Si el país logrará atraer inversiones equivalentes al 4 % del mercado global proyectado de la industria de semiconductores, estimado en $63.67 mil millones, estaríamos hablando de una inyección de capital de aproximadamente $2.546.8 millones.
Por La Estrella
En medio de una creciente tensión geopolítica y una acelerada transformación digital, los semiconductores se han consolidado como un recurso estratégico clave para la competitividad global. Más allá de su papel esencial en dispositivos electrónicos, vehículos inteligentes y sistemas de defensa, los chips se han convertido en el eje de una competencia internacional por asegurar redes de valor resilientes, seguras y diversificadas.
Panamá, tradicionalmente reconocido por su conectividad logística, enfrenta una oportunidad inédita: posicionarse como un enlace confiable en la cadena de valor de los semiconductores.
Esta visión no busca competir con gigantes tecnológicos, sino complementar estratégicamente los procesos globales mediante servicios logísticos avanzados, infraestructura especializada, talento humano capacitado y una visión estratégica sostenida.
La pregunta ya no es si Panamá puede participar, sino cómo y con qué visión estratégica puede hacerlo.
Un mercado global en expansión: oportunidad para Panamá
El mercado global de servicios de ensamblaje, prueba y empaquetado de semiconductores (OSAT, por sus siglas en inglés), también conocido como ATP, alcanzó un valor de $44.5 mil millones en 2022 y se proyecta que crecerá a $63.67 mil millones en 2028, con una tasa de crecimiento anual compuesta (TCAC) de 5,1 %.
Este segmento es esencial en la cadena de suministro de circuitos integrados, ya que permite a los fabricantes externalizar procesos complejos como la unión física del chip, su encapsulado protector y múltiples etapas de prueba para garantizar calidad y funcionalidad.
Actualmente, el mercado está fuertemente concentrado en Asia, especialmente en Taiwán y China, debido a sus costos competitivos y experiencia acumulada. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 reveló los riesgos de esta concentración, generando disrupciones que afectaron industrias globales como las telecomunicaciones, automotriz, defensa y dispositivos médicos.
Como resultado, se ha iniciado un esfuerzo internacional por diversificar geográficamente la cadena de suministro, abriendo oportunidades para nuevas regiones.
En este contexto, Panamá puede captar incluso una pequeña fracción de este mercado, lo cual tendría un impacto significativo en su economía. Por ejemplo, atraer operaciones OSAT podría traducirse en:
• Incremento de la inversión extranjera directa (IED) en sectores de alta tecnología.
• Generación de empleos técnicos y especializados, con salarios competitivos.
• Aumento del PIB mediante la incorporación de valor agregado en manufactura avanzada.
• Diversificación de la matriz productiva, reduciendo la dependencia de sectores tradicionales.
• Fortalecimiento del ecosistema de innovación, con efectos positivos en educación, ciencia y emprendimiento.
¿Qué buscan las empresas de semiconductores?
Las empresas de semiconductores no se instalan en cualquier país. Según el estudio “Attracting chip investment: Industry recommendations for policymakers” de la Asociación Americana de Semiconductores (SIA), evalúan cuidadosamente si el entorno ofrece cinco factores clave:
1. Costos de inversión y operativos. 2. Mano de obra especializada. 3 Infraestructura adecuada. 4 Entorno regulatorio favorable. 5 Ecosistemas integrados de innovación.
Panamá, aunque no produce chips, presenta fortalezas reales en varios de estos aspectos y está trabajando activamente en otros para cerrar brechas y atraer inversión tecnológica.
Factores clave para atraer inversión en semiconductores: ¿cómo se posiciona Panamá?
1. Costos de inversión y operativos: Panamá ofrece regímenes fiscales competitivos, especialmente en zonas francas y áreas industriales, con incentivos para la importación libre de aranceles de insumos y equipos. La estrategia nacional contempla medidas para reducir los costos iniciales de instalación y operación, incluyendo esquemas de cofinanciamiento público–privado, simplificación de trámites y acceso preferencial a infraestructura. El Ministerio de Comercio e Industrias (MICI) lidera estos esfuerzos para crear condiciones atractivas para inversionistas tecnológicos.
2. Mano de obra: talento humano especializado: La Universidad Tecnológica de Panamá (UTP) ha graduado en los últimos años un promedio de 5.000 profesionales por año, de los cuales aproximadamente 2.500 están en carreras directamente relacionadas con semiconductores, representando el 80% del total nacional en estas áreas. Estudios muestran que la UTP enseña 130 de las 150 competencias técnicas clave que requiere esta industria.
El fortalecimiento del talento humano vinculado a la industria de semiconductores en Panamá ha sido posible gracias a una sólida colaboración interinstitucional. La Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) ha liderado este esfuerzo mediante programas de becas para investigación, pasantías internacionales, capacitaciones técnicas, maestrías y doctorados.
