Estamos ante el reto de la urgente legislación alrededor de la inteligencia artificial.
Por Revista Summa
Hablar de inteligencia artificial (IA) es hablar de presente y futuro. Es una realidad mundial que se desarrolla en un ambiente globalizado, lo cual reta a Costa Rica para mantenerse actualizada, romper la brecha y lograr un desarrollo sostenible con el uso de la tecnología como una herramienta accesible para todas las personas. Al respecto, la UNESCO señala que: “el despliegue de las tecnologías de la IA en la educación debe tener como objetivo la mejora de las capacidades humanas y la protección de los derechos humanos con miras a una colaboración eficaz entre humanos y máquinas en la vida, el aprendizaje y el trabajo, así como en favor del desarrollo sostenible.”
Al estar presente y en uso en nuestras vidas, la Inteligencia artificial impacta y requiere de regulación, por lo que el aspecto normativo costarricense debe evolucionar, retando la aplicación e interpretación de las normas a una nueva realidad tecnológica en uso. Por lo tanto, nuestro Derecho debe responder, actualizarse y renovarse, como al parecer ya se está planteando en la Asamblea Legislativa,
Un marco jurídico actualizado y humanista, debe garantizar el uso de estas nuevas tecnologías para beneficio de la humanidad, tal como lo estableció con los Principios de Asilomar (2017) y las normas dictadas por la Unión Europea durante esta segunda década del siglo XXI.
“Es importante destacar que la discusión sobre la personalidad, los derechos y obligaciones de la IA están en evolución y varían según el contexto legal y ético de cada país. Hasta el momento, la mayoría de los parámetros se centran en regular el uso y asegurar que la IA se utilice de manera responsable y en cumplimiento de los derechos humanos y las normas éticas”, detalló Marco Fallas, director de la carrera de Derecho de la Universidad Fidélitas.
¿Qué es la IA?
La IA es una rama de la informática, donde se logra que los sistemas o las máquinas (robots) simulen procesos de pensamiento y puedan desarrollar actividades rutinarias como las que realiza el ser humano, de manera débil o fuerte, explicó Eduardo Escalante, director de la carrera de Ingeniería en Mecatrónica en Universidad Fidélitas. Áreas como el blockchain, big data, machine learning, neurociencia, minería de datos, etc., se nutren de los procesos de la inteligencia artificial.
Los niveles de la IA que conocemos
Para Javier Nisa Ávila, un reconocido consultor europeo, la IA se clasifica en cuatro niveles, que van desde el más básico, como el de la domótica en los hogares; un nivel 2 que se refiere a una inteligencia artificial controlada, como los robots no autónomos, los drones o sistemas de asistencia o limpieza automáticos. Ya el nivel 3 responde a una inteligencia artificial más autónoma, porque ya los artefactos o robots toman algún tipo de decisión, debido a que aprenden de experiencias acumuladas, como la navegación aérea automática o los buscadores de internet. En el nivel 4 Nisa coloca la inteligencia artificial, que son los robots que perciben el ambiente externo por sí mismo sin necesidad de órdenes preprogramadas externas, con capacidad para discernir diferentes circunstancias que acontezcan a su alrededor, con capacidad para moverse de forma voluntaria y tomar sus propias decisiones.
¿Qué es la robótica?
La robótica es una disciplina que se ocupa del diseño, construcción, programación y uso de robots. Un robot es una máquina o dispositivo mecatrónico que puede realizar tareas de manera autónoma o semiautónoma, programado para interactuar con su entorno y llevar a cabo diversas funciones, comentó Escalante.
Variedad de robots que ya existen
Precisamente, la robótica, que utiliza la inteligencia artificial, nos dota de una variedad de robots que desde hace varios años forman parte de las actividades comerciales e industriales. Por ejemplo, los softbots, que simulan conversaciones con personas, con capacidad de procesamiento de información y acciones específicas superiores al de una persona y están presentes como contrincantes en los juegos de las computadoras. Los skybots, que son un tipo de robot móvil, que se desplaza mediante dos ruedas motrices y está dotado de sensores para reaccionar ante estímulos. Además, la tecnología relacionada con el concepto ciborg, se desarrolla como elemento importante para ayudar a proveer al ser humano de prótesis inteligentes, para sustituir alguna extremidad, detalló Escalante.
La robótica ha avanzado significativamente en las últimas décadas, permitiendo el desarrollo de robots cada vez más sofisticados y versátiles. Se espera que en el futuro la robótica desempeñe un papel importante en diferentes aspectos de la vida humana, ya que se diseñan para que piensen como seres humanos, señaló el director de la carrera Derecho de Universidad Fidélitas. De hecho, la rama jurídica denominada el derecho de los robots o el derecho de la persona artificial ha tomado auge en Europa, explicó Fallas y, por lo acelerado que esta tecnología avanza, nuestro país también debe alinearse a los requerimientos legales de esta era disruptiva.
Es crucial anticiparse y establecer una regulación proactiva en esta área, mirando hacia el futuro, para garantizar que estemos preparados cuando estas tecnologías lleguen a nuestro país. No debemos esperar a que las tecnologías se implementen sin contar con un marco legal que las regule, ya que esto sería una respuesta reactiva. Una regulación efectiva generará confianza en la seguridad de los dispositivos y aplicaciones, además de asegurar el respeto y la protección de datos, un aspecto esencial para todas las partes involucradas.
Recordemos que dentro del derecho clásico tenemos a la persona física y jurídica. Sin embargo, la persona artificial hoy no tiene derechos y obligaciones, enfatizó Marco Fallas, es clasificada como una cosa. Existen países como Corea del Sur que han otorgado personalidad legal a los robots, concediéndoles derechos y obligaciones. Incluso se ha establecido el derecho a la integridad física, lo que implica que cualquier persona que cause daño a un robot puede enfrentar una sanción leve pero moralmente grave. Esto señala que estamos acercándonos a un momento en el que los seres artificiales tendrán sus derechos y obligaciones definidos y delimitados.
Un ejemplo notable es Sophia, un androide con capacidad de sensibilidad, que posee más derechos como mujer que las mujeres humanas en su país de origen.
Ya los países más desarrollados están avanzando en este tema y el no tener eventualmente alguna legislación, podría limitar ciertas oportunidades en nuestra relación con esos países desarrollados, enfatizó el experto de Universidad Fidélitas.
Nos encontramos en un momento crucial, en el cual estamos cerca de presenciar el hito de la singularidad tecnológica, que se estima ocurrirá entre 2025 y 2045. Este hito representa la convergencia entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana, lo que implica que los sujetos artificiales podrían tener hasta 20 mil veces más capacidad y conocimiento que el cerebro humano. Esto les permitiría razonar de forma independiente al dominio humano, otorgándoles un estatus individual a nivel de derechos.
Sin embargo, esta evolución plantea un desafío respecto a la responsabilidad jurídica de estos sujetos artificiales. Dado que intervienen varios actores en su creación y uso, como el programador, propietario, constructor, comprador y usuario, la responsabilidad tiende a no individualizarse fácilmente. Surge así la necesidad de abordar esta discusión sobre quién debe asumir dicha responsabilidad legal.
Somos testigos privilegiados de una época sin precedentes, ya que estamos presenciando dos revoluciones industriales en un mismo siglo. Mientras que en el pasado estas revoluciones se dieron en siglos diferentes, ahora estamos en el umbral de fusionar conocimientos científicos, física, tecnología digital y biología. Sin embargo, antes de que la singularidad se materialice, es crucial iniciar el análisis y la elaboración de una legislación adecuada para la próxima década, preparándonos de manera proactiva para los desafíos que se avecinan.