Estados Unidos, Colombia y Panamá ya reiteraron el pasado abril un paquete de medidas para abordar la crisis migratoria regional.
Por EFE
El Gobierno de Estados Unidos donó a Panamá 63 vehículos militares para reforzar la seguridad en las fronteras con Costa Rica y Colombia en su lucha contra el tráfico de migrantes y el narcotráfico, según informó este jueves la cartera de Seguridad del país centroamericano.
«Queremos apoyar los esfuerzos de Panamá en la lucha contra el crimen organizado, el tráfico de migrantes y las amenazas a la seguridad de nuestros países y nuestra gente», dijo la embajadora de Estados Unidos en Panamá, Mari Carmen Aponte, durante la ceremonia de entrega.
La donación, hecha por la embajada de EE.UU. en el país centroamericano, fue de 63 Jeep J8 con sus respectivas piezas de mantenimiento, valorada en 8 millones de dólares, para uso exclusivo del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) y el Servicio Nacional Aeronaval (Senan) de Panamá.
Según Aponte, «estos jeeps son la mayor donación de vehículos que ha realizado hasta la fecha el Departamento de Defensa de Estados Unidos a la República de Panamá».
«Para garantizar la prolongación de la operatividad de los Jeep, se recibirán repuestos que permitirán a nuestras unidades capacitadas en este tema, mantenerlos en óptimas condiciones en las provincias de Darién (sur), Chiriquí, Bocas del Toro (ambas norte) y en el distrito de Chepo (sur) donde serán asignados a prestar servicio», declaró el ministro de Seguridad Pública de Panamá, Juan Manuel Pino.
Los vehículos serán utilizados «para operaciones de contraterrorismo, antinarcóticos, contra el crimen organizado, operaciones marítimas y fronterizas para áreas apartadas del país», detalló el Ministerio de Seguridad Pública en un comunicado.
Estados Unidos, Colombia y Panamá ya reiteraron el pasado abril un paquete de medidas para abordar la crisis migratoria regional, entre las que se incluye combatir las redes de tráfico de personas por la peligrosa selva del Darién, tras una reunión celebrada en la capital panameña por los cancilleres de Panamá y Colombia, Janaina Tewaney y Álvaro Leyva, respectivamente, y el secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., Alejandro Mayorkas.
La selva del Darién que limita a Panamá y Colombia es empleada por migrantes irregulares procedentes de todo el mundo que se dirigen hacia Norteamérica, muchos movilizados por redes de tráfico de personas, en un negocio ilegal millonario.
En los primeros cuatro meses del año, más de 145.000 transeúntes atravesaron la jungla, considerada como uno de los pasos migratorios más peligrosos del mundo, un número seis veces superior al mismo periodo de 2022, que cerró con la cifra récord de más de 248.000 personas en tránsito.
El Darién también es usado por el crimen organizado para el narcotráfico y además hay presencia de la guerrilla.