Los costos de bienes y servicios esenciales han aumentado más rápido que la inflación general, afectando más a los hogares de bajos ingresos, que dedican una mayor proporción de su presupuesto a estos artículos.
Por Revista Summa
Los altos costos de las necesidades básicas están afectando a millones de personas en todo el mundo, impidiendo su progreso económico. La inflación posterior a la pandemia y a los conflictos geopolíticos han puesto de relieve un problema estructural de larga data: el costo de los productos esenciales está fuera del alcance de demasiados hogares.
El McKinsey Global Institute (MGI) ha introducido la «línea de empoderamiento» como una herramienta de análisis para que los líderes del sector público y privado revisen este tema. Esta línea considera el gasto diario necesario para costear una canasta de bienes y servicios esenciales que proporcionen un nivel de vida decente. Se trata de un estándar más alto que el umbral internacional de pobreza, destinado a incluir a aquellos que no son considerados formalmente pobres, pero que aún no pueden llegar a fin de mes. En 2020, mientras que el 9% de la población mundial vivía en pobreza extrema, el 60% vivía por debajo de la línea de empoderamiento.
Este análisis ha examinado los resultados de empoderamiento en 120 países con diferentes niveles de ingresos y destacando la importancia de la asequibilidad. Se observa que el costo de los productos básicos aumenta a la par que el PIB per cápita. Esos aumentos de costos consumen en gran medida o por completo el ingreso adicional que llega al 20% de la población cuando un país alcanza un peldaño más alto en la escala de ingresos. Ese patrón es uno de los factores que impide que los países más ricos logren un empoderamiento económico pleno.
La discusión sobre cómo ayudar a los hogares en dificultades suele centrarse en aumentar los ingresos y reducir la desigualdad. Sin embargo, también es crucial abordar los costos de vida. Si los países con canastas básicas más caras pudieran reducir esos costos a niveles similares a los de sus pares con mejores resultados, unos 230 millones de personas más estarían por encima de la línea de empoderamiento. Esto aumentaría la población mundial plenamente empoderada en aproximadamente tres puntos porcentuales.
Tanto en economías avanzadas como emergentes, el alto costo de la vivienda es el principal obstáculo para alcanzar un nivel de vida digno. En los países de bajos ingresos, los costos de los alimentos son también una cuestión urgente. Los costos de bienes y servicios esenciales han aumentado más rápido que la inflación general, afectando más a los hogares de bajos ingresos, que dedican una mayor proporción de su presupuesto a estos artículos.
Agenda de asequibilidad
Para poner los bienes esenciales al alcance de todos, el análisis del MGI sugiere abordar problemas estructurales como el bajo crecimiento de la productividad en sectores como la educación y la construcción, las limitaciones de acceso y oferta, y los bajos niveles de competencia. Una amplia “agenda de asequibilidad” podría aliviar la carga de los hogares marginados. Las políticas y la inversión pública son cruciales, pero el sector privado también puede marcar una diferencia significativa.
El empoderamiento económico aumenta con los ingresos, pero sólo hasta cierto punto. Si bien el crecimiento económico es fundamental para mejorar los niveles de vida en economías de ingresos bajos y medios, no garantiza seguridad básica para todos en los países más ricos. Por ejemplo, aunque el PIB per cápita es más de tres veces mayor en Suiza que en España, sus porcentajes de población por debajo de la línea de empoderamiento son similares.
La desigualdad de ingresos y la asequibilidad son factores clave en los países ricos. En estos, las diferencias en el PIB per cápita explican menos del 15% de las variaciones en los resultados de empoderamiento, mientras que la desigualdad y la asequibilidad explican un 80% adicional de la variación.
A nivel mundial, los altos costos de vivienda y alimentos son los mayores problemas de asequibilidad. Intervenciones en el sector de la vivienda pueden ser transformadoras. Por ejemplo, en México, una reducción del 18% en los costos de vivienda elevaría a 2,4 millones de personas más.
Para abordar estos desafíos, se propone que tanto el sector público como el privado se centren en la asequibilidad. El sector público puede mejorar la eficiencia de las cadenas de valor y reducir los costos de bienes esenciales, mientras que el sector privado puede contribuir mediante la creación de empleos estables y bien remunerados, y la innovación en productos y servicios accesibles.
Para el McKinsey Global Institute, una estrategia coordinada entre el sector público y privado, con un enfoque en la reducción de costos y la mejora de la asequibilidad, puede llevar a millones de personas al empoderamiento económico y mejorar significativamente su calidad de vida.