Este impulso ha sido complementado por iniciativas de cooperación internacional, en las que gobiernos como los de Estados Unidos, Japón, Países Bajos, Costa Rica, Argentina y México han ofrecido formación especializada a profesionales panameños. Gracias a esta articulación entre instituciones nacionales y socios internacionales, más de 400 personas han sido capacitadas en áreas estratégicas como diseño de chips, física de materiales, manufactura avanzada y cadenas de suministro tecnológicas, consolidando una base de conocimiento alineada con los estándares globales de la industria.
3. Infraestructura: Panamá cuenta con una infraestructura logística moderna y confiable: puertos en ambos océanos, un aeropuerto internacional con conexiones globales, zonas francas y experiencia como centro de distribución regional. Estas condiciones permiten el transporte seguro y eficiente de componentes delicados. Además, se promueve el desarrollo de zonas industriales seguras e integradas, que agrupan fábricas, almacenes y terminales en entornos controlados, con vigilancia perimetral y protección digital, respondiendo a las exigencias de seguridad operativa y propiedad intelectual.
4. Entorno regulatorio: Las empresas valoran la agilidad en trámites y la seguridad jurídica. Panamá ha mantenido por décadas un entorno democrático y abierto al comercio internacional, con tratados de libre comercio y legislación favorable a la inversión extranjera.
5. Ecosistemas integrados: Panamá está construyendo un ecosistema que conecta academia, industria y gobierno. La colaboración entre la empresa privada, la UTP, Senacyt y el MICI permite articular esfuerzos en formación de talento, atracción de inversión y desarrollo de capacidades tecnológicas. Este ecosistema puede evolucionar hacia un clúster regional de innovación, atrayendo no solo semiconductores, sino también industrias de alta tecnología como robótica, inteligencia artificial, manufactura avanzada y tecnologías médicas.
Inversión en la Industria de Semiconductores en Panamá
Si Panamá lograra atraer inversiones equivalentes al 4 % del mercado global proyectado de la industria de semiconductores, estimado en $63.67 mil millones, estaríamos hablando de una inyección de capital de aproximadamente $2.546.8 millones. Este escenario no solo tendría un impacto significativo en términos económicos, sino que también posicionaría al país como un actor relevante en la transformación tecnológica de la región. Además, se alinearía con las tendencias globales que promueven la diversificación económica y el desarrollo de capacidades en sectores de alta tecnología en mercados emergentes.
Se prevé que el efecto de esta inversión sea un cambio para la economía panameña. Se proyecta que se podrían crear entre 4.200 y 6.400 empleos directos, lo cual supone una oportunidad esencial para disminuir el desempleo y elevar la calidad de vida de la población. De igual forma, el efecto multiplicador de la inversión se estima en una banda de 2.0, lo que implica que el impacto total en el producto interno bruto (PIB) podría llegar a ser de $5.093.6 millones, extenderse a varios sectores industriales y dinamizar el tejido productivo nacional.
Se destaca también la generación de empleos indirectos, ya que se estima que por cada trabajo directo pueden surgir entre tres y cinco empleos indirectos. Esto quiere decir que la inversión favorecerá no solo a los empleados que trabajan directamente en el sector de semiconductores, sino que también fomentará el crecimiento de las áreas de la construcción, logística y comercio al por menor, lo cual aumentará su impacto económico.
La relevancia de esta inversión también supone retos importantes. La necesidad de capital humano cualificado, que la Universidad Tecnológica de Panamá, ha formado y se encuentra formando, cuya fuerza laboral se encuentra en el mercado laboral.
La infraestructura de Panamá tendrá que ajustarse a la demanda en aumento de recursos, como agua y energía. Esto podría implicar la edificación de más plantas eléctricas y de tratamiento.
Panamá se encuentra modernizando su infraestructura de transporte y de logística para gestionar el incremento en la cantidad y el valor de los productos y materiales vinculados con esta inversión, garantizando de este modo que Panamá tenga una buena posición para beneficiarse de esta oportunidad a lo largo de la historia.
Mucho más que semiconductores: el efecto multiplicador
Si Panamá logra posicionarse como un nodo confiable en la cadena de valor de semiconductores, el impacto irá más allá de lo económico. Esta industria puede actuar como puerta de entrada para otras tecnologías avanzadas, como robótica, inteligencia artificial, manufactura digital, fotónica y biotecnología.
El país no solo ganaría inversión, sino también conocimiento, empleos de calidad y nuevas oportunidades para su juventud.La apuesta por los semiconductores no es solo una estrategia industrial, sino una visión país que redefine el papel de Panamá en la economía del conocimiento.