En estos últimos meses hemos dados pasos enormes en la transformación digital.
Por Daniel Verswyvel, Gerente General de Microsoft Centroamérica
La contingencia de salud pública que impacta al mundo nos hizo adoptar nuevas formas de aprender, de trabajar, y de comunicarnos con nuestros seres queridos. Este salto inesperado al mundo del “todo virtual” provocó una acelerada apropiación tecnológica y sentó las bases de una transformación digital sin precedentes en nuestra región.
Y es que la tecnología ha jugado un papel fundamental en esta coyuntura. Gracias a ella, los colegios y universidades pudieron continuar educando y formando a nuestros jóvenes y niños de manera virtual. Los gobiernos pudieron seguir conectados, administrando y prestando los servicios a los ciudadanos, contaron con la información necesaria y con las herramientas de colaboración para tomar las decisiones más apropiadas. Los servicios de salud tuvieron la información epidemiológica, la data global, la claridad sobre los recursos necesarios para atender esta crítica situación. Gracias a la tecnología, han podido seguir atendiendo las necesidades de salud de la ciudadanía. El sector solidario pudo movilizarse, canalizar ayudas, recoger donaciones y llevarlas a quien más las necesita. En el sector privado, miles de empresas se movieron al trabajo remoto y pudieron continuar operando a distancia, proveyendo a todos los bienes y servicios que nos han permitido seguir adelante a pesar de las restricciones y el confinamiento. Gracias a la tecnología seguimos conectados y cercanos. Pudimos celebrar cumpleaños y tradiciones como el Día de la Madre en la virtualidad.
Lo cierto es que en estos últimos meses hemos dados pasos enormes en la transformación digital. En otras circunstancias menos difíciles esta evolución habría tardado años. Las organizaciones que habían planeado esta transición, habían capacitado a sus equipos y contaban con servicios tecnológicos robustos y seguros, pudieron sortear mejor la coyuntura. Otros, menos avanzados en su transición, se han puesto al día con estrategias de urgencia, que muchas veces resultan más complejas, más inseguras o costosas. Sea como sea, ha sido un privilegio y un orgullo poder trabajar hombro a hombro para construir soluciones para la salud, la educación, el gobierno, el sector privado ante los retos que plantea esta nueva normalidad, ayudar a garantizar la continuidad de sus operaciones. Así nacen historias de transformación como estas, que demuestran que América Central no se queda atrás.
Coope Victoria es la cooperativa más grande y tradicional de productores de caña de azúcar y café en Costa Rica. Reúne a cerca de 3.000 productores, que en edad promedian los 57 años y están repartidos en todo el país. Ante una inminente parálisis en su operación por las restricciones de circulación, adoptó Teams para mantener sus servicios comerciales, técnicos, educativos y de suministro a sus afiliados. Esta herramienta ha sido el canal de comunicación entre productores y la asociación, con los directores y sus propios compañeros, para no desamparar a los afiliados. Un ejemplo de transformación digital y cultural para el sector agrícola, pocas veces asociado con el uso de esta tecnología.
El sector financiero no para, aunque el mundo lo haga por un momento. En El Salvador, el Banco Centroamericano de Integración Económica se ajustó a los protocolos de distanciamiento social enviando a sus colaboradores a trabajar desde casa, apalancados en plataformas de comunicación y trabajo colaborativo. Bantrab, en Guatemala, replicó este modelo y hoy tiene más de 1.200 personas atendiendo sus labores en casa. Las reuniones de la junta directiva ahora son virtuales y los reportes de turnos nocturnos que antes debían hacerse a la madrugada desde las instalaciones del banco, se hacen desde casa. Sin afectar la operación, minimizaron riesgos de salud para sus colaboradores y sus clientes, y elevaron la calidad de vida de sus equipos.
Si la banca no se detiene, la justicia tampoco lo hace. La Rama Judicial de Panamá transformó sus sesiones presenciales del sistema penal acusatorio en audiencias virtuales. Los funcionarios judiciales atienden procesos de diversa índole mediante plataformas de comunicación con los más altos estándares de seguridad y el Estado puede seguir garantizando a los ciudadanos los servicios más esenciales de la justicia: aquellos que deciden sobre la libertad de las personas.
Si hay un sector que es modelo a seguir, es el educativo. Su rápida adaptación permitió que millones de estudiantes y docentes de todas las edades transformaran sus hogares en aulas virtuales. La Universidad de El Salvador, la Universidad del Valle de Guatemala, la Universidad de Panamá, y las universidades Americana y Latina de Costa Rica, así como cientos de colegios y escuelas en la región dieron un giro total hacia las clases virtuales en solo unos días. Y gGracias a la versatilidad de su plataforma de colaboración, los contenidos diseñados para aulas tradicionales evolucionaron hacia formatos digitales. En esa misma línea, el Lincoln School, uno de los colegios privados más destacados de Costa Rica, migró a sus 1.140 estudiantes, maestros y personal administrativo a la educación remota. Y no solamente los colegios privados: el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica volcó el trabajo de miles de estudiantes y profesores a las clases virtuales en una operación que involucra a 750.000 personas, entre estudiantes, profesores y administrativos. Con la ayuda de varias instituciones universitarias, ofrece incluso tutorías especiales a los niños de las escuelas públicas costarricenses. La misma estrategia de aprendizaje en línea ha servido para que el Ministerio de Educación de Panamá pueda atender a los más de 700.000 jóvenes del sistema de educación pública.
La participación de los gobiernos en todo proceso de transformación digital es vital. El Ministerio de Relaciones Exteriores de El Salvador implementó una plataforma de Microsoft Forms para conectar y rastrear a más de 4.000 salvadoreños que quedaron fuera del país luego de que el Gobierno anunciara la suspensión de vuelos para contener la pandemia del COVID-19. Esta solución facultó al Ministerio para mapear, en tiempo real, a cada ciudadano con el propósito de brindarles asistencia y generar redes de apoyo para atender sus necesidades.
Todas estas experiencias, y cientos más en la región, han sido construidas de la mano con nuestros aliados y ratifican que la acelerada transformación digital será parte del legado de esta coyuntura. Quedan retos pendientes y grandes lecciones aprendidas. Faltan muchas aún por asimilar. Sin duda la necesidad de avanzar en la conectividad y el cambio cultural que introdujo el trabajo remoto son punto de partida de transformaciones verdaderamente revolucionarias, que ya están ocurriendo, dejando entrever cómo podría ser lo que muchos llaman la “nueva normalidad». Pero, sobre todo, queda la certeza de la resiliencia, la adaptabilidad, el talento y la la solidaridad centroamericana para hacer frente común y solucionar los grandes desafíos sociales.