Tres comunidades se benefician del proyecto desde hace varios años con la construcción y puesta en funcionamiento de dos plantas de tratamiento.
Por EFE
Las escasas lluvias en Honduras en 2023 afectan a miles de campesinos pobres que todos los años sufren por la prolongada sequía durante el verano, o por las inundaciones cuando llueve demasiado, aunque también son muchos los que manejan mejor su situación con proyectos de la Cooperación Española.
Una de las regiones más afectadas durante el verano es la denominada «corredor seco», que abarca los departamentos de El Paraíso, Choluteca, Valle, La Paz, Intibucá y Francisco Morazán, en el oriente, sur, occidente y centro de Honduras.
A causa de los efectos del cambio climático y los fenómenos «El niño» y «La niña», que este año dejarán pocas lluvias y en riesgo la seguridad alimentaria, la estatal Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) ha declarado esta semana «alerta roja» (emergencia) en 140 de los 298 municipios del país, mientras que 101 están en «alerta amarilla» (preventiva).
La alerta roja abarca todos los departamentos del «corredor seco» y parte de Olancho y Yoro, en el oriente y norte.
Pese a lo duro del verano, hay regiones de Choluteca donde proyectos en términos de seguridad alimentaria que ejecuta la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), con ONG españolas, están beneficiando a muchos campesinos que cultivan la tierra con buenos resultados.
CAMPESINOS APLICAN PRÁCTICAS AMBIENTALES SOSTENIBLES
Ese es el caso del campesino Javier Carvajal, quien en unas dos hectáreas, en la aldea Espinal, del municipio de Pespire, Choluteca, siembra para el sustento familiar maíz y fríjoles, básicos en la alimentación de los hondureños, lo mismo que frutas y algunas hortalizas, utilizando sistemas de riego por goteo y aspersión.
El coordinador general de la Aecid en Honduras, Francisco Tomás, dijo a EFE durante una gira de campo, que en Pespire se ejecuta un proyecto con las ONG españolas Justicia Alimentaria y Amigos de la Tierra, por ejemplo, con «productores que están aplicando prácticas ambientalmente sostenibles», con diversificación productiva y comercialización de sus productos en el mercado local.
«Aquí hacemos una diversidad de prácticas para los cultivos, lo hacemos en labranza en diferentes formas. El agua la traemos de un pozo artesanal hacia una pila con un sistema de bombeo eléctrico», dijo a EFE Carvajal mientras mostraba la parcela que cultiva y recolectaba nances y marañones maduros.
Agregó que trabaja con «prácticas agroecológicas con diferentes formas de siembra de manera amigable con el ambiente».
«Nosotros protegemos el ambiente porque es parte de la vida que tenemos aquí», recalcó Carvajal, quien además recibe ayuda de la Asociación de Desarrollo Pespirense (Adepes), una organización privada de desarrollo local.
FAMILIAS DEJARON DE CONSUMIR AGUA QUE ERA PARA CULTIVOS
En el valle de Comayagua, departamento del mismo nombre, en el centro de Honduras, otro proyecto de la Aecid con el Fondo de Cooperación de Agua y Saneamiento, le ha cambiado la vida a miles de familias de tres municipios.
El proyecto, que se articuló a través de Aguas de la Sierra de Montecillos, aglutina a los municipios de Ajuterique, Lamaní y Comayagua, cuyos habitantes, en un alto porcentaje, dejaron de consumir el agua de un canal de riego que es para cultivos agrícolas, lo que les alteraba la salud.
«Nos sentimos agradecidos con la Cooperación Española por habernos ayudado en este macro proyecto que nos ha venido a solventar muchas situaciones de las que antes vivíamos. Ahora ya no tenemos la grave contaminación de antes, cuando consumíamos agua de ese canal de riego», expresó el líder comunal Modesto Sánchez, de 72 años, quien se dedica a la agricultura de subsistencia.
Agregó que antes los niños hacían largas filas en los centros de salud por diarreas debido a la contaminación del agua que consumían, pero que eso ha cambiado y ahora buscan asistencia por otras enfermedades comunes.
Sánchez subrayó que ahora tienen «agua de calidad y en cantidad», pero que están haciendo buen uso de ella y cuidándola, porque hay miles de habitantes que todavía no tienen el líquido en sus casas.
Las tres comunidades se benefician del proyecto desde hace varios años con la construcción y puesta en funcionamiento de dos plantas de tratamiento, una de agua potable y otra de aguas servidas.
«Antes había problemas porque no teníamos agua, íbamos a un pocito a traerla, de ahí tomábamos, pero ahora que tenemos el proyecto estamos felices y agradecidos con los que lo pusieron», enfatizó Teodolinda, la esposa de Modesto Sánchez.
Añadió que «lo mejor es tener el agua en la casa» y que ella se ha beneficiado porque ya no va a lavar al río, ni camina largas distancias para acarrearla.
«Fue una felicidad para todos nosotros cuando instalaron el agua, era como un sueño, y como no la teníamos, nunca pensamos tener algo así. Por eso estamos agradecidos con todos los que trabajaron en el proyecto», enfatizó una sonriente Teodolinda al tiempo que valoraba la importancia del agua y la obligación de «cuidarla».