financiamiento de las MiPymes.
“En definitiva, el sistema financiero debe ser uno de los pilares de una recuperación sostenible en Panamá, lo que requiere cierta modernización y aumentar su capacidad para atender a los grupos de población y empresariales que tienen un acceso mucho más limitado a sus servicios”.
Además, “la concentración del negocio bancario en pocos segmentos ha promovido el desarrollo de un sistema conservador, con una reducida oferta de productos y una capacidad limitada para adaptarse rápidamente y ofrecer soluciones innovadoras a otros sectores relevantes de la economía”